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La «maquinaria de los martirios» ya poseía por entonces una variedad sorprendente, que confirma la tesis de que no hay nada más creativo que el apetito de crueldad.
Las Torturas con agua
Había, por ejemplo, las torturas con agua: El cuerpo del acusado se ataba sobre una tabla inclinada o colgando al aire con cuerdas tirantes y apoyado sólo por un taburete en el centro del cuerpo. Entonces, la víctima tenía que tragar cantidades ingentes de líquido: 6 litros si se trataba de la tortura pequeña y 12 si se trataba de la tortura con agua grande. Al que apretaba los dientes el verdugo le desgarraba la boca con unas tenazas de hierro. Éste vertía entonces más agua procedente de un jarro a la boca del torturado. Muchas víctimas se ahogaban por ello o reventaban por así decirlo, puesto que el ano y la uretra estaban atascados o atados.
Mutilación del cuerpo
Otra tortura era el atornillar y quemar la lengua. Otra el destrozo de las manos con un yunque, o el cortar las manos y los pies con un acha. A las «Brujas», es decir, mujeres acusadas de imoralidad, se les cortaba preferentemente la nariz y las orejas; a los judios que se supone habían cometido un robo se les colgaba de los pies entre dos perros o lobos hambrientos. Algo especialmente cruel era el destripar a las víctimas. Se les abría el vientre y se les sacaba una parte del intestino, se fijaba a una polea y se desenrrollaba.
La dama de hierro *
Una “obra maestra” del arte de la herrería al servicio del mantenimiento de la pureza de la fe era la denominada “dama de hierro”: Un manto castigador que llegaba hasta el suelo pero que no era de tela si no de hierro. La parte de la cabeza sobre el manto representaba la cara de una mujer. En realidad era el manto de una caja hecha de hierro con puertas. En la parte interior de las puertas así como en la parte trasera de la caja había puas de hierro. A la víctima de la inquisición se la ponía dentro de la caja, y entonces se cerraban lentamente las puertas, de manera que las puas de hierro traspasaban sus brazos y sus piernas en muchas partes, y su vientre, y su pecho, y su vejiga, y las raíces de su miembro, y sus ojos, y sus hombros, y su trasero, pero no la mataban”, al menos no inmediatamente. Eso ocurría en el transcurso de unos cuantos días de dolores y gritos de lo más inhumanos.
La "cuna de Judas"
La “cuna de Judas” también era de armas tomar. A la víctima de la inquisición se le ataba a una cuerda y se le colgaba hacia arriba, colocándola en la punta de una pirámide de madera. Todo su peso descansaba sobre la vagina o sobre el ano, sobre los testículos o sobre el coxis. El sufrimiento se aumentaba cuando el torturador levantaba o bajaba a la víctima, la columpiaba o la dejaba caer sobre la punta.
El "tenedor del hereje"
Lo que también era “religioso” en el sentido de un medio para la defensa de la verdadera fe también era el denominado “tenedor del hereje”. A la víctima se le clavaban cuatro puntas afiladas en la carne bajo la mandíbula y el esternón, de manera que no podía ni mover la cabeza ni podía hablar comprensiblemente. Pero eso tampoco era la intención de los inquisidores. Era suficiente con que la víctima pudiera balbucear la palabra “abjuro”, que sólo hacía falta que leyera, pues estaba grabado en el tenedor del hereje.
“¡Hay que escuchar los gritos de los infelices!¡Hay que leer lo que algunos escribieron desde las mazmorras, las mujeres a sus maridos, los padres y las madres a sus hijos!: Las afirmaciones de inocencia, las despedidas para siempre”. (El historiador Karlheinz Deschner en: “La Iglesia de la desgracia", Munich 1974, pág. 28 de la versión alemana)
Sierra y palo
También instrumentos primitivos como la “sierra” o el “palo” cumplían con la misión que le daban los inquisidores. Por ejemplo, después de una victoria sobre agricultores que se habían rebelado, los luteranos hacían honores a la sierra contra algunos cabecillas de los agricultores. Estos se colgaban con la cabeza hacia abajo, y entonces la sierra, que estaba colocada entre las piernas, comenzaba su obra en la que “luchaba por avanzar” hasta el ombligo y el pecho. Casi más cruel – si acaso es posible aumentar esa crueldad – era el empalar al acusado. Se apretaban en la punta de un palo de madera o de hierro, se les empujaba, se les martilleaba hasta que, después de haber penetrado el ano que había sido previamente embadurnado, volvía a salir por el estómago, el pecho o el hombro.
