El Teólogo N°7, actualizado en 7.8.2022
Capítulo 1: Jesús fué
un amigo de los animales
Capítulo 2: Los
primeros cristianos fueron vegetarianos
Capítulo 3: La
resistencia de la iglesia contra la alimentación vegetariana
Capítulo 4: Caída en
la barbarie por la cristiandad eclesiástica
Prólogo
Fuentes
encubiertas (Capítulo 1)
Los evangelios de la Biblia, que hablan sobre la vida de Jesús, no se
escribieron de hoy a mañana, sino a lo largo de siglos, durante los cuales se
discutía con vehemencia qué debe pertenecer y qué no, a las “las sagradas
escrituras”. A esto se agrega, que la selección de los textos disponibles no
proviene de testigos contemporáneos del Nazareno, sino que fueron escritos en
base a las tradiciones. Cuando el “padre de la iglesia” Jerónimo,
por encargo del papa Dámaso I en el siglo 4, estandarizaba los textos
latinos del nuevo testamento, tenía que discernir entre numerosas
contradicciones, fragmentos y diferentes posibilidades interpretativas. Él
escribe a su mandante, que el mundo posterior lo condenará como un falsificador
de la Biblia, porque en cada caso tenía que elegir según su criterio, qué
considerar como correcto o falso, cómo incompleto y necesario de complementar.
Él había realizado adiciones y cambiado varias cosas (ver
El Teólogo Nº 14 – Jerónimo y el origen de la Biblia).
Lo que Jerónimo declara sobre los textos latinos (posteriormente dogmatizados
por la iglesia) permite sospechar, que también en el lenguaje original existían
alteraciones. Originalmente los escritos del nuevo testamento no estaban
redactados en latín, sino en griego. Sin embargo, Jesús y sus apóstoles no
hablaban latín, ni griego, sino arameo. De este modo, con las tradiciones de los
contenidos ya forzadamente se han alejado bastante de los orígenes arameos. Y lo
que realmente quedó sin consideración, son los llamados evangelios apócrifos (escritos
ocultos), que no fueron considerados dentro de los textos oficiales. Estos en
parte, fueron destruidos y desparecieron por unos 1800 años y que recientemente
fueron encontrados. Muchas cosas que dijo e hizo Jesús de Nazaret, y lo que
falta en la Biblia, están contenidas en estos escritos. Más cosas que decir
sobre Jesús lo confirma la misma Biblia, ya que ahí dice que Jesús también hizo
“otras muchas cosas” y “que se habrían de escribir” (Juan 21, 25). Puesto
que el actual cristianismo eclesiástico sólo es determinante sobre aquello que
aparece en la Biblia, con esto se admite que se reconoce sólo una selección de
lo que dijo e hizo Jesús; justamente sólo lo bíblico y no aquello, que según el
evangelio de Juan, “se habría de escribir” (que no se siguió su pauta, es otro
tema). Y si realmente fué así tal como lo dicen los textos elegidos por la
iglesia, es otra pregunta.
Según las palabras del
evangelio de Lucas, Jesús habría preguntado: “¿Dónde está el aposento donde
he de comer el cordero con mis discípulos?” (22, 11). Miles de corderitos
fueron “sacrificados” en aquel entonces, para la fiesta de pascua y comidos en
la tarde de cada 14 de Nisan (el mes israelí), después de que fueron degollados
vivos cortándoles la garganta, (los sacerdotes exigían esta manera de matanza).
Esto sucedía oficialmente en “agradecimiento” a “Dios”, debido a que,
aproximadamente en el año 1500 a.C., éste había castigado a las familias
egipcias matando a los primogénitos (por la esclavitud de los israelitas), las
familias israelitas en Egipto, al mismo tiempo se conformaban aparentemente, que
éstos les sacrificasen un cordero. Sin embargo los relatos neo-testamentarios
contienen incongruencias. Según la datación del evangelista Juan (13, 1-2;
19, 31), no fué una cena de pascua, y tampoco Pablo escribe nada al respecto
(ver 1era de Corintios 11, 23-25). Según esto, aquello fué el 13 de Nisan, o
sea un día antes de la pascua (En relación a mayores detalles sobre la historia,
ver Skriver, Die Lebensweise Jesus, [La vida de Jesús] pág. 79). Según esto,
los corderitos fueron sacrificados el día siguiente, en el mismo día que Jesús
fué crucificado. Sobre este aspecto se deduce que Jesús y sus apóstoles no
pudieron haber comido carne de cordero. Según la otra datación de los
evangelistas Mateo, Marcos y Lucas, Jesús fué crucificado el 15 de Nisan, y
según esto podrían haber comido, en la “cena festiva”, el día anterior, como una
especie “de última comida del condenado”. Curiosamente él con un rechazo pudo
haberse hecho merecedor de la pena de muerte, por ejemplo, según Números 9,
13 (Lo que realmente le sucedió según los evangelistas, ya que Jesús
evidentemente no negó ser el anunciado “Cristo”, el “Mesías” respectivamente, el
libertador de Israel).
En
ambos casos, el paralelismo entre los innumerables corderitos sacrificados y la
crucifixión de Jesús, prácticamente en el mismo período, es bastante
esclarecedor. Corderos nuevos llegaban junto a los pastores al nacimiento de
Jesús, en el famoso establo de Belén, y al final de su vida terrenal, nuevamente
está unido a estos animalitos. Él fué enviado hacia los “pobres” y los “prisioneros”,
lo dice él mismo una vez (Lucas 4, 18), y en sus últimas horas parece ser
así, que también están incluidos los “pobres” y “prisioneros” animales. Difícil
de imaginar que Jesús pudiera haber comido pacíficos e indefensos seres de Dios,
junto a los cuales llegó a la vida y en cuyo pesebre alguna vez yació. Notorio
es también, que Jesús en esta última comida, explicó la “santa cena” en base de
pan y vino y no menciona comer la de “carne de cordero”. Una posible explicación
para esto, lo da el apócrifo evangelio ebionita. Según esto, Jesús
respondió a la pregunta dónde se le debe preparar la comida de pascua: “¿Acaso
deseo comer carne con vosotros en esta pascua? (citado donde Epifanio,
Panarion omnium haeresium 30, 22, 4) El “comisionado eclesiástico” para
sectas, Epifanio (aprox. 315-403) empero, impugna esta versión. Epifanio: “Comer
la pascua [siempre] es un asado de carne y el resto” (30, 22, 3). En la
versión ebionita, cabe que Jesús de principio rechazaba los sacrificios de
animales. Con esto concuerda con todos los profetas judíos antes de él. Muchas
veces el hombre de Nazaret cita la palabra de Dios dada por el profeta Oseas.
“Misericordia quiero, y no sacrificio” (Mateo 9, 13; 12, 7).
Otro informe sobre esto, aparece en el Evangelio de los doce (= El
evangelio de la vida perfecta; aparecido alrededor del año 100). Como
escrito “apócrifo” (literalmente = escritos “ocultos” del cristianismo prístino
extra bíblicos) La iglesia reconoce sólo algunas hojas y parte de hojas (= los
tal llamados fragmentos), que fueron encontrados oficialmente. El evangelio
antiguo completo, fué reescrito y publicado por el teólogo inglés Gideon Jasper
Richard Ouseley en el año1902, mediante una visión profética interna, y podría
contener muchos detalles fiables de la enseñanza de Jesús. Según esto, Judas
habría revelado al supremo sacerdote Caifás, que Jesús no hizo sacrificar a un
cordero para la fiesta de pascua, a lo que éste le habría respondido: “De verdad,
esta no es una fiesta de pascua según la ley de Moisés. Él ha cometido un acto
merecedor de la muerte; ya que es una grave trasgresión de la ley ¿Para que
necesitamos más testigos?” (Capítulo 76, 28) Entonces habría sido el
amor de Jesús a los animales, lo que provocój su condena a muerte, y no la
controversia sobre su tarea espiritual. ¿Qué sucedió realmente?
