Tampoco en la Biblia
El Teólogo N°19, actualizado en 7.8.2022
La enseñanza de la condenación eterna no es de Jesús. Y tampoco corresponde al testimonio general de la Biblia. Esta es una enseñanza de fe de la Iglesia católica-romana respectivamente, la enseñanza de fe evangélica luterana, y es proyectada por las Iglesias dentro de la Biblia y a las expresiones de Jesús.
¿De qué se trata en estas enseñanzas eclesiásticas? La Iglesia católica-romana ha definido de forma clara esta enseñanza como su verdad de fe, lo que, por ejemplo, se puede leer en el libro de Josef Neuner – Heinrich Roos, La fe de la Iglesia en los documentos de la promulgación de la enseñanza, revisada por Karl Rahner y Karl-Heinz Weger, edición 13, Regensburg 1992. Aquí esta creencia está documentada en las enseñanzas Nº 891-905. Eternamente condenados son entonces todos aquellos que no aceptan de forma total toda la enseñanza de la Iglesia católica-romana y que no tienen la disculpa de un "desconocimiento sin culpa." Las bases para esto se encuentran con más detalles en el El Teólogo N° 18.
La Iglesia evangélica luterana y las otras Iglesias evangélicas no han cambiado nada en lo esencial de esta enseñanza. Pero sí han definido de forma distinta el circulo de la "condenación eterna". Muchos condenados eternamente desde el punto de vista católico, según esto serían salvados por la fe que les sería regalada después de escuchar el sermón y de haber recibido los sacramentos evangélicos (Confesión luterana de Augsburg, CA V). Pero a los eternamente condenados desde el punto de vista evangélico-luterano, les va de forma especialmente dura, ya que no pueden cambiar su destino voluntariamente (Confesión de Augsburg, CA XVIII). Ellos son llevados directamente al infierno por el mismo diablo, como también lo expone Martín Lutero en su escrito "De la voluntad doblegada" (ver martin-lutero_jesus-cristo). Además, la Iglesia evangélica luterana ha borrado el "Purgatorio" como pre-etapa para el cielo, de manera que después de la muerte hay lo siguiente: "blanco" o "negro", mientras que la Iglesia católica-romana para un tercer grupo de personas cree en el "purgatorio", antes de entrar en el cielo.
Especialmente grotesca se presenta la situación para los teólogos protestantes o predicadores, quienes en parte sustentan con vehemencia la enseñanza de la condenación eterna, y para reforzar esto mencionan numerosas citas bíblicas que aparentemente documentan esto. Según el convencimiento de la Iglesia católica romana, justamente aquellos defensores de esta terrible enseñanza pertenecen al bando evangélico protestante, siendo más tarde ellos mismos los que van a ser los eternamente condenados, si ellos, "antes de su muerte, no se unen a ella [la Iglesia católica-romana], como se puede leer en su enseñanza" (Nº 381).
Índice
Tortura y ejecuciones de disidentes
Incremento de la tortura hacia lo infinito
Engañosa "conversión" de último minuto
¿Satanás es
más grande que Dios?
Todo es
restaurado
En el "Seol", o bien, "Gehena": Esperando la ayuda
de Dios
El infierno
como destino para teólogos
Lugar de
castigo no definitivo
Cristo tiene las llaves del Hades
No hay pruebas
en la Biblia
Siembra y
cosecha
"[La santa Iglesia romana, fundada por la palabra de nuestro Señor y Salvador,] cree firmemente, confiesa y proclama, que nadie fuera de la Iglesia católica, ni pagano, ni judío ni ateo o alguien separado de la unidad – será partícipe de la vida eterna, mas bien será abandonado en el eterno fuego, que le es preparado al diablo y a sus ángeles, si no se adhiere a ella (la Iglesia) antes de su muerte." "Él (Jesucristo) vendrá al final del mundo para juzgar sobre vivos y muertos, para la venganza a cada uno según sus obras, a los desechados como a los elegidos. Todos ellos resucitarán con su propio cuerpo que tienen aquí, para que reciban los unos, junto al diablo, el castigo eterno y los otros recibirán la eterna gloria junto a Cristo, según sus buenas o malas obras … Pero aquel que muera sin arrepentimiento en pecado mortal, será sin duda atormentado por siempre en el ardor en el infierno eterno … Además determinamos: Como Dios lo ha ordenado en general, las almas de aquellos que fallecieron en un real pecado mortal [Nota: A la que pertenece, por ejemplo, salirse de la Iglesia], descenderán de inmediato al infierno. Donde serán martirizados con tormentos infernales".