Otros instrumentos de tortura
Ya sólo la enumeración de los instrumentos de tortura como el tornillo de los pulgares, el tornillo de las rodillas, los cierrabocas de hierro, los instrumentos para sellar con fuego, las horcas y las cadenas para el cuello, los “rosarios” que se colgaban al cuello (de un metro de largo y aproximadamente ocho kilos de peso), los anillos de hierro que se cerraban en la nuca del hereje, las jaulas de hierro, las prensas para la cabeza y los tornillos para el cráneo, las cadenas para fustigar, los cuellos de espinas, los cinturones de fuerza, los “cosquilleros españoles” que poseían afiladas puntas, las tijeras, las tenazas para aplastar y para pellizcar, las ruedas de tortura, etc, puede demostrar la pasión perversa y creativa de los inquisidores, y muestra la horrorosa “pasión por la crueldad” que hace distinguir al cristianismo de Iglesia de todas las otras religiones.
La invención de nuevos sufrimientos
A las víctimas se las emparedaba, o se las dejaba morir lentamente de hambre -¡como señal de misericordia de los tiranos!, se les ahogaba en toneles que estaban llenos de orina o estiercol, se les cortaba o serraba la lengua, o se les quemaba la lengua, se tostaba a los herejes en hierro candente, o se les ahogaba prendiendo fuego a paja húmeda. Después de que se inventara la pólvora se hacía que explotara cerca de ellos, de manera que se abría el pecho de las pobres víctimas. El espíritu de la crueldad encontraba siempre nuevos medios para aumentar los sufrimientos de las víctimas de la inquisición.
La congregatión de fe
El papa Pablo III (1468-1549, papa desde el 1534) instauró en 1542 la inquisición como una comisión cardenal, que, como instancia central para todos los países, tenía que vigilar la pureza de la fe. Sexto V. (1521-1590, papa desde 1585), fijó en 1588 su estatus definitivo de “congregación de la inquisición romana y universal”. Mucho más tarde, en 1908, esa institución central de la inquisición recibió el nombre de “santo oficio”. Hoy se llama “congregación de la enseñanza de la fe”. Pero el espíritu inquisidor sigue siendo el mismo.
El papa Pablo III (1468-1549), impulsor de la inquisición e iniciador del concilio de Trento (1545-1563):
“Si mi propio padre fuera un hereje yo mismo juntaría la madera para quemarle en la hoguera.”
(cita de “Deutschland-Radio”, Berlín –Radio de Alemania–, 21-7-2002, dradio.de)
Joseph Ratzinger, "El santo Padre" Benedicto XVI.:
La "necesaria aplicación" de la inquisición
– [Dios ...] “Nos deja comprender que también hombres de la Iglesia en nombre de la fe y de la moral en su esfuerzo necesario de proteger la verdad utilizaron, entre otros, métodos que no corresponden al evangelio”.
Así era el comienzo de un denominado acto de constricción por los crímenes de la Iglesia, el llamado “Mea Culpa” que el papa Juan Pablo II expresó públicamente el 12 del 3 del 2000 junto a otras autoridades de alto rango representantes del Vaticano en Roma.
El texto lo había redactado por aquel entonces el cardenal Joseph Ratzinger y pronunció las palabras citadas arriba. El papa y los cardenales no pidieron perdón a sus víctimas con sus manipuladas palabras, lo cual hubiera sido necesario y hubera sido natural si hubiera verdadero arrepentimiento. En lugar de ello se mandó una oración general a la dirección “Dios”.– "Gran inquisidor es un deber histiórico, y nosotros somos los que continúan. Pero aquello que con los métodos de entonces en parte se hizo criticable lo intentamos hacer desde nuestra conciencia del derecho. Hay que decir que la inquisición era el avance de que nada se podía juzgar sin la “inquisitio”, es decir, sin que hubieran investigaciones”.
Esto es lo que dijo el cardenal Ratzinger en programa de ARD alemana Contrastes (el tres de marzo de 2005) y que le dio el título inoficial de “Gran inquisidor moderno”. Pocas semanas después se le nombró papa.– "Ahora hemos podido abrir gracias a Dios nuestros archivos después de intenso trabajo y nos alegramos de que todos los historiadores que no creen digan:”tan mala tampoco era la inquisición. En realidad estaba más adelantada que la justicia de aquellos tiempos porque creó la posibilidad de la defensa de la audiencia de las partes. No nos engañemos pues muchos fueron juicios erróneos, mucho salió mal. Pero hubo una búsqueda de la justicia y creo que la apertura del archivo podrá aclarar algo de las sombras oscuras si la gente quiere escucharlo".