En una “Nueva Revelación”, un evangelio, que de acuerdo a los editores, fue dado directamente por Cristo, en 1989, por intermedio de un nuevo profeta, aparecen sorprendentes detalles referentes a esto. Según esto, Cristo declara: “Ni por los apóstoles, ni por los discípulos fue ordenada la matanza de un cordero; pero tanto a Mí como a los apóstoles y discípulos nos fueron servidos, como ofrenda de amor, trozos de un cordero aderezado. Nuestro prójimo nos quiso obsequiar con ello; no sabían hacerlo mejor. Yo bendije la ofrenda y comencé a comer la carne. Mis apóstoles y discípulos lo hicieron igual que Yo. A continuación Me hicieron una pregunta, con el siguiente sentido: debemos abstenernos del consumo de la carne. Así nos lo ordenaste. Ahora Tú mismo has comido carne. Yo instruí así a los Míos: el hombre no debe matar intencionadamente a ningún animal, ni consumir la carne de animales que han sido matados para consumir su carne. Pero cuando hombres, que todavía son ignorantes han preparado carne como alimento y se lo ofrecen al huésped como regalo y se lo sirven en la comida, el huésped no debería rechazar la ofrenda; pues hay que diferenciar el hecho de comer el hombre la carne por avidez de la misma, del de comerla en agradecimiento al anfitrión Sin embargo, el que esto sabe debe, si le es posible y las circunstancias externas y el tiempo lo permiten, dar indicaciones generales al anfitrión, pero sin querer escarmentarle. Cuando el tiempo haya madurado, el anfitrión también entenderá estas indicaciones generales …” (Esta es Mi Palabra, La manifestación de Cristo que el mundo no conoce, editorial DAS WORT,
ISBN 978-84-8251-047-7; editorialgabriele.com)Si se da por supuesto o se cree en la posibilidad, que este texto es auténtico o por lo menos, reproduce correctamente los hechos, entonces Jesús no se atiene a las reglas y costumbres y también se arriesga con esto ser condenado como “blasfemo”. Pero él no habría provocado este conflicto. Tampoco se habría presentado como un superior frente al anfitrión o sus amigos, y, según el relato arriba mencionado, habría comido algo de carne. A esto también caben las palabras, que aparecen en el evangelio según Mateo: “No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre” (15, 11). Según esto, palabras que se basan en determinados pensamientos y emociones, pueden tener consecuencias más graves, que aquellas cosas que ingiere. No obstante el consumo de carne no debería ser – en primera línea, porque para esto un animal debe sufrir y morir, como por ejemplo, como también de otros pasajes de este “Mensaje del Universo”. Quien tenga duda si realmente se trata de la palabra de Jesús, por lo menos no puede ignora, lo que se puede leer en otras fuentes comprobables.
Y justamente el “padre de la
iglesia” “san” Jerómino (347-419), que con respecto a esto escribe. Él da
un salto desde el diluvio hasta la llegada de Jesús y explica: “El placer por la
carne era desconocido hasta el diluvio universal; pero desde el diluvio se nos
han embutido las fibras y los jugos pestilentes de la carne animal. Jesucristo,
que apareció cuando se cumplió el tiempo, volvió a unir el final con el
principio, de manera que ya no nos está permitido comer más carne” (Adversus
Jovinianum I, 18).
Jesús de Nazaret también ha sentido el dolor de los animales, que son colocados
en los mesones de carnicería. Cuando observa como un hombre golpea a un animal,
expresa: “¡Ay de ustedes, que no escucháis, como clama al creador en el cielo y
grita por misericordia! Tres veces ay sobre aquel, sobre el cual grita y gime en
su dolor.” Estas palabras de Jesús evidentemente se encuentran en las actas de
Pedro un evangelio “apócrifo”, que data de aproximadamente del año 180 d.C.
(Petrusakten 38, zit. nach Skriver, Die Lebensweise Jesu und der ersten
Christen [Actas de Pedro 38, citado según Skriver, El modo de vivir de Jesús y
de los primeros cristianos], pag. 128 [Se busca investigador: ¿Quién conoce
una cita a base de una colección de fuentes originales?]). También se podría
referir esta palabra a los gritos mortales en los actuales mataderos, que
existen en cada ciudad, y clamar también de manera similar: “¡Ay de vosotros,
que no oís, como los animales claman al creador en el cielo y gritan por
clemencia! Tres veces ay sobre aquellos, sobre los cuales se quejan y gritan por
sus dolores.” Que en frente a esto, una matanza “compasiva” y “tierna”, no es
una alternativa del cristianismo original, hacia las matanzas de líneas de
producción, se puede concluir de otros documentos.
En los Fragmentos de Papias
(literalmente Complementaciones de los evangelios de la tradición oral),
datados aproximadamente desde el año 120, Jesús sigue declarando. “los animales,
usando estos frutos que son productos del suelo, se volverán pacíficos y
armoniosos, obedientes al hombre en toda sujeción”
(Papias, Irineo V, 33, 3.4). Aquí Jesús, por un lado, se atiene al relato
de la creación de Génesis 1, 29-31, según lo cual los hombres y los
animales les son dados los frutos de la tierra, y por otro lado a la profecía
del Reino de la Paz
Isaías 11, 6-9. Según esto, entonces existe una relación directa entre la
alimentación vegetariana y la apacibilidad en el mundo animal, y así con el
correr de los tiempos se llega a una totalmente nueva comunidad: “Morará el lobo
con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará” (V. 6). “El
león como el buey comerá paja” (V. 7). Aquí el hombre podría llegar a ser
modelo histórico para las así llamadas “fieras”, ya que, en diferenciación a las
momentáneas condiciones de vida de algunas especies de animales, no depende de
la carne y fácilmente podría cambiar su forma de alimentación.
Empero partes como estas donde Papis, les son tan desconocidas a los cristianos
eclesiásticos, como el texto completo del Evangelio de los Doce (= Del
Evangelio de la vida perfecta) Allí Jesús sigue diciendo: “Dios es justo y
bondadoso y ha mandado que los hombres deben vivir sólo de los frutos y semillas
de la tierra”
(38, 4). Si esto es una copia del texto original arameo y si realmente
existe una antigua traducción eslava en el Vaticano, como lo dice el teólogo
Gideon Jasper Ouseley, no pudo ser esclarecido hasta ahora. [¡Se busca
investigador! Una indicación científicamente fundada sobre la antigua traducción
eslava, que confirme el texto original, sería de gran ayuda. El Vaticano,
respectivamente, la biblioteca del Vaticano no han respondido frente a una
consulta, lo que más bien indicaría la existencia de este documento.] Esto es
importante, ya que hay personas que dudan de este mensaje profético, pero que ya
no podrían ignorar la, en caso de una concordancia comprobada, con el antiguo
texto.
Comparable es la situación con el Evangelio de paz de los Esenos, según
las declaraciones del investigador húngaro Edmond B. Székely, se mantiene bajo
llave una edición aramea en el Vaticano. Después de que él pudo obtener una
inspección, habría escrito de memoria este texto. Según esto Jesús enseñaba: “Y
la carne de los animales muertos en su cuerpo se convertirá en su propia tumba.”
Aún cuando críticos dudan de las declaraciones de Székelys o no la aceptan, se
trata aquí también de una frase, que se ajusta perfectamente a la personalidad
de Jesús, que también se tiene de fuentes científicas aseguradas. Ya que
antepone a todo su enseñanza de la ley de siembra y cosecha (es decir: Lo que le
haces tu prójimo, algún día te será hecho a ti), y ya los profetas del antiguo
testamento habían incluido el comportamiento del hombre con los animales. Así,
por ejemplo, donde el profeta Isaías: “El que sacrifica buey es como si
matase a un hombre” (Isaías 66, 3).
Para los ex pescadores de entre los apóstoles de
Jesús, este vuelco también significaba una cambio profesional: “haré que seáis
pescadores de hombres” dice Jesús y ”dejando luego sus redes, le siguieron!”
(Evangelio de Marcos 1, 17-18). Según el informe en el Evangelio
de Lucas, Jesús se gana la confianza de los pescadores mediante una enorme
recolección de peces, en contra de los vaticinios de los expertos pescadores. En
el texto original griego, en relación a esto, dice, repetidamente [respectivamente
“constantemente”] se habían desgarrado las redes, de manera que los peces podían
liberarse, lo que también puede ser entendido simbólicamente: Los animales aman
la libertad como los humanos. ¡Por esto aquellos debían terminar con la pesca!
Sin embargo la nueva traducción unitaria evangélica-católica (1984) ha elegido
una traducción menos obvia, según la cual, las redes “amenazaban con romperse”,
pero en la Biblia misma no dice nada, sobre si los apóstoles hayan asegurada y
vendida la pesca. En otra parte la Biblia asevera, que Jesús habría multiplicado
los peces para ser consumidos, paro también sobre esto, en el mensaje de Cristo
“Esta es mi palabra” se puede aclarar esto. Ahí se informa, que Jesús no había
creado peces vivos, “para que después fuesen sacrificados”. Según esto, crea
peces muertos de la sustancia espiritual de la tierra y referente a esto dice.
“Les di los peces muertos y les mandé comer al mismo tiempo el pan y los frutos,
para que notaran la diferencia entre alimento vivo y muerto, entre alimentos de
vibración alta y de vibración baja (completo en Das ist mein Wort,
Este es mi Palabra] pág. 384)
En general se podría plantear la siguiente tesis: Los animales quieren servir a
los humanos como a sus hermanos mayores, y del mismo modo, el hombre debería
servir sus hermanos menores, los animales. Cuando Jesús vivió durante 40 días en
el desierto “estaba con las fieras” (Marcos 1, 13) y de seguro que no los
cazó con arco y flechas y tampoco les lanzó jabalinas, si no, él entiende sus
lenguajes y vive en paz con ellos. Por un corto tiempo se hizo realidad lo que
predijo el profeta Isaías siglos antes: “Y reposará sobre él el Espíritu
de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia … Morará el lobo con el
cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará … el becerro y el león y la
bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará” (11, 2 y 6).
Fuentes
encubiertas (Capítulo 2)
Nunca degustaron
carne
¿La palabra de quien es válida?