"Aquel que diga y cree que el castigo de los espíritus malos y de los
hombres sin dios, sea sólo temporal y que después de cierto tiempo termina y
que después vendría una completa reposición (Apocatastasis) de los espíritus
malos y de los hombres sin dios, éste sea excluido"
[Nota: = anathema sit = éste sea
maldito, respectivamente, condenado eternamente].
"También se enseña, que nuestro Señor Jesucristo llagará en el día postrero, para juzgar y despertar a todos los muertos, (para) darle a los creyentes y los elegidos vida y felicidad eterna, pero a los hombres sin Dios y los diablos condenarlos al infierno y al castigo eterno. Por esto los que rebautizan son desechados [damnant = malditos] que enseñan, que los diablos y los hombres no tendrán un martirio y un tormento eterno." (Confesión vinculante de la Iglesia Evangélic-Luterana en la Confesión de Augsburgo 1525, CA VXII, reforzado por Martín Lutero en si confesión del año 1528; citado según: Las escrituras de la confesión de la Iglesia evangélica-luterana, Göttingen 1982, pág. 72)
La confesión
de fe de la Iglesia evangélica luterana, enseña además,
"que la libre voluntad y la razón en
asuntos espirituales, no tienen poder"
(por ejemplo Apología de la confesión de fe XVIII, pág. 312).
Según esto, para la salvación y para evitar la eterna condenación, se
necesita al "Espíritu
Santo", que es gestionado por la
prédica y los sacramentos oficiales
(por ejemplo, CA V), con lo cual también aquí (como en la Iglesia
católica-romana) la gloria está ligada a la institución Iglesia. |
Tortura y ejecución de disidentes
A estas enseñanzas
eclesiásticas del Más allá corresponden en parte terribles prácticas
eclesiásticas en el aquí. Así profesores eclesiásticos, con el correr de la
historia de la Iglesia han inventado métodos de tortura y ejecución bestiales en
contra de personas que pensaban de forma diferente, legible, por ejemplo, en
inquisicion.htm.
A
continuación sólo un extracto de estas prácticas:
»Existió por ejemplo, la tortura del agua. El cuerpo del acusado era atado a una tabla inclinada o colgado de sogas estirado horizontalmente y sólo apoyado en la mitad del cuerpo por un taburete. Entonces la víctima tenía que tragar una cantidad enorme de líquido: 6 litros en la tortura de agua menor y 12 litros en la tortura de agua mayor. Aquel que apretaba sus dientes, su boca era abierta por el verdugo mediante una barra de hierro. Este continuaba vertiendo agua dentro de la boca del torturado. Muchas víctimas se asfixiaban, o simplemente se reventaban, ya que el ano y la uretra eran taponadas … También la llamada "balanza de Judas" tenía su peculiaridad. Las víctimas mediante poleas, eran subidas y sentadas en la punta de una pirámide de madera. Todo su peso descansaba sólo en la vagina o en el ano, los testículos o el coxis. El tormento era aumentado mediante el izamiento y el descenso de la víctima, lo columpiaban o lo dejaban caer continuamente sobre la punta de la pirámide … Ya sólo con enumerar las herramientas de tortura – los torniquetes para los pulgares y las rodillas; los bozales de hierro; las herramientas para las marcas al fuego; las cadenas para el cuello; los "rosarios" que les eran colgados al cuello (de un metro de largo, peso aproximadamente 8 kilos); los anillos de hierro cerrados en la nuca del hereje; las jaulas de hierro, las prensas y los torniquetes para cabezas; las cadenas de flagelación; los cuellos con espinas de hierro, los cinturones provistos de agudas espigas; etc. etc. – puede atestiguar la pasión inventora de los inquisidores y sus ayudantes, demuestra la destacable y monstruosa "pasión por la crueldad" del cristianismo eclesiástico frente a todas las otras religiones. Se los amurallaba – como señal de clemencia de los tiranos – se les dejaba morir lentamente por inanición; se les ahogaba en barriles llenos con orinas y excrementos. Se les cortaban o aserraban sus lenguas o se las quemaban, se asaban a los herejes sobre parillas al rojo o se les asfixiaba mediante humo de paja en combustión. Después del invento de la pólvora se hacia explotar esta en sus cercanías, de manera que se abrían los pechos a las pobres víctimas. El "espíritu" de la crueldad encontraba cada vez nuevos medios para aumentar el tormento de las víctimas de los inquisidores« (citado según Hubertus Mynarek, Die neue Inquisition [La nueva inquisición], Marktheidenfeld 1999).