Dijo Joseph Ratzinger en 1998, cita de “El papa alemán”, emitido por primera vez en 3Sat el 18 del 9 de 2011. Una diferenciación entre inquisición y justicia de aquellos tiempos no es seria. No había justicia en aquellos tiempos que pudiera hacer un juicio sin el consentimiento de la Iglesia. Los jueces del estado estaban también subordinados a la autoridad eclesiástica como los jueces cuya actividad estaba especializada en la inquisición. Se puede leer en alemán en la la revista extra “Satán abre su archivo”
– PD: Sobre esto algunos enlaces en alemán dignos de ver, como la carta conmovedora del alcalde de Bamber, Johannes Junius, del 24 de julio de 1628 a su hija Verónica. Junius fue torturado por los inquisidores de la Iglesia en la casa de los maleficios de Bamberg. Su carta se hizo como una animación en la que Junius habla siendo un alma youtube.com. Sobre la situación general se puede ver las torturas de la inquisición católica en Bamberg de 1627 a 1632 youtube.com. Ahí se pueden ver más métodos de tortura de la Iglesia. .
“Peras vaginales”, garras para el pecho, “arañas españolas”, cinturones de castidad, máscaras de la vergüenza
En la Iglesia estructurada de manera masculina-patriarcal, frecuentemente se castigaba a las mujeres mucho más que a los hombres herejes. Con ellas la agresividad y la perversión sexual de
los inquisidores se podía desahogar de una manera especial. Había instrumentos de tortura especiales y específicos para las mujeres, por ejemplo la “pera vaginal”, que se ensanchaba apretando un tornillo y así desgarraba las entrañas y la matriz. Había garras para el pecho, que despedazaban el pecho; otras garras que puestas al rojo vivo, “sólo” provocaban un “mordisco” en los pechos de las madres que no estaban casadas, mientras que los niños estaban a los pies de la padre y se salpicaban con su sangre. Había lo que denominaban “arañas españolas”, que eran como zarpas con cuatro dedos como tijeras, que pellizcaban a la víctima en los glúteos, en los pechos, en el vientre o en la cabeza, con frecuencia también con dos garras tiraban de los ojos y de las orejas. En contra de su posterior mistificación, el “cinturón de castidad” fue también una herramienta de tortura. Naturalmente que también había las “máscaras de la deshonra” para las mujeres, así como había “peras orales” para paliar el supuesto chismorreo, que eran mordazas de hierro hechas artesanalmente, cuyo final puntiagudo producía el corte de la garganta. Pero piedras también eran suficiente para llevar a cabo la obra de la destrucción. Las mujeres que habían cometido adulterio eran apedreadas o se las echaba a la cueva de las serpientes ...¡Jamás ha habido una religión en la que se haya predicado tanto amor al prójimo y se haya practicado tanto “odio al prójimo” y tanto odio hacia las mujeres! Sólo en esta, y por cierto el cristianismo eclesiástico tanto de procedencia protestante como de procedencia católica figuran de una manera única en el sentivo negativo. Sin embargo no poseen ninguna singularidad positiva – respecto al humanitarismo y a la protección de los derechos humanos. Todos los derechos humanos se lograron luchando contra la enfurecida oposición de la Iglesia.
A la Iglesia le costó sobre todo el hecho de que se reconociera a la mujer como persona con los mismos derechos que el hombre. Las mujeres negaban los dogmas de fe mucho menos que los hombres. En sí habría que haber perseguido a las mujeres menos que a los hombres. Pero acusándolas de brujería se las podía acusar también de herejía. Brujería es herejía, decía la comparación. Así la inquisición abrió un campo nuevo de la reafirmación y autoreafirmación. Los inquisidores nombrados y enviados por el papa Gregorio IX (entre 1167 y 1241, papa desde 1227) comunicaron al máximo pontífice una expansión horrenda de la brujería y abobinables pactos con el diablo por parte de mujeres de todas las capas sociales. Con una“preocupación acuciante” Gregorio fue el primer papa que dictaminó la orden de la persecución de brujas, que causó con sus diferentes formas y aberraciones estragos hasta el siglo 18 ...