La lucha por la verdad
Tiempos terribles para los animales
A los animales se les hubiera ahorrado muchos sufrimientos, si se hubiera escuchado a Jesús de Nazaret, quién a sus seguidores les mandó, no comer más carne. Pero en los evangelios de la Biblia se encuentran pocas huellas sobre su relación con la naturaleza y los animales, a caso en el relato sobre los pájaros bajo el cielo, que no se preocupan (Mateo 6). O en la parábola de la mostaza, donde de una sola semilla nace un árbol entero, en el cual pueden anidar los pájaros. Así será también con el venidero reino de la paz, que al principio es pequeño como un grano de mostaza y más tarde “es la mayor de las hortalizas” (Mateo 12). Y si Jesús en el desierto durante 40 días “estaba con las fieras” (Marcos 1). Entonces se entreve quizás algo del gran plan del hombre de Nazaret, de reponer el antiguo paraíso en la Tierra. Como Jesús en forma práctica, ha tratado con los animales y cuales son los pasos que cada uno puede dar en esa dirección, lo informa la Biblia de modo muy deficiente o incluso en forma errónea. Por esto nos referimos también a fuentes antiguas extra bíblicas, en las cuales se puede conocer más y en forma más exacta, por ejemplo, si los cristianos siguieron el mandamiento de Jesús de no comer carne.
Muchas
informaciones con respecto a este tema están recapitulados en el libro del
investigador religioso Carl Anders Skriver, Die Lebensweise Jesu und der
ersten Christen [El modo de vivir de Jesús y de los primeros cristianos] (Lübeck
1973), como por ejemplo, sobre Pedro, uno de los más conocidos
apóstoles de Jesús. Skriver cita a Pedro según las Homilías Clementinas,
Un escrito sobre el jefe comunal Clemente, que se originó alrededor del año 220
en Palestina. Según esto, Pedro declara, que vive de “pan y olivas” a los cuales
en parte les agrega verduras (XII, 6). Algo parecido también se informa
del apóstol Mateo. El padre de la iglesia Clemente de Alejandría (siglo
3), reconocido como fiable, tanto por amigos como enemigos, escribe sobre
Mateo, que éste “vivía de alimentos vegetarianos y no tocaba carne” (Paidagogos
[= “El pedagogo”, el primer libro ético cristiano] II. 1, 16),
al igual como el apóstol Matías, quién después de la muerte de Judas fue
incluido en el círculo de los doce apóstoles. Y el científico religioso Skriver
complementa, que según la certificación de los escritores del siglo 2, que
también los apóstoles Andrés, Felipe y
Tomás, como los evangelistas Marcos y Lucas fueron
vegetarianos.
Que al grupo original de los doce, prontamente también se unían también otros,
que llevan la responsabilidad principal del cristianismo original, esto lo
muestra el ejemplo de Jacobo, el hermano carnal de Jesús de Nazaret, el
primer dirigente de la comunidad originaria. En la Biblia, junto a los apóstoles,
simpatizantes de los animales, Pedro y Juan, es considerado como una de las tres
“columnas”, que gozan de la respectiva estima. Sobre Jacobo escribe el padre de
la iglesia Hegesipp (alrededor del año 180) “no bebió vino ni bebida
fermentada; ni tocó carne” (Eusebio, Historia de la Iglesia II, 23, 5).
La manera de vida de los primeros cristianos en Palestina, para muchas personas
es una piedra de escándalo. Pues antes como ahora, el templo con sus sacrificios
diarios de animales, es el centro religioso y político de la sociedad. Y en cada
una de las fiestas durante el año, se prescriben determinadas matanzas, y la
ingesta de determinadas partes de carne, en las comidas festivas, no sólo es
considerada como una costumbre de alimentación, si no, una obediencia frente a
Dios, quién habría ordenado esto. Por esto la vida amigable con los animales de
Jacobo y de la comunidad originaria es considerada como deserción de Dios y sus
mandamientos – un reproche por cuya causa es asesinado Jacobo en el año 62 d.C.,
mediante lapidación de parte de los seguidores de los sacerdotes de Jerusalén.
Su sucesor Simeón, un primo de Jesús, sigue fiel a esta tradición, para el bien
de sus semejantes y los animales, al igual que el sucesor de éste Justo (desde
107) (Skriver, pág. 15). Entonces se puede concluir, que los primeros
cristianos, por amor a los animales rechazaban los sacrificios y su ingesta.
Jesús de Nazaret, unos años
antes había aclarado al pueblo, que las prescripciones sobre los sacrificios no
provienen de Dios, si no de los sacerdotes, quienes imputaban esto a Dios. Y
Jesús dijo: “He venido a abolir los sacrificios, y, si no dejáis de sacrificar,
no se apartará de vosotros mi ira”
(30, 16), donde la palabra “ira” se refiere a la acción negativa, que le
sigue a la causa negativa de los sacrificios. Esta palabra de Jesús, esta
documentado en el Evangelio ebionita del cristianismo originario (a
comienzos del siglo 2), que la iglesia, aprox. 300 años después hizo destruir.
Sólo algunas frases se conservaron, las cuales el padre de la iglesia católica
Epifanio (315-403) en su libro Cajita de drogas contra toda enseñanza errónea (un
título cínico) (Panarion omnium haeresium 30, 16, 4-5). Epifanio
también informa, que a una pregunta suya formulada a los así llamados Ebionitas
(Nombrados así por un hombre llamado Ebión), del porqué rechazaban estrictamente
comer carne y todo tipo de culto de sacrificios, dijeron. Jesús lo habría dicho
así (Panarion 30, 18, 9), un esencial antiguo certificado sobre la manera
de pensar de Jesús de Nazaret.
Pero la gran mayoría de la humanidad prefiere escuchar a los sacerdotes, en vez
de, al hombre de Nazaret. El templo, en el cual son sacrificados los animales,
aún adquiere más importancia aún en los años 60, como una obra de arte. Casi al
mismo tiempo comienza la rebelión contra los romanos. Este, sin embargo, termina
en una catástrofe con más de 100 000 muertos y la destrucción del templo poco
después de su terminación en el año 70 d.C. De entre los sobrevivientes algunos
llegan a reflexionar, y en fuentes judías se puede leer: “Cuando fue destruido
el templo, aumentaron los abstinentes en Israel, que no comían carne ni bebían
vino” (Talmud, Baba Batra 60 b).
El fin de la guerra y del templo pudo haber significado un nuevo comienzo
para la sociedad, también en su relación con los animales. Pero justamente,
donde algunos, que se basan en Cristo y que por lo tanto son excluidos de las
sinagogas, de las casa de oración que siguieron en pié, aflojan poco a poco los
compromisos, y nuevamente se come carne. Así, por lo menos, se puede concluir de
un documento sobre los cristianos en Palestina a comienzos del siglo 2, la
famosa epístola del embajador Plinio al emperador Trajano. Plinio escribe
a Roma “la carne de los sacrificios, para la cual hasta hace poco casi no hubo
compradores, vuelve a encontrar venta en todos los lados” (Epistula X, 96).
Pero antes de que las personas en Palestina se hicieran llamar cristianos, y
nuevamente habían comenzado con el consumo de carne, en otras partes del imperio
romano se había rota la barrera protectora de los animales.
¿Cómo se llegó a esto? Después que, primeramente los cristianos tenían que
defenderse contra los sacerdotes judíos y sus seguidores, ya en el año 50 se
abre un nuevo frente. Un solitario, de nombre Pablo, comienza por cuenta
propia a conquistar personas a favor de Cristo, fuera de Israel (ver al
respecto el
El Teólogo Nº 5). Ya que Pablo, como seguidor de los
fariseos que perseguía a los seguidores de Jesús en Jerusalén, reinó
primeramente una gran alegría por su conversión. Pero pronto se producen los
conflictos entre la comunidad originario en Jerusalén y los neo convertidos, ya
que Pablo en muchos aspectos se desvía de las enseñanzas de Jesús de Nazaret,
por ejemplo, en su enseñanza que la fe es suficiente para la salvación del alma,
mientras que Jesús siempre hace referencia a la acción (ver al respecto
El Teólogo 8, comparación Nº 7).
In la Biblia este conflicto,
descrito falsamente de la siguiente manera, como si la cuestión fuese, si un
cristiano original debería adoptar todos los mandamientos y prescripciones
culturales judías, aún cuando no fuese judío por su nacionalidad. A estos
preceptos también pertenecía el consumo reducido de carne, que se orienta a
determinadas “concepciones de pureza”. De cierto en Israel existe una agrupación
como esta, que trata de unificar la creencia en Cristo y las ordenanzas judías,
sin embargo, en el conflicto entre Pablo y los apóstoles se trata de otra cosa.
Se trata de, si se toma a Jesús como modelo en todas las cosas que ha ordenado,
como lo querían los apóstoles. O, si no es determinante lo que Jesús ensañaba en
cada caso en particular, lo principal que se crea, que él nos ha salvado – como
lo quería Pablo (Sobre este tema se habla en forma más detallada en
El Teólogo Nº 5
– Como Pablo falsificó la enseñanza de Jesús).
De estas forma la comunidad original, hace tiempo había roto con los criterios
culturales de los judíos, porque Jesús lo había enseñado así. A esto pertenece,
que allí – en tanto que también se sigue a Jesús de Nazaret en este punto – por
consideración y amor a los animales, ya no se come carne. Distinto es en las
comunidades paulinas, que en su “redención” y “libertad en Cristo” también lo
entiende como libertad para comer carne, y donde el hombre no tiene que
preocuparse, como actuó Jesús de Nazaret. Pues, así dice Pablo: “Aun si a Cristo
conocimos según la carne [es decir, como humano], ya no lo conocemos así” (2
Corintios 5, 16).