Los seguidores de minorías religiosas, ya en su época fueron perseguidos y asesinados con una vileza inimaginable por las Iglesias. El intento ocasional de justificación eclesiástica, que los disidentes fueran ejecutados por las autoridades estatales y no por las autoridades eclesiásticas, la Iglesia habría intercedido por la "protección de la vida", ya es una falsificación de la realidad que en su cinismo es insuperable. De hecho, fueron las autoridades eclesiásticas, o bien las enseñanzas correspondientes de la Iglesia en primer término, las inspiradoras o las guías directas de estas directrices.
Así en el diccionario evangélico Theologische Realenzyklopädie, Bd. XVI, Berlin, New York 1987: "Todavía en el siglo 12, decía en el derecho canónico, que una confesión no podía ser obtenida mediante tortura" (pág. 192), donde principalmente se trata de "tablas de estiramiento, horca de balanceo [Wippgalgen] quemazón de las plantas de los pies" (así también el diccionario estándar evangélico Religión en la Historia y en el Presente, RGG). "Desde los años treinta del siglo 13, ella [la tortura] llegó a ser aplicada en algunos juicios y fue posteriormente y expresamente, tolerada por el [papa] Inocencio [IV] mediante la bula Ad extirpanda (1252) …" Y más tarde dice de forma más clara: "La inquisición ha jugado el papel de predecesor en la aplicación de la tortura en asuntos religiosos, y sus reglas se transformaron en normas". En otras palabras: La tortura entró por imposición en los procesos de la inquisición católica, por las creencias de los acusados.
Ya que la víctima sólo podía ser torturada una sola vez en un proceso, el procedimiento "después de cada sesión era suspendido y ´continuado` posteriormente", "de manera que se podía llegar a muchos días de tortura, que sólo era considerado como una sola tortura". Además, dice literalmente en la Enciclopedia teológica Real: "Las confesiones que se hicieron bajo tortura, no tenían valor si a continuación no eran hechas fuera de la cámara de tortura: Una confesión así realizada era considerada como dada libremente y no bajo coacción. El que insistía en retirar su confesión, era tratado como un hereje sin capacidad de arrepentimiento y de acuerdo a esto, condenado a ser quemado vivo".
La víctima de la Iglesia en estas situaciones, no tenía ninguna oportunidad incluso si el afectado hubiese sido inocente según la enseñanza de la Iglesia. O bien se hacía "confeso" (bajo tortura) o como "hereje incapaz de arrepentimiento" (después de una revocación) ejecutado como hereje. Para esto, el torturado y "convicto" disidente era entregado, por la autoridad de la inquisición eclesiástica, a los organismos de condenación "mundanos" para su ejecución. También los verdugos estatales y sus superiores no querían otra cosa que ser fieles hijos e hijas de su Iglesia. No obstante tenían claro, que la muchas veces expresada "petición de protección" del condenado por el tribunal inquisitivo, era sólo una hipócrita y cínica fórmula vacía, con la cual la Iglesia quería despertar la apariencia que ella no se mancha con sangre. La enciclopedia para teología y religión (1996) católica-romana escribe con respecto a este contexto, inequívocamente: "Hay que tener en consideración que la entrega se realizó al brazo mundano, para la hoguera, ya que a la Iglesia no le estaba permitido ejecutar justicia de sangre, pero la aquí expresada petición para la protección de la vida prácticamente no podía ser hecha valedera, ya que aquellos que no autorizaban esas ejecuciones eran a su vez, excomulgados y acusados como herejes" (pág. 528). Si una autoridad estatal hubiera tomado en serio la "petición de protección", a continuación hubieran sido acusados también sus representantes y los hubieran ejecutado.