El papa Inocencio VIII (1432-1492, papa desde 1484) amenazó a todos aquellos con castigos horribles que estuvieran en contra del exterminio de brujas. Así pudo tomar su curso la sanción más fuerte de los papas que ha habido bajo el sol, la orgía de la destrucción de las brujas. Aún en la segunda parte del siglo 17, en la que casi un millón de personas, la mayoría mujeres, cayeron como víctimas de los procesos contra brujas, el obispo de Bamberg, mandó quemar 600 mujeres, el arzobispo de Salzburgo 97 mujeres, el obispo Philipp Adolf von Ehrenberg de Wurzburgo 219 brujas y magos, entre ellos 18 colegiales, una niña ciega, una niña de nueve años y su hermana pequeña. El arzobispo Johann von Trier quemó en la segunda parte del siglo 16 tantas brujas, que en dos ciudades sólo quedaron dos mujeres. Un decano de Maguncia mandó quemar más de 300 personas en dos pueblos, sólo para quedarse con sus bienes. La orgía de la destrucción de las “brujas” fue avivada porque los inquisidores, y los jueces y los confesores, que no se andaron precisamente con remilgos respecto al secreto de confesión, recibían en algunos lugares recompensas por cada “bruja” ejecutadas, de forma que surgió el dicho de que la manera más fácil y rápida de hacerse rico era quemar brujas.
La brutalidad y la crueldad sádica de la guerra de exterminio de los papas y sus inquisidores contra las “brujas” eran insuperables. Probablemente se llegaron a asesinar de manera bestial a más de tres millones de personas, sobre todo mujeres ...
Las dos Iglesias, la católica y la protestante, cargan con una culpa enorme e indisoluble por su demonización, persecución y destrucción a tantísimas mujeres. Recordemos también el perverso arte inventivo que sólo servía para castigar a las “malas mujeres” con los instrumentos más variados ...
... Con frecuencia se consumían durante años en mazmorras subterráneas, frías y húmedas, que estaban llenas de ratas, ratones y todo tipo de parásitos. La mujeres más jóvenes además estaban expuestas a las violaciones de clérigos y carceleros. Muchas “brujas” se ataban a cruces de madera o se las ataba a muros. En la torre de las brujas se las colgaba en el aire de cadenas con sus miembros torturados y se las dejaba morir de sed y hambre, etc. El tormento que se le hizo pasar a cada “bruja” por parte de la “religión del amor” es casi inimaginable.
Un papel especialmente repugnante en la persecución a
mujeres lo jugó un libro, que se llamaba el “martillo de las brujas” (Malleus
Maleficarum; impreso desde el año 1486 hasta el siglo 17 en 29 ediciones).
Es la obra básica para detectar, arrestar y castigar a brujas y a traído
seguramente más desgracias sobre las mujeres que cualquier otro libro. El
martillo de las brujas es la teoría y la práctica completas sobre la caza de
brujas y prueba de una manera impresionante que de cualquier idiotez se
puede hacer una teología, si se es lo suficientemente perverso ...
La suerte de las mujeres bajo la inquisición, como lo hemos descrito aquí –
de ninguna de las maneras exhaustivamente, sólo se puede comparar con el
destino que le dispensaron los inquisidores a los judíos. (pág. 45 f.48
f.52.53.58)
Esta muestra de lectura sobre la
inquisición eclesiástica procede del libro en alemán:
Hubertus Mynarek,
Die neue Inquisition (La nueva inquisición)
–
Caza de sectas en Alemania – Mentalidad, motivación,
métodos de los encargados de sectas de la Iglesia y del Estado, Editorial
Das Weise Pferd, Marktheidenfeld 1999 (pág. 45 f.48 f.51.53.58)
Sobre el autor: El profesor
Dr. Hubertus Mynarek (año 1929) fue un profesor de la teología
católica romana y un antiguo decano de la facultad católica romana de la
universidad de Viena. En 1972 salió de la Iglesia y desde entonces trabaja
como autor y ponente. Junto a Karlheinz Deschner, Eugen Drewerman y Horst
Hermann es uno de los más conocidos y consolidados críticos de la Iglesia.
Vive en Odernheim in Rheinland-Pfalz.
Sobre el tema “inquisición” también pueden
leer algo en la revista
“Cristianos libres”, número 3:
Más informaciones encontrarán en la revista
teologo.htm si buscan en la opción el teólogo
en español.
Link:
Los escritos de DER THEOLOGE (EL TEÓLOGO), en sus ediciones N° 3, 8, 70, 100 y 119 se pueden recibir gratis en lengua alemana, también en la edición impresa. Envíenos un e-mail con su dirección y recibirá dichos escritos gratuitamente. Pero nos alegraríamos mucho si nos ayudase financieramente: Cuenta corriente: Dieter Potzel; Código de identificación bancario (BIC): GENODE61WTH, Número internacional de cuenta bancaria (IBAN): DE06 6739 0000 0002 0058 08, Razón: "Der Theologe". Muchísimas gracias. (Costos propios aprox. 10,00 Euros) (Protección de datos) |
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