En el concilio de los apóstoles de Jerusalén (aprox. el año 50),
finalmente se decide, darle a Pablo y a sus seguidores la siguiente condición:
Si ya se toman la libertad, de consumir animales, entonces por lo menos, como es
usual en el judaísmo, renunciar a carnes provenientes de cultos paganos, que aún
contenga restos de sangre (Hechos 15, 20). La observancia de estas
ordenanzas judías sobre la alimentación, según esto sería quizás una oferta de
compromiso de la comunidad originaria de Jerusalén a la comunidad fundada por
Pablo, que debería evitar que ambas corrientes se separen totalmente.
¿Qué sucedió ahora con este acuerdo? Para empezar,
Pablo está dispuesto, limitarse personalmente e incluso en sus cartas, por amor
a los vegetarianos renunciar totalmente al consumo de carne; lo hace por amor a
sus correligionarios de fe, que no se atreven a comer carne, ya que esta
anteriormente fue sacrificado a los dioses paganos (El amor por las animales y
temores de cultos, posiblemente estaban juntos como posibles renuncias a la
carne). Pablo los considera como “débiles de fe”, sobre los cuales habría que
tener ninguna consideración. “El débil no come carne” (Romanos 14, 2). Y
“Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o
se ofenda, o se debilite” (Romanos 14, 21). En otra parte anima a los
hombres, tomarse la libertad, para comer de todo “que se vende en la carnicería”
(1era de Corintios 10, 25). Con esto Pablo no se atiene a la imposición, y
su mensaje-“Cristo”, es adaptado totalmente a los círculos de elite del imperio
Romano, donde el consumo de carne es usual. Pero esto se pondrá peor aún.
Pablo mismo o uno de sus alumnos, quién escribe bajo el nombre de “Pablo”,
redacta una Epístola a Timoteo, en la, éste es advertido de las
“doctrinas de demonios” de los “mentirosos”: Estos estarían ordenando, evitar
alimentos, los cuales según el convencimiento de Pablo, respectivamente, de su
alumno, fueron creados por Dios, para que ellos “con acción de gracias
participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad.” Porque
todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción
de gracias (1era a Timoteo 4, 1-5). El consumo de animales, entonces es
bueno, si se – sencillamente hablando – no se olvide la oración previa. Así, es
interpretada esta cita bíblica hasta ahora, ¿y si en relación a esto, se refiere
al ser h u m a n o que también fue “creado” por Dios? ¿No podría
ocurrirse a alguien, apelando a la Biblia, querer santificar “carne humana”,
agradeciendo y rezando por esto a Dios? (El “caníbal de Rothenburg”, Armin
Meiwes, al comerse a su amigo Bernd Brandes, recordaba la santa cena, donde una
oblea hecha de harina es transformada previamente en la “sustancia “carne”, y le
es ofrecido al creyente como el supuesto “cuerpo de Cristo”).
¿Qué ha querido decir el autor de la carta a Timoteo, cuando escribe: “nada es
de desecharse, si se toma con acción de gracias”? Si se consulta el diccionario
estándar Religion in Geschichte und Gegenwart [Religión en la historia y el
presente], entonces la carta a Timoteo se dirige contra la “extensa
corriente ascética-vegetariana dentro de la comunidad, que recomendaba la
renuncia al consumo de carne, pero que se convertía en herética, donde lo exigía
(citado según Skriver). Hasta aquí la interpretación eclesial.
Sin embargo, si se investiga las numerosas fuentes extra bíblicas, entonces la
manera de vivir no es sólo una “extensa corriente”, si no la “corriente
principal”. Y, por lo tanto, en frente a esto los “engañadores” son Pablo y sus
alumnos; y en cuya sucesión la iglesia oficial, hasta hoy, observan el consumo
de carne como inofensivo e incluso lo apoyan.
Carl Anders Skriver escribe al respecto: “Uno no se imagina, la clase de combate
de aniquilación se ha llevado contra esta verdad vegetariana en el cristianismo,
desde 2000 años hasta incluso la ciencia de hoy día”
Este combate, por ejemplo, lleva a que la reunión eclesial de Ancyra en
el año 314 determina por decreto. “que aquellos, que fueron sacerdotes y
diáconos y se abstenían de consumir carne, deberían probarla, y de este modo, si
quisieran, vencerse a si mismos, pero si mostraran rechazo, de comer carne ni
siquiera mezclado con verduras … alejarlos del servicio” (citado según
Johannes Schümmer, Die altchristliche Fastenpraxis [La antigua practica
cristiana del ayuno], Münster 1933, pág. 32). Pero no iba a quedar con la
prohibición del ejercicio de la profesión.
El Dios de la iglesia, ya en el Nuevo Testamente de la Biblia provocó el cruel
destino, tanto de los animales como también de los distinto pensantes, lo que se
refiere a los animales, se muestra hoy [siglo 21] a toda las personas que
quieren verlo. Así por ejemplo, en la 2da epístola de Pedro, los que piensan de
manera diferente, son comparados con los “animales irracionales” nacidos para
presa y destrucción, perecerán en su propia perdición (2da epístola 2, 12).
En el Antiguo Testamento
(ver El Teólogo 8 (1d)) y donde los griegos,
con los animales por lo menos hay alguna excepciones, mientras que en el Nuevo
testamento no hay clemencia con los animales.
Una fuerte controversia libraron
los ebionitas provenientes de los cristianos originarios, con respecto a este
tema, en el año 400, con el combatiente eclesial de los herejes de aquel
entonces (el actual comisionado de sectas), Epifanio. Los ebionitas no comen
carne y se basan en Jesús de Nazaret, quién habría ordenado esto (Epiphanius,
Panarion omnium haeresium 30, 18, 9). También el antecesor de Jesús, Juan
el Bautista, de acuerdo a los ebionitas no consumía carne. Puesto que, en el
evangelio ebionita, nombrado así según aquellos, sobre él dice: “Comía miel
silvestre, cuyo aroma sabía a maná, igual a un pastel sumergido en aceite.”
El Evangelio de los ebionitas, que fue redactado por el año 110, es
notoriamente más antiguo que los manuscritos de los evangelios bíblicos
conservados hasta ahora y fue destruido en forma completa por la iglesia
católica. Que hoy día aún conozcamos algunas frases, se lo “debemos” al
comisionado de sectas Epifanio
quién, ante todo, se hizo famoso por combatir al conocido maestro de la Biblia,
Origenes. Epifanio acusa a los ebionitas de “mentirosos”, en su libro
Panarion omium haeresium (= Botiquín [cajita de remedios] contra toda enseñanza
errónea), y el hombre de la iglesia, cita por esta razón el evangelio aún
conservado en esa época. Juan no se habría alimentado – como ahí se cita – de
pastel de aceite (en griego enkris), si no de saltamontes (griego akris), como
dice en el
Evangelio de Mateo oficialmente reconocido por la iglesia. El reproche de
la “mentira” es, sin embardo, recíproco. Ya que el evangelio ebionita advierte,
que los manuscritos del evangelio de Mateo, que estaban cursando en esa época,
declarados posteriormente como “palabra de Dios”, fueron “falsificados y
mutilados”. ¿Enkris o akris – cual fue la palabra original? ¿Y quien miente? Lo
que si es seguro – que el padre de la iglesia Jerónimo, a finales del año 400,
informa sobre esto –, que para la iglesia oficial en formación se trata, de
torcer más y más las muchas tradiciones existentes, en el sentido de ella.
En los primeros siglos, en los
círculos eclesiásticos como criterio de la verdad, valía cunado una escritura
provenía de un apóstol. Una procedencia así también se puede simular, para
reivindicar, por ejemplo, un lugar en la Biblia en formación, de un determinado
escrito. Esto es evidente en el caso con la
segunda epístola de Pedro, que supuestamente proviene del apóstol Pedro
y, que por lo tanto, fue declarado por la iglesia como “palabra de Dios”. Pero
la ciencia que estudia el nuevo testamento, está bastante segura, que esta carta
no proviene de Pedro – pero muy raras veces se habla de una “falsificación”, si
no, se prefiere el hermoseante concepto “seudo epigrafía”.
¿Y que aporta esta falsificada carta, elevada por la iglesia como “palabra de
Dios”, al tema? El redactor con ocasión de insultar a los que piensan de manera
diferente, deja entrever, lo que piensa de los animales. Las supuestas
enseñanzas erróneas serían como “animales irracionales, destinados por
naturaleza para ser cazados” (2da de Pedro 2, 12) – una perversión de la
enseñanza de Jesús y su apóstol Pedro, quien según antiguas fuentes se
alimentaba en forma vegetariana de “pan y aceite de olivas”, a los cuales “a
veces le agregaba verduras” (Homilías de Clemente XII, 6; ver también la
falsificación en Los hechos de los Apóstoles 11, 7-9).