Incremento de la tortura hasta lo infinito
Un incremento de la aquí expuesta o bien insinuada persecución "terrenal", muchas veces sólo era imaginable por la expansión de las crueldades a lo infinito. Y aquí podría existir una raíz de psicología profunda esencial de la enseñanza de la condenación eclesiástica. Es un sadismo perverso de perpetradores de la Iglesia en los tribunales de la inquisición, muchas veces comprobado. También las arriba expuestas prácticas judiciales cínicas muestran esto. Además se adicionan los métodos de tortura y de ejecución difícilmente expresables mediante palabras bajo los ojos de los torturadores, como se puede leer en inquisicion.htm. Más aún – hablando en general – se puede documentar el afán de querer aumentar cada vez más los tormentos de las víctimas. ¿Pero que sucedía si la víctima moría durante las torturas o cuando se había efectuado la ejecución? Entonces un sadismo impulsivo – presumiblemente en relación a una máxima excitación sexual – no podía seguir siendo aumentado o eventualmente satisfecho, máxime en caso de personas con un fuerte impulso enfermizo a la necrofilia. Otro incremento sin embargo, sería mentalmente posible bajo la condición que la víctima no se habría liberado de sus bestiales sufrimientos sino que, ahora comenzarían tormentos más brutales y que nunca terminarían – ni un momento y sin pausa. Esta posibilidad de pensamiento sádico ya insuperable, les ofrece a estas personas enfermizamente criminales, la enseñaza de la Iglesia católica-romana. Como verdad de fe "inamovible" e "infalible". Se trata de la enseñanza de la Iglesia de la condenación eterna, que posteriormente también fue adoptada por las Iglesias evangélicas.
A los señores de la Iglesia, no les bastó enviar a disidentes a un supuesto "eterno fuego infernal". Ellos ya querían ver de cerca en la Tierra, como sus semejantes agonizaban quemándose vivos con dolores indescriptibles.
Los pensamientos aquí expuestos son un principio, para explicar los horrores, partiendo de los métodos de tortura y ejecución para concluir con la enseñanza de la condenación eterna. Desde el punto de vista de la psicología profunda también está comprobada la conclusión contraria, que desde la enseñanza de la Iglesia sobre condenaciones eternas, se llega a la tortura y el asesinato. Así por ejemplo, el navegante y descubridor Cristóbal Colón que la "esclavización de los no cristianos estaba justificada bajo el fundamento de que los paganos de todos modos, estaban destinados a la condenación eterna" (Friedhelm von Othegraven, Litanei des Weißen Mannes [Letanía del Hombre Blanco], Struckum 1986, pág. 102). Colón por esta razón, secuestró a innumerables indígenas sin mayores remordimientos y los deportaba a España. Sólo en Febrero de 1495, envió cuatro barcos con 500 indígenas cada uno, entre los 12-35 años (pág. 101). Uno de los clientes para la compra y venta de esclavos, fue el obispo católico-romano Rodrigo de Fosca.
Los indígenas fueron generalmente esclavizados o ejecutados por los conquistadores católico-romanos. Favorito era el ahorcamiento simultáneo junto a la quema en grupos de a 13 "en honor a Cristo y los 12 apóstoles". Los pies alcanzaban apenas a tocar la leña de las fogatas. Al quemarse la madera, al mismo tiempo la soga alrededor de los cuellos, se encogía. Esto no fue tan terrible para los cristianos eclesiásticos. Ellos enviaban a los no católicos con la ejecución, sólo algo más rápido hacia la "condenación eterna", donde para las víctimas de la Iglesia podría ser mucho más terrible. Y con esto además, tenían la gran "oportunidad" de convertirse a la Iglesia durante la lenta agonía y evitar así la condenación eterna. Además ahora en la Tierra, ya no podían seducir a nadie al "falso credo". O sea, para alguien que cree en la enseñanza de la Iglesia sobre la condenación eterna, no sería una cosa tan terrible …
Fundamentalmente se puede partir de que la enseñanza de la condenación eterna contribuía a un salvaje desenfreno de los jueces de fe eclesiásticos y sus esbirros, frente a los que según su opinión, están afectados por la condenación eterna. Porque según la enseñanza de la Iglesia católica y evangélica, también los perores inquisidores y torturadores podían partir desde la base de que todo lo que les hacían a sus víctimas no era ni de cerca tan terrible, como aquello que les sucederá después de muertos, en el infierno. Esta enseñanza incluso puede llegar a que el inquisidor eclesiástico podía idear, con buena conciencia los peores métodos de tortura, lo que en realidad también sucedió. Él puede justificarse en este medio religioso que ha hecho todo lo humanamente posible para que la víctima se someta a la Iglesia en los últimos minutos de su vida y para que aquel evite la condenación eterna.