Pero esto empeora. En los tiempos que ahora siguen, el asunto no sólo queda con
el asesinato de imagen de los cristianos originarios o comunidades individuales,
las cuales, por ejemplo, fueron calumniadas en la 2da. Carta de Pedro. Los
asesinos de animales eclesiales, pronto también se transforman en homicidas. Un
ejemplo, para esto se relata donde Constantino, quién a partir del año
313, privilegiaba masivamente a la iglesia católica y hace perseguir al
movimiento de los cristianos originarios, a partir de 326, aún cuando él recién
en su lecho de muerte se convirtió al catolicismo. En este año fue decretado por
él la así llamada “ley herética”. Que prohíbe todo tipo de reuniones de
cristianos, también las privadas, que difieren del catolicismo. Aquel que a
partir de este momento ponía a disposición una habitación a los cristianos
originarios para reuniones, la casa, de éste deberá ser traspasada a la iglesia
católica-romana. De Constantino se relata, que a los que renunciaban al alcohol
y que se alimentaban vegetarianamente y que “enseñaban doctrinas falsas”, les
hacía verter plomo derretido en la garganta (Carsten Strehlow,
Vegetarismus/Veganismus als Bestandteil des Christentums
[Vegetarianismo/veganismo como parte del cristianismo], Berlín 2000).
En el combate contra la “falsa doctrina vegetariana”, la iglesia ya había
adquirido tenía experiencia. Así en el siglo 2 una parte del credo en el oriente
del imperio romano, por ejemplo, dice, que los nuevos feligreses al entrar en la
iglesia debían pronunciar: “Yo maldigo a los nazarenos, los testarudos, que
niegan, la ley de sacrificios que fue dada por Moisés, y que se abstienen de
comer criaturas vivientes y que nunca ofrecen un sacrificio”. Esta declaración
de fe le fue agregado a los Recuerdos Clementitos (citado según el libro del
investigador de Qumran Hugh J. Schonfield, Die Essener [Los Esenos], Fulda 1985,
pág. 99, que a su vez, hace referencia al conocido clásico de James Parkes, The
Conflict of the Church and the Synagogue, London 1934, pág. 398). Los
Recuerdos Clementinos, evidentemente son nombrados donde al padre de la iglesia
Hegesipo (aprox. año 180). A los judíos recién convertidos, no se les exigió una
claro distanciamiento de los “nazarenos”, una de las muchas comunidades
cristianas originarias o judías que fueron combatidos por la iglesia, y que
fueron mencionados en numerosas denominaciones.
Acoplando a esto, la inquisición eclesiástica del medioevo cuelga a las
personas, que se niegan matar animales. Como comprobación de su creencia, un
sospechoso debe matar públicamente a un animal. Del año 1051 se relata, que la
convención de obispos de Goslar, impuso la pena de muerte a algunos cristianos
originales que se negaban matar gallinas (Graf von Hoensbroech, Das Papsttum
in seiner sozial-kulturellen Wirksamkeit, [El papado en su actividad
social-cultural], Leipzig 1904, pág. 35). Como sospechosos ya se consideraba
el “aspecto pálido, lo que se relacionaba con la alimentación vegetariana
(Carsten Strehlow, Vegetarismus/Veganismus als Bestandteil des Christentums
[Vegetarianismo/veganismo como parte del cristianismo], Berlín 2000, pág. 55).
Y mientras que en el imperio Romano oriental donde el consumo de embutidos aun
es prohibido, lo alienta el cristianismo occidental con ahínco, y la situación
para los animales empeora cada vez más. Así, por parte de los santos eclesiales
Agustino y Tomás de Aquino se les deniega a los animales un alma inmortal. Con
esto automáticamente son excluidos de la salvación de Cristo. Y en este ámbito,
se crean los gremios de los carniceros eclesiales, y los vegetarianos son
acosados y perseguidos. Una base para esto es el Anatema del papa Juan III
(561-574) en el primer sínodo de Braga/Portugal “Si alguien considera como
impuro alimentarse de carne, que Dios le ha dado al hombre para su consumo …
renuncia a ella … éste sea excomulgado” (Cod. Alderspac. 184 membranac. Saec.
XIV., citado según Ignaz von Döllinger, Beiträge zur Sektengeschichte des
Mittelalters [Aportes a la historia de las sectasdel medioevo], Tomo 2, Munich
1890, pág. 295). Una excomulgación papal es una especia de condena a muerte,
ya que tenía como consecuencia la proscripción. El condenado es excluido de la
sociedad, pierde todos sus derechos y cualquiera lo puede matar sin ser
castigado.
¿Y que les sucede a los animales? En honor “san” Vicente, por ejemplo, cada año
se lanza, desde la torre de la iglesia en Manganeso de la Polvorosa, una cabra
viva. En otros lugares, en honor del santo patrono del lugar, arrean
innumerables toros por las calles y que al final de las festividades son
degollados. Estas crueles costumbres y tradiciones se originan en las
poblaciones católicas. Además a esto, para navidad y pascua, en todos los países
religiosamente acuñados, se consumen innumerables animales atrozmente
engordados, y en Francia, mayoritariamente católica, la asamblea nacional en el
año 2005 declaró como herencia cultural el “Foie de grass”, donde primero los
gansos son “atiborrados”, alimentados forzosamente mediante medios terriblemente
crueles. Mientras que la enseñanza católica está empeñada, justificar
teológicamente, en parte el terrible comportamiento de los humanos frente a los
animales, (por ejemplo Catecismo católico 2417 y 2418), mientras que en
la teología evangélica, este tema es mayoritariamente ignorado. Quizás sea
también una razón de psicología profunda, el terrible trato de parte de las
iglesias con los animales, ya que estos no son católicos, ni evangélicos, si no
solamente criaturas de Dios.
Ya que el tema “animales”,
respectivamente “sufrimiento animal” no aparece en el catecismo evangélico, no
es de extrañar, que gustosamente se trata de ocultar las huellas de la amistad
hacia los animales del cristianismo original. Por ejemplo, en la obra de
Eduard Hennecke, Neutestamentliche Apokryphen [Apócrifos
neotestamentarios], (segunda edición, 1924) se cita al padre de la
iglesia Hegesipo (aprox. año 180). Este testigo escribe aquí sobre el hermano
de Jesús Jacobo, el primer líder de la comunidad original de Jerusalén: “Él
no consumió vino ni bebidas embriagadores”. Pero el profesor Hennecke cita esta
fuente sólo en forma parcial, a lo que Carl Anders Skriver, llama la atención,
ya que donde Hegesipo se sigue leyendo “… y no comió nada, que tenía alma.” En
la 6ta. Edición
(1990), mientras tanto se cita nuevamente el texto en su forma completa.
PS: En la biblioteca de los padres de la iglesia, esta parte es traducida
como “… él tampoco comió carne” (unifr.ch/bkv/).
Pero lo que a muchos teólogos no les cabe en sus conceptos, posiblemente es puesto en duda, aún cuando la fuente es inequívoca. Así, por ejemplo, supone el teólogo evangélico Walter Bauer (siglo 20), profesor y editor de la obra estándar Handbuch zum Neuen Testament (Manual para el Nuevo Testamento), a caso, el padre de la iglesia Clemente de Alejandría (siglo 2), no haya confundido los nombres de los apóstoles (según Skriver, pág. 15). El escribe: “La opinión, que él [Mateo] haya sido un rigurosos vegetariano (Paidagogos II, 1.16: “Mateo vivía de semillas, frutos de los árboles y verduras sin carne”), tiene posiblemente su base en una confusión con el apóstol Matías …” Pero en antiguas fuentes se puede leer, que ambos, Mateo y Matías, fueron vegetarianos, y no sólo ellos. Según todo parecer no existen testimonios antiguos, que aún sólo un apóstol haya comido carne (a excepción del apartado Pablo). En frente a esto en muchos relatos dice que ellos renunciaban a la carne.
Este conocimiento sobre la manera
de vivir de Jesús y de los apóstoles, se arrastra subyacentemente por toda la
historia de la cristiandad y constantemente encuentra nuevos seguidores. Otro
ejemplo son los cátaros que se alimentaban vegetarianamente, que vivían
en el medioevo en el sur de Francia. Ellos – como muchos otros cristianos
originales – son cruelmente perseguidos y asesinados.
Hoy se puede considerar la tenencia masiva de animales a nivel mundial y el
record de ensayos con animales, como cruel remate de la tradición eclesial, que
ha separado al hombre, como “imagen de Dios”, de la naturaleza y los animales. Y
como culminación de todo, a esto se puede agregar, que en el año 2000 la mayoría
de los parlamentarios de los así llamados partidos C en Alemania (“c” de
“cristiano”) CDU y CSU (por sus siglas en alemán), se negaron a
aprobar la incorporación la protección de los animales en la constitución
alemana. Recién en el año 2002 se encontró una mayoría en estos partidos y la
constitución pudo ser ampliada con la protección a los animales. Pero como una
consecuencia de la falta del derecho fundamental, a comienzos del año 2002 fue
abolida la prohibición de la matanza sin anestesia, para carniceros musulmanes.
Al mismo tiempo, también a los carniceros judíos les fue permitido faenar
animales. Y también de otra manera, a pesar de la ampliación de la constitución,
para los animales prácticamente no ha cambiado nada.