Resumiendo se
puede decir: Si se debería suponer más una relación causal de causa-efecto de la
inquisición hacia la enseñanza de la condenación eterna, o de lo contrario de la
enseñanza de la condenación eterna a la inquisición, no puede ser respondido en
forma definitiva. Una posible interacción no puede ser negada.
Engañosa "conversión" de último minuto
En qué medida la Iglesia se puede basar en la Biblia con sus enseñanzas de condena, es considerado discutible. En contradicción a la Biblia están primeramente los criterios de selección de la Iglesia para la gloria o condenación. Ya que en la Biblia, tanto en el antiguo como en el nuevo testamento se enseña la ley de Siembra y cosecha. Según esto, quien cosecha el bien, es quien antes ha sembrado el bien. Y aquel cosecha maldad, es que antes ha sembrado maldad (ver reencarnacion.htm). Esta idea la ha incluido la Iglesia en su enseñanza cuando por ejemplo, la Iglesia católica enseña, que aquel que muere en grave pecado, o bien en pecado mortal, irá al infierno. Sin embargo, de acuerdo a la enseñanza tanto católica como evangélica, existiría la posibilidad de un giro de 180° del infierno al cielo, si en último minuto, se da un perdón por un sacerdote o un pastor en el lecho del moribundo. De esta manera por ejemplo, un asesino en masa, podría llegar al cielo. Sus víctimas si tendrían que ir al infierno si no fuesen conscientemente católicos o protestantes. Estas enseñanzas sin embargo, no tienen nada que ver con la Biblia. Esto está profundamente almacenado en el subconsciente del hombre después de siglos de adoctrinamiento, lo que también por ejemplo, certifica el animador de televisión católico Harald Schmidt, en una entrevista cuando dice: "En el lecho de muerte todos se convierten al catolicismo. Esta experiencia la tuve yo personalmente, porque durante mi servicio civil, estaba ocupado en una parroquia. Allí el sacerdote fue llamado a gritos por los llamados ateos al hospital, cuando el tumor estaba ya en su último estadio." (Entrevista con la revista "Weltwoche", citado según idea-spektrum N° 30/31/2005)
Pero la minoría de los que mueren de esta manera, realmente toman consciencia de las amplias condiciones que ata la Iglesia a la entrada al "cielo" por ella enseñada, y cuáles son los criterios de exclusión. Otros católicos no lo saben durante toda su vida. Visto así, el cura elevará al converso de último minuto y a varios otros quizás con palabras en dirección al cielo. Pero en su fuero interno, sabe que a pesar de todo lo debe enviar al infierno. Y muchos sacerdotes reprimen esta discordancia y anteponen el "misterio de Dios" y algunos ahogan esto, con mucho alcohol. Determinante es, que en situaciones tan dramáticas como estas, la Iglesia hereda la fortuna del fallecido. Porque para estafar la herencia a éste, desde el punto de vista de la Iglesia, se le hace creer que así evitará eventualmente la perdición eterna, o acortar su estancia en el purgatorio (ver Will Durant, Kulturgeschichte der Menschheit [Historia Cultural de la Humanidad], tomo 6, Munich 1978, pág. 454).
El Teólogo Nº 18 enumera ejemplos en relación a quienes, según la enseñanza de la Iglesia católica-romana, deben ir al infierno. Esto – como ya se dijo – no es bíblico, pues en la Biblia se trata del comportamiento de ser humano durante su vida terrenal, y no de creer como ciertas, algunas enseñanzas de fe o dogmas, o de supuestas misiones de salvamento de último minuto.
¿Es Satanás más grande que Dios?