Mientras tanto la situación histórica mundial ha
cambiado en muchos aspectos, y la naturaleza y los animales pertenecen cada vez
menos al hombre “caníbal”. Las catástrofes naturales tienen un notorio aumento,
y las enfermedades y epidemias causadas por el consumo de carne van en constante
crecimiento a nivel mundial. Constantemente, en la historia hubo intentos de
sacudir a la humanidad embrutecida y animalmente caníbal, contra la resistencia
de la teología y de la iglesia. Así también hoy, de parte de muchos grupos de
gentes y personas individuales, se advierte en forma enfática, de no continuar
con el comportamiento bestial frente al mundo animal. Ya que los animales sufren
y sienten como nosotros los humanos, en mayor o menor grado según su estado de
conciencia. Para el causante de este sufrimiento, el ser humano, esto más
temprano o tarde significa: Lo que siembra, esto lo cosechará, así la
advertencia. Concretamente: Lo que el hombre le hace a los animales, recaerá
sobre éste y le será hecho – si no se arrepienta a tiempo y seriamente y lo pone
de manifiesto con un nuevo comportamiento.
Hombre y
Animal: Fuentes ocultas (Capítulo 4)
“A caso no lo dijo el joven profesor de teología Ratzinger, aún no era obispo, cardenal o papa, en sus disertaciones frente a sus estudiantes de teología, al reno o a la liebre no le podría suceder nada mejor que ser cazado y llegar al plato del hombre, ya que con esto, el animal cumple su destino, que le ha dado el Dios creador.” (El ex profesor de teología católica Hubertus Mynarek en: Papst ohne Heiligenschein [Papa sin aureola celestial], edición especial, Odernheim 2006, pág. 4) |
A través de Jesús de Nazaret muchos de estos arranques positivos ya pudieron haber encontrado su culminación hace ya aproximadamente 2000 años. Ya que él aspiraba, partiendo desde Palestina, un imperio de paz mundial para el hombre, la naturaleza y los animales, tal como lo había dicho antes el profeta Isaías: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará … y el león como el buey comerá paja … Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora …” (11, 6-9). Pero un poco más tarde ingresó a la historia una nueva institución, que traiciona a estos ideales y que crea las bases espirituales, para la actual barbarie. Es el cristianismo eclesiástico, que en contradicción a las otras religiones y antiguas cosmovisiones, separa al hombre de las demás criaturas. Ahora se declara al hombre como elegido por Dios, que entraría al cielo si le mantiene la lealtad a la iglesia. Para los animales, esta nueva religión, no conoce un cielo y también ahora en la Tierra comienza para ellos un período de sufrimiento sin ejemplar, cuyo punto álgido y al mismo tiempo el punto crítico estamos experimentando ahora.
A la antigua cultura egipcia, con sus
pirámides, la miramos hoy muchas veces con asombro y reverencia. Egipto fue una
nación de sembradíos, en la cual muchos animales eran considerados como sacros e
incluso como forma de aparición de divinidades. Animales de tiro ayudaban al
hombre en la labranza, se comía muy poca carne, y, para poder solventar el
juicio de los muertos en el más allá, había que demostrar, no haber maltratado a
un animal en la Tierra.
También en el ámbito cultural griego, la cuna de Europa, se había
generado en las escuelas filosóficas una ética y moral elevada frente a los
animales. Los
órficos (siglo 7 a.C.), rechazan el consumo de carne, ya que perjudicaba
el regreso del alma a su patria. También los cínicos de vida acética
(siglo 4), que se ligan a Sócrates. Y con énfasis, el matemático, músico y
filósofo Pitágoras
(aprox. 570-500 a.C.) y el médico Empedokles (490-430 a.C.) se abogaban
por una vida humana vegetariana y amistosa hacia los animales. Es “La mancha
pecaminosa más grande que existe es quitar la vida y tragarse nobles miembros”,
así Empedokles. En toda la mitología folklórica de Grecia, los humanos, los
animales y los dioses están íntimamente ligados, y el dios superior Zeus, por
ejemplo, se puede transformar en u toro o en un cisne, de manera que en un
animal, también es posible encontrarse con un dios. A pesar de esto, en Grecia
se cazaba o se pescaba mucho y el poeta griego Oppiano escribió alrededor
del año 180 d.C. sobre esto en un tratado poético (Halileulica). Donde él
por lo menos se encuentran restos da la elevada ética sobre los animales,
cuando, por ejemplo, quiere defender a los delfines como “mensajeros divinos”,
para que no sean cazados y sobre los dioses griegos escribe: “Tanto como
condenan el asesinato de personas, los dioses odian a aquel que trae tortura de
muerte sobre los bondadosos señores de las profundidades”. Hoy día los delfines
sucumben, en el “planeta-papal” Tierra por cientos de miles en las redes de los
pescadores de alta mar, o son matados como “competidor” de los pescadores, para
luego ser transformados en alimentos para cerdos. Después de casi 20 millones de
años en la Tierra hoy día están en peligro de extinción. Como muchos otros
animales también. Ya que para el dios de la iglesia y otras religiones hostiles
a los animales, también los “mensajeros divinos” pertenecen a los “animales
irracionales, nacidos para presa y destrucción” (Supuesta palabra de Dios en
2da de Pedro 2, 12).
Poco antes de que se estableciera el cristianismo eclesial, la relación hacia
los hermanos menores de los humanos, en el ámbito de la Europa cultural, se
encontraba balanceado. Hubo un proclive y un contra, y aún no estaba claro, en
que dirección iba el desarrollo. Así, por ejemplo, en la Roma
republicana, una sociedad mayoritariamente ciudadana, casi ni se cazaba (la
diosa de la Luna y de la fertilidad Diana, siguiendo el ejemplo de del diosa
griega Artemisa, posteriormente también se transformó en la diosa de la caza) y
en Roma valía el ideal de la “virtud”.
¿Pero que incluye esta “virtud”? El comportamiento hacia los animales está
contenido en esto. Así el famoso cónsul Cato (95-49 a.C.) “nadie debe
tratar a los animales como si fuesen herramientas” un directo contramandato al
posterior derecho romano acuñado por el catolicismo, donde los animales son
considerados como “cosas”, lo que hasta ahora se ha mantenido en la
jurisprudencia europea. La caída comienza en Roma luego en la época de los
césares desde aproximadamente el año 50 a.C. cuando los círculos altos de la
sociedad se entregaban al consumo de carne y que para la entretención de la
población, se mataban animales en los circos. Contra esto protestaban los amigos
de los animales, como el filósofo
Horacio (65-8 a.C.) quien apelaba a sus conciudadanos. “¡Atrévete ser
sabio! ¡Termina con la matanza de los animales!” Contra el consumo de carne
también se dirigen, los hoy mundialmente conocidos filósofos Séneca (55
a.C.-40 d.C.) y
Ovidio (43 a.C.-17 d.C.), quien escribe uno de los más conocidos himnos a
los animales, el “Discurso de Pitágoras”, en la cual Ovidio representa el
convencimiento de del filósofo griego en un discurso ficticio. Y allí dice:
“¡Mortales, guardaos de manchar os con alimentos sacrílegos! Hay cereales y
frutas, que cargan las ramas de los árboles, las vides rebosan de uvas. Riquezas
os da la tierra en forma derrochadora, alimentación apacible, y también concede
guisos, que son libres de asesinato y sangre”. Debido a la crítica de la vida
licenciosa de la nieta del emperador Augusto, Ovidio es desterrado de Roma.
Las iglesias occidentales incluso lograrían algunos siglos después, bendecir el
libertinaje y los crímenes de los soberanos y estigmatizar como herejías y
prohibir, los conocimientos de las antiguas filosofías. Así, por ejemplo, un
agudo pensador como Plutarco (46-120) fue amenazado de muerte, si hubiese
vivido aproximadamente 300 años más tarde. Él les adjudica a los animales
entendimiento y derechos, lamenta que los hombres ingresan como ladrones en el
habitad de los animales, que no le han hecho nada, por ejemplo, los peces. Y si
el mundo habría sido creado para el hombre, así se burla, ¿entonces cual sería
el sentido de los insectos dañinos? La crítica va a los estoicos, entre los
cuales ya se destaca la posición especial de los humanos, que más tarde es
agudizado y ampliado por el cristianismo eclesial.