En esta parte primeramente queremos de forma breve poner en claro, lo que nosotros como redactores de este texto creemos. Nosotros no creemos en una condenación eterna. Y tampoco tiene importancia, si las enseñanzas de las Iglesias pueden documentar bíblicamente un infierno infinito, parcial o no. Puesto que no reconocemos por razones éticas-morales a un Dios, que a partir de un momento dado se aparta por toda la eternidad de una gran parte de sus criaturas, aún cuando estos claman en forma desesperada por Él. Para nosotros un dios así que niega su ayuda a personas condenadas eternamente, es un ídolo demoníaco, más bien el "mismísimo" dios del submundo. Ya que se decidiría activamente, a partir de un momento dado, no hacer nada por los "condenados". La creación estaría para siempre dividida, en glorificados y eternamente condenados. Si uno trata de imaginarse este sufrimiento, entonces se podría suponer que ningún ser humano, o bien alma, podría aguantar esto. Pero la Iglesia sí enseña esto. Y si esta enseñanza fuese cierta, entonces con esto, lo satánico sería más grande que el amor de Dios. Porque habría separado una gran área de la creación de Dios, e incluso se debería suponer que ésta sería mucho más grande que aquella que quedó para Dios, respectivamente la que regresaría hacia Él. Si entonces existiera una eterna condenación, como lo enseñan las Iglesias (la Iglesia católica inclusive como verdad "infalible"), y allí habría mucha más gente que en el cielo, como también suponen las Iglesias, entonces el "diablo" habría obtenido una clara victoria sobre Dios y también se podría exponer así: Si realmente existiera una condenación eterna, entonces el pecado tendría más poder que el amor de Dios. Y también significaría: Dios sería finalmente un Dios cruel, porque a muchos o quizás a la mayoría de sus hijos los cuales por ejemplo, sufren cruelmente, se arrepientan amargamente y ansiosamente pidan rectificar todo el mal, son ignorados por todos los tiempos. O sería por lo menos, el Dios vencido por Satanás y ya no puede hacer nada por estas personas más bien, las almas.
Esta enseñanza de la eterna condena es católica-romana o evangélica. Pero no es cristiana. Puesto que Jesús no ha enseñado a un Dios así. Si no Él en sus parábolas (por ejemplo, la del hijo perdido; de la oveja perdida o de la moneda perdida), que Dios sigue a cada uno para devolverlo a la comunidad respectivamente, hacerlo regresar a la unidad de la creación (esto es también una diferencia agravante hacia la sociedad inquisidora de la Iglesia). Sin embargo, profesores religiosos invocan a la Biblia. Ya que la Biblia contiene muchas expresiones no concordantes, en parte contradictorias y ambiguas (ver biblia.htm), aquí se hace necesario un examen. Que los criterios de selección de la Iglesia no son bíblicos ya fue expuesto brevemente. Porque los candidatos para un llamado "infierno" en la Biblia, siempre son criminales de alta peligrosidad o malhechores, personas "sin Dios" en el sentido de que sus actos éticos y morales, son abominables. Sin embargo la Iglesia también se imagina este destino abominable para quienes se salen de ella, como lo expone para la Iglesia católica romana, por ejemplo El Teólogo N° 18. "Aquel que no aceptare toda la tradición de la Iglesia, la escrita como la no escrita, éste sea excluido", dice la "infalible" enseñanza Nº 85 de la obra de enseñanzas de la Iglesia católica, La fe de la Iglesia, de Josef Neuner y Heinrich Roos, Regensburg 1992. Y en el canon 751 del derecho de la Iglesia católica-romana CIC (Codex Iuris Canonici), también son incluidos los "herejes", el que dude "pertinazmente" de una "verdad que debe ser creída". Y un hereje así, según el canon 1364 § 1, es excomulgado y con esto condenado eternamente, después de su muerte.
Hasta aquí
ya hay una notable diferencia entre la Biblia y la Iglesia, en la elección de
los afectados. ¿Pero qué sucede ahora con la duración de este terrible
sufrimiento? Así en los próximos capítulos, se investigará este interrogante
si las Iglesias por lo menos se pueden referir a la Biblia, si se trata de la
duración del sufrir en el Más allá, enseñada por ella. ¿Es bíblica la enseñanza
de la eternidad del infierno, o la Iglesia abusa también aquí, para sus
propósitos?
Para empezar, en relación al tiempo de la separación de Dios, en la Biblia se enseña todo lo contrario que en la Iglesia. Así dice en Hechos 3, 21: "A quien [Cristo] de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo." ¿Qué significa "restauración de todas las cosas"? Literalmente dice "Apokatastaseos ("… eos" = genitivo de apokatastasis) panton" = "La restauración de todas las cosas" "Apokatastasis panton", es por esto también un concepto establecido por los teólogos, para la llamada "Enseñanza de la total reconciliación", según lo cual al final de los tiempos, como meta todo estará reconciliado con todo y estará repuesto el origen de la creación de Dios. Entonces no se refiere a una restauración parcial de algunas cosas en especial, o sea un ámbito determinado. Sino que se trata del todo, de la creación divina original. Por lo tanto no quedará divida en dos por todos los tiempos, como lo enseñan las Iglesias, sino que con el correr de los eones será nuevamente reunido. Sobre este concepto ya apuntó ante todo, el sabio Orígenes (185/186-254), en su tiempo, uno de los mejores conocedores del cristianismo original. Con esto se supone que los seres separados de Dios, más tarde o más temprano, volverán voluntariamente y tomarán el camino del regreso, porque ya no quieren seguir soportando los sufrimientos, unidos a la decisión divergente. Pero esta enseñanza fue maldecida por la Iglesia en el sínodo y posteriormente, en el concilio de Constantinopla (en el año 543, respectivamente 553) – una enseñanza que tiene validez hasta hoy día (ver la enseñanza N° 891 donde Neuner-Roos) ["Aquel que diga o cree: El castigo de los espíritus malos y de los hombres sin Dios, sea sólo temporal y que después de cierto tiempo terminaría, y que luego venga una restauración total (Apocatástasis) de los espíritus malos y los hombres sin Dios, este sea excluido"].
Para esto, las Iglesias exponen otras citas de la Biblia, de las cuales creen puede derivarse una condena eterna. Encabezada principalmente por la Historia del hombre rico y el pobre Lázaro (Lucas 16, 19). El hombre rico después de su muerte, debe ir al "infierno", el pobre Lázaro en la tierra, llega al seno de Abraham. Aquí ya comienza la falsificación. La palabra griega para infierno, en el texto original es "Hades", lo que significa "inframundo" (ver abajo mas explicaciones), pero en ningún caso "eterna condenación". La historia del hombre rico y del pobre Lázaro, es simplemente una ilustración de la ley de Siembra y cosecha. Lo que el hombre ha hecho aquí en la tierra o ha dejado de hacer, esto determina su lugar en el Más allá. Sobre esto se dice en la historia, que entre estos dos lugares existe "una gran sima, de manera que los que quisieren pasar acá a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá (V. 26), lo que igualmente es lógico, pues si no el "hombre rico" dejaría de inmediato el lugar donde se encuentra. Pero esto no es una justificación para un infierno eterno. Sólo dice que un rico – como en la tierra – puede irse de un lugar si allí no le gusta o tiene que sufrir allí. En este relato, en ninguna parte dice que en esta situación no puede cambiar algo.
Una posible apreciación para solucionar esto, y que es compatible con el relato, podría ser esquematizado como sigue: Quien en el Hades, es decir en el inframundo, ha expiado el dolor que le ha causado a otros (debe permanecer durante tanto tiempo hasta que esto haya sucedido) y que se ha arrepentido de la causa de esta angustia y se ha arrepentido y la ha purificado, encuentra el camino de la salida de allí. En este sentido, Jesús también lo explicó en otra parte (ver abajo).
En el "Seol", respectivamente "Gehena":
Esperando la ayuda de Dios
Ahora veamos la palabra "Infierno". En el texto original del antiguo testamento, generalmente se dice "Seol", lo que significa "fosa" o "tumba". La "seol" vale como lugar de la oscuridad y de lo oculto. Allí según la imaginación judía, las personas esperan la ayuda de Dios y la nueva vida (ver Lexikon der Bibel, Fritz Rienecker, Wuppertal 1988, palabra clave "Hölle" [infierno]: 1era de Samuel 2, 6: (Jehová … hace descender al "Seol", y hace subir); Salmo 16, 10 (porque no dejarás mi alma en el "Seol"); 49, 15 (pero Dios redimirá mi vida del poder del "Seol"). Expresamente nadie se queda eternamente en el "Seol", en el infierno, ya que hay un camino de salida. Así aparece inequívocamente en el antiguo testamento.