El cristianismo eclesial no se puede amparar con
esto en Jesús de Nazaret. El vivía junto con sus apóstoles, en forma
parecida a la comunidad judía de los
esenos, como vegetariano, y muchos de sus vivencias con los animales,
como los hermanos menores de los hombres, recién fueron descubiertos en los dos
últimos siglos. Una fuente esencial es, por ejemplo el Evangelio de los doce
santos, recibido como visión interior por el teólogo británico Theologen Gideon
Jasper Richard Ouseley, en 1881, y que sería similar a un evangelio original de
tiempos antiguos escrito en arameo. De hecho la ciencia eclesial conoce un
Evangelio de los doce, con lo cual algunos restos, que con una cierta
probabilidad pueden ser imputados a este evangelio, y que realmente coinciden
con pasajes del texto inspirado en el siglo 19. Incluso en la Biblia aun se
puede leer, como Jesús – similarmente como otros profetas antes de él (ver
por ejemplo, Oseas 6, 6; Isaías 1, 11.13; Jeremías 7, 21-23; Amos 5, 21-23)
– alzaba su voz, por ejemplo, contra los terribles sacrificios de animales
(por ejemplo Mateo 9, 13) y como hecha a los mercaderes de animales del
templo. Pero muchos animales en Israel, por razones religiosas, fueron
protegidos de ser sacrificados y consumidos. Y justamente el “defecto”, por el
cual fueron considerados como “impuros” (ver Levítico 11, 1-30), los
protegía. Bases religiosas también tiene el bestial mandamiento de la shechita
(la obligación de cortar la garganta de los animales sin anestesia y dejarlos
desangrar). Pero también en Israel existe una prohibición total a la cacería, ya
que al cazar no se puede matar a un animal en forma “correcta”. Así en el
Salmo 104, una alabanza de Dios, se muestra en forma maravillosa la
convivencia de los animales con los humanos en la libre naturaleza: “Tú eres el
que envía las fuentes por los arroyos; Van entre los montes Dan de beber a todas
las bestias del campo … El hace producir el heno para las bestias, Y la hierba
para el servicio del hombre, Sacando el pan de la tierra, Y el vino que alegra
el corazón del hombre El aceite que hace brillar el rostro, Y el pan que
sustenta la vida del hombre. Se llenan de savia los árboles de Jehová, Los
cedros del Líbano que él plantó. Allí anidan las aves; En las hayas hace su casa
la cigüeña. Los montes altos para las cabras monteses; Las peñas, madrigueras
para los conejos” (V. 10-11.14-18). Por esto al profanador de la
naturaleza y al cazador le llega el ay de Dios: “Porque la rapiña del Líbano
caerá sobre ti, y la destrucción de las fieras te quebrantará” amenaza, por
ejemplo, el profeta de Dios Habacuc en el siglo 7 a.C. (2, 17).
A esta fecha el gran profeta Isaías ya había dado a conocer su visión del
venidero reino de la paz, donde ni el hombre, ni las fieras, como antes, cazan:
“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el
becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los
pastoreará” (11, 6). El ser humanoa está llamado ahora vivir según esta
nueva ética, y también tiene validez. “El que sacrifica buey es como si matase a
un hombre” (66, 3). La relación contradictoria hacia los animales en
Israel, ya lo muestran los diferentes relatos de la creación, donde
originalmente los humanos y los animales fueron vegetarianos (Génesis 1,
29-31), pero al hombre, desde el diluvio con las autorización de “Dios” le
es permitido traer “temor y miedo” sobre los animales (Génesis 9, 2-4).
Esto depende, si los textos provienen de fuentes proféticas y de fuentes
sacerdotales, quienes exigen maltratos y sacrificios de animales.
Por lo que se pugnaba en el viejo Israel, se sigue pugnando socialmente en los
círculos culturales occidentales, para muchas culturas occidentales es algo
elemental. Al igual, como donde los filósofos griegos, donde Jesús o los esenos
se enseña, por ejemplo, también se enseña en el
budismo, el parentesco de todo lo viviente sacando de esto las
correspondientes consecuencias en protección a los animales. Del hinduismo
se sabe, que también razonamientos prácticos juegan un rol. De este modo Mahatma
Gandi llama a la vaca “la madre de India”, que “alimenta a sus hijos con leche,
que ablanda la tierra y la hace fructífera, y provee a as fogatas con sus bostas
secas”. Y de la China se relata que los campesinos vivían durante cuatro
milenios en forma vegetariana.
Incluso los germanos,
desprestigiados como “salvajes”, se alimentan durante los primeros milenios,
mayoritariamente sin carne. La “minoría de cazadores, prácticamente no tenían
participación en el desarrollo del culturismo. La crianza de ganado se limitaba
a los animales de tiro para el campo” (Wolfgang Baumgärtl, Die Germanen, in:
Lebensschutz Nr. 1/2001). El historiador romano Tácito (55-116) escribe:
“Los pueblos germanos del Rin se alimentan de manzanas y frutos del campo” a lo
cual, si es posible, se le agrega presas de caza.
Esto último en la iglesia, que hasta ahora está moldeada por productos
gramíneos, frutas y olivas, es considerado como “bárbaro”. Pero los influyentes
filósofos, que durante un cierto tiempo aún pudieron salir en defensa de los
animales, fueron masivamente combatidos por el progresivo cristianismo
eclesiástico, desde el siglo 2 hasta el siglo 4, y que finalmente fueron
amenazados de muerte. El principal doctor de la iglesia Pablo (aprox.
10-65), en parte aún defiende parcialmente una cierta elevada ética (por
ejemplo, redimir el mal con el bien). Sin embargo, Pablo rompe todos los tabúes
en relación a los animales, cuando escribe. “De todo lo que se vende en la
carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia” (1era a los
Corintios 10, 25). Los seguidores de la iglesia, quienes para su salvación
sólo deben “creer” y reivindicar algunos sacramentos (en especial el bautizo con
agua para sus lactantes), embrutecen progresivamente y se alejan cada vez más
del hombre de Nazaret, sobre él cual se convoca falsamente la iglesia. Así se
burla el profesor eclesial Arístides (aprox. año 150) sobre la
“insensatez” de los egipcios que “introdujeron como dioses aun animales
irracionales … no comprendieron que no son dioses” (Apología de Arístides 4).
Y el padre de la iglesia Clemente de Alejandría (aprox. 150-210) profiere
sus ayees contra los supuestos “ateos”, que honran nuestro planeta hogar, la
madre Tierra, y él blasfema: “Pero yo estoy acostumbrado a pisar la tierra con
los pies, y no adorarla” (citado según Karlheinz Deschner, Historia Criminal
del Cristianismo, tomo 1, Reinbek 1986). Pero en contra de esta barbarie en
desarrollo del cristianismo eclesial, en el siglo 3 otra vez se levanta una
poderosa voz.
El filósofo griego Plotin (205-270) y su alumno, proveniente de Líbano Porfirio (aprox. 234-304), desarrollan una éticamente alta visión general de la creación, según la cual todo proviene del espíritu. Ellos enseñan, que incluso la forma más primitiva de la creación, la materia, se refleja el espíritu y que el alma mediante una vida ética puede ascender y fundirse con el espíritu. Porfirio escribe en su libro Sobre la abstinencia de los seres animados, sobre como las almas más desarrolladas prescinden de la carne. El filósofo les reprocha a los cristianos eclesiásticos, haber “abandonado la herencia de los padres” y haberse “confeccionarse una nueva enseñanza sin salida, la que ni guarda fidelidad a la tradición griega ni a la de los judíos”. En relación a esto, el filósofo apunta a innumerables enredos, vacíos de conocimientos y contradicciones de la enseñanza de la iglesia y redacta la obra de 15 tomos Contra los cristianos – según el conocido historiados de la iglesia Adolf von Harnack “indiscutible la obra más extensa, que fue redactada en la antigüedad contra el cristianismo”. El primer historiador eclesial, el padre de la iglesia Eusebio (263-339), por esta razón, considera a Porfirio como “portavoz de los demonios”. Su obra es quemada por la iglesia católica, después que ésta, en el año 380 bajo el emperador Teodosio I, se transformó en la única iglesia estatal, de manera que se ha perdido a excepción de algunas citas en escritos de hombres de la iglesia.
La guerra de aniquilación de la iglesia en contra de las elevadas raíces espirituales y éticas del occidente, mientras tanto estaba en pleno fragor. El influyente senador católico-romano Firmicus Maternus exigió de los emperadores Constantino II y Constanzo, comprobado por primera vez en el año 347, la exterminación de las antiguas religiones y filosofías. Aun titubean los emperadores. Pero en el año 356 el imperio romano decreta la pena de muerte para el ejercicio de servicios divinos no católicos. Un crimen especialmente terrible de la iglesia, lo sufrió la conocida matemática Hypatia (*370) de Alejandría, una sucesora de Plotin y Porfirio, como cabeza de la escuela filosófica neo platónica, de cuyo ideario, nacieron en el siglo 19 en Inglaterra y en Alemania las primeras uniones de de vegetarianos. Hypatia, que hoy es considerada como “la mujer más importante de la historia de la ciencia del occidente” (Enciclopedia Brockhaus), en el año 415 es asaltada en la calle, por una enfervorecida turba de cristianos eclesiásticos, bajo el liderazgo del predicador católico-romano Pedro, y es arrastrada hacia la iglesia católica, y allí desnudada, apedreada y finalmente cortada en pedazos mediante trozos de vidrio. El patriarca de la iglesia católica-romana, Cirilo de Alejandría, previamente había dado su aprobación al plan del baño de sangre. Después de este terrible crimen hay una “hereje” y una intercesora para los animales, menos. Y su principal asesino, Cirilo de Alejandría, es canonizado en el siglo 19. La historia eclesial oficial hace referencia, que a pesar de esto “hasta el siglo 6 y 7, e incluso dura hasta el siglo 9”, hasta que todo el paganismo haya sido totalmente “aniquilado” (Karl Heussi, Kompendium der Kirchengeschichte [Compendio de la historia de la iglesia], Tubingia 1991, pág. 94). En realidad, más que otra cosa, la iglesia católica ha absorbido e imitado lo cultos del paganismo (ver El Teólogo N° 25). Y los defensores originales de esto también fueron asesinados, para enmascarar el origen pagano del la fe de la iglesia y sus prácticas.