¿Y cómo se expresa en el nuevo testamento? En el texto griego original, allí donde los teólogos traducen "Infierno", o dice "Hades" o "Gehena". Lo que significa "Hades" ya fue citado brevemente en la historia del hombre rico y del pobre Lázaro y será nuevamente mencionado en otra relación más abajo. Gehena es un valle al sur de Jerusalén, que literalmente significaba "valle de los malditos", pero no de supuestos "eternos malditos". Así el cuerpo y el alma se "corromperán", esto quiere decir que sufrirán daños (Mateo 10, 28). En Mateo 18, 8 y 9, se habla de un "gehena de fuego". En realidad también dice, que a los hombres en la gehena les espera fuego que no se apaga (una posibilidad de traducción), respectivamente, que es "inmedible" (otra posibilidad de traducción; Marcos 9, 43). Pero tampoco esto es una prueba de un "infierno infinito". Porque la palabra griega "asbestos" en su significado "inmedible", sólo indica que aquí es sobrepasada toda medida conocida. También se podría definir como "insoportable". Sin embargo, esta parte también se podría traducir acertadamente en el sentido de "continuo", con "inextinguible". Pero esto seguramente no sería en el sentido dogmático católico, sino muy pragmáticamente: No se puede apagar un fuego de forma fácil si constantemente recibe nuevo combustible y arde. La enseñanza eclesiástica de un imaginado fuego eterno, tampoco la da esta formulación.
Aquí cabe también la parábola que relata Juan el Bautista: Según esto, se separa la paja del trigo e irá al "asbestos" (Mateo 3, 12). La diferencia esencial a la enseñanza de la Iglesia, es en este caso, primeramente: Se trata de una parábola, y en esta parábola sólo arde la paja. Pero en los sacrificios de la Iglesia se queman personas – vivos en las hogueras o en el infierno. La segunda diferencia a la enseñanza de la Iglesia es finalmente, la palabra "asbestos". Con la parábola se hace claro el sentido de la palabra: No se podría apagar este fuego una vez iniciado, con los métodos usuales. Si no, la paja se quemará en el. Pero no dice que el fuego de esta paja en llamas, arde eternamente y que – en vez de que la paja, en algún momento se haya quemado totalmente (!) – el tormento no termina nunca. Si no, el hecho es: En algún momento la paja se ha quemado y el fuego se ha extinguido. Sólo que una vez iniciado el fuego, por el momento no se puede detener, si no el fuego "inextinguible" arderá hasta que se haya consumido totalmente la paja.
Un aspecto interesante lo complementa Marcos 9, 49: Según esto "todos" serán "salados" con fuego, lo que según la explicación de la traducción unificada católica-evangélica, sería un "fuego purificador", que "limpia a los creyentes", lo que desde el punto de vista católico es interpretado en su enseñanza como el "fuego del purgatorio". Esta parte es importante, en tanto que deja claro que "fuego" no es aniquilamiento o que no significa venganza eterna, sino sufrimiento con el fin de la purificación del hombre, respectivamente del alma.
El infierno como destino para los teólogos
En Mateo 23, 15 y 33 la gehena es finalmente determinada por Jesús, como lugar de destino para los teólogos (En aquel entonces a los conocedores de la Biblia se les llamaba "escribas", hoy se diría "teólogos"). Sus faltas, de acuerdo a las primeras palabras de Jesús. Ellos hacen del hombre un "hijo de la gehena", y Jesús les reprocha: ¿Cómo escaparéis de la condenación de la gehena = la corte de la gehena? Esto suena algo distinto que el alemán eclesiástico de Martín Lutero, según lo cual Jesús pregunta en forma retórica, cómo los escribas quieren escaparse de la "condena infernal". Pues la "corte del gehena" no es idéntica a la "condenación infernal", de acuerdo a los libros de enseñanza eclesiásticos, aún cuando allí los teólogos cosechan su terrible siembra y la deben sufrir, lo que les han hecho a otros por ejemplo, al haberlos llevado al error y bajo ciertas condiciones haberlos guiado a una terrible miseria.
En otras partes del nuevo testamento se habla de una "tiniebla con llanto y crujir de dientes" (Mateo 8, 12; 22, 13; 25, 30) o de un "horno de fuego con llanto y crujir de dientes" (Mateo 13, 42.50), pero