En el lugar de los filósofos
griego-romanos éticamente elevados, la iglesia instala a sus propios teólogos, y
encabezando a todos, a partir del siglo 5to, el “gran” y “santo” doctor de la
iglesia, el padre de la iglesia Agustín
(354-430). Agustín como joven fue seguidor del maqueísmo – proveniente de
Persia – que quieren revivir los ideales del cristianismo original y vivir
vegetarianamente. Él pertenece a los oyentes, que recién paulatinamente se
familiarizan con la enseñanza del cristianismo original y para quienes vale el
reducido consumo de carne. Pero el posterior santo eclesial, prontamente se
vuelve contra sus antiguos maestros espirituales, los hace perseguir en forma
sangrienta y también encamina la próxima brutal época para los animales. El
“mérito” espiritual histórico de Agustín y de sus sucesores, es la posición
especial del humano en la creación como “semejanza de Dios”, con base en la
Biblia (“llenad la tierra, y sojuzgadla”, los animales son “irracionales”). En
frente a esto, los animales parecen como “lo contrario a la elección divina del
ser humano” (La cientista cultural Sina Walden). Agustín escribe, que el
cruel morir de los animales “no afecta al ser humano, ya que el animal carece de
una alma racional y por esto no están unidos al hombre, mediante una naturaleza
común” (De moribus ecclesiae catholicae 2, 12, 54, 59). El mandamiento
“No matarás”, presuntamente no afecta a los “animales irracionales” cuya vida y
muerte estaría “adaptado a nuestro beneficio” (De Civitate Dei I, 1.20).
Y también otras reglas de moralidad interhumanas no tienen aplicación para los
animales. Los animales jamás podrían llegar al cielo, y el vegetarismo sería una
“opinión hereje atea” (Vom katechetischen Unterricht 2, 29 [De la enseñanza
catequista]). “Abstenerse de la matanza de animales y destrucción de plantas”
según Agustín “es el colmo de la superstición”. Y a pesar de todo esto Agustín
habría vivido vegetarianamente. Evidentemente aún sabe, desde sus tiempos junto
a los maniqueos, de las consecuencias del consumo de carne.
Juan Crisóstomo (345-407) en el día, que combate la “consagración” de los
animales, quiere exterminar al paganismo y hace destruir muchos de sus templos.
A menudo, en la iglesia se hace referencia a algunos aspectos positivos de
hombres de la iglesia – ¿Pero que fue lo que se impuso en la iglesia? Sobre
Francisco de Asís (aprox. 1181-1226) se informa, que ha comprado a una
vendedora de peces vivos, para luego devolverlos al agua. Pero lo que quedó de
estos ideales hasta hoy, es carne enlatada de la carnicería franciscana y un
catecismo de la iglesia católica hostil a los animales, en el cual dice: “Dios
confió los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen.
Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección
de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y
en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales, si se
mantienen en límites razonables, son prácticas moralmente aceptables, pues
contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas” (2417). Y “es también
indigno invertir en ellos sumas que deberían remediar más bien la miseria de los
hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el
afecto debido únicamente a los seres humanos” (2418).
Para el “santo” padre de la iglesia Agustín, principalmente se trataba de la
negación de un alma inmortal de los animales y su función como seres útiles, lo
que fue retomado por el siguiente “gran” santo de la iglesia, Tomás de Aquino
(1225-1274) y que fue ampliado, para el sistema de enseñanza de la iglesia. De
esta manera “la vida de los animales y de las plantas, no para sí mismos, sino
para el hombre.” No importa si se trata bien o mal a los animales y “Nadie peca
por el hecho de valerse de una cosa para el fin al que está destinada”, o sea,
por ejemplo, un animal para el uso humano o su consumo (Summa II. 64. I).
Los animales no tendrían “habla” y no habría nada en sus almas que “posiblemente
podría seguir existiendo sin un cuerpo”. Y “en los animales no existe una ansia
hacia la eternidad ... Por esto el alma de un animal es incapaz de participara
en la eternidad del ser”. “Por lo tanto perece con el cuerpo” (Summa contra
gentiles II. 82).
A esta enseñanza dogmática de la iglesia católica-romana del doctor Tomás de
Aquino, más tarde puede apegarse el “ilustrado” Descartes (1596-1650) y
deshacer su relación; y de esto nuevamente pueden desarrollarse ensayos con
animales, mantener grandes acumulaciones de masas de animales, una cacería
despiadada y maltratos a los animalede todo tipo, sin ningún problema. Sin
embargo la culpa principal de esto lo tiene nuevamente la institución Iglesia.
Con sus misiones eclesiales en el resto del mundo, los cristianos eclesiásticos también llevan su ética barbárica a lejanos continentes, y propalan a nivel mundial el increíble sufrimiento para los animales. De este modo, por ejemplo los jesuitas importan al Japón, alrededor del año 1600, el consumo general de carne, lo que hasta ahora sólo se practicaba en los ritos ceremoniales de los guerreros samurai. “El primer matadero se instala en Nagasaki en 1621. Durante la propagación del cristianismo en Japón se consume carne proveniente de las carnicerías en todo el país” (Magazín Japonés Nº 4/2000), antes de esto se vivía en forma vegetariana. Y en América en los siglos 18 y 19 son cazado ciento de miles de búfalos para el entretenimiento de los conquistadores eclesiásticos europeos, para nombrar uno sólo de las correrías de robo de los conquistadores católicos o evangélicos, que cada vez más se toman el globo terráqueo.
El hinduista Mahatma Gandhi, un seguidor del sermón de la montaña de Jesús de Nazaret, declaró el 8.9.1920: “Es mi firme convicción, que la Europa actual no realiza el espíritu de Dios ni el cristianismo, si no el espíritu de Satanás. Y Satanás tiene el éxito mayor, donde aparece con el nombre de Dios en sus labios … Yo opino, que el cristianismo europeo significa una calumnia del cristianismo de Jesús” (citado según W. Gabriel, Gandhi, Christus und die Christen [Gandhi, Cristo y los cristianos] Halle 1931); también en: Indische Geisteswelt, Band I, Glaube und Weisheit der Hindus [Mundo espiritual hindú, tomo I, Fe y sabiduría del hinduismo], editor Helmuth von Glasenapp, editorial Holle, Darmstadt 1958, pág. 280). Burlarse de Cristo por parte de las grandes iglesias, como lo describe Gandhi, significa también un sufrimiento y terror inmensurable hasta el presente, para los animales. Aunque, a partir del 2002 está anclado en la carta fundamental de Alemania la protección a los animales, prácticamente nada ha cambiado para ellos (ver al respecto, un afiche del año 2000 [CDU.htm]). Con la creación de los masivos criaderos de animales industriales y sus excesos después de la segunda guerra mundial; de los ensayos con animales cada vez más bestiales y la cacería sin piedad, las consecuencias de la enseñanza de la iglesia sobre la posición especial del hombre, ha alcanzado en la historia un punto álgido hasta ahora desconocido. Este punto álgido es, sin embargo, al mismo tiempo el punto del regreso. Ya que la naturaleza y sus elementos, ya obedecen cada vez menos, a la autodenominada “crown of creation”, y las enfermedades y plagas, causadas por este trato bestial, atacan cada vez más al ser humano. El hombre, por lo tanto está perdiendo el control sobre la naturaleza. Y el sufrimiento al cual son sometidos los animales, recae sobre el hombre en forma cada vez más rápida.
Al mismo tiempo, por intermedio de
un mensaje una profético del año 2001 se habla de un nuevo pacto entra Dios y
los animales. Presumiendo, esta profecía, realmente proviene del espíritu de
Dios, también se cumpliría una profecía del final de los tiempos del profeta
judío Oseas: “En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo,
con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra
arco y espada y guerra, y te haré dormir segura” (2, 18).
En nuestros actuales tiempos, cada vez más personas toman conciencia, en que
abismo ha precipitado la enseñanza eclesial de la posición singular del hombre,
a éste mismo y a las demás criaturas. También muchos de dan cuenta, que más
cosas que existen “entre el cielo y la Tierra” de lo que es capaz de abarcar el
presumido teólogo con sus pensamientos intelectuales limitados. Cooperar, que en
esta Tierra sea posible una convivencia de los seres humanos con los animales en
consonancia con la naturaleza, esto ya fue una exhortación de Jesús a sus
apóstoles y seguidores. Y nuevamente, después de 2000 años, existe una nueva
chance para escuchar los gritos de auxilio de los animales y por lo menos
reparar algo del sufrimiento, que los hombres les han causado a los animales.
Link:
Revista “Der Theologe”, editor Dieter Potzel, edición Nº 7: Jesús y los primeros cristianos fueron amigos de los animales, citado según www.theologe.de, redacción del 7.8.2022 |
Los escritos de DER THEOLOGE (EL TEÓLOGO), en sus ediciones N° 3, 8, 70, 100 y 119 se pueden recibir gratis en lengua alemana, también en la edición impresa. Envíenos un e-mail con su dirección y recibirá dichos escritos gratuitamente. Pero nos alegraríamos mucho si nos ayudase financieramente: Cuenta corriente: Dieter Potzel; Código de identificación bancario (BIC): GENODE61WTH, Número internacional de cuenta bancaria (IBAN): DE06 6739 0000 0002 0058 08, Razón: "Der Theologe". Muchísimas gracias. (Costos propios aprox. 10,00 Euros) (Protección de datos) |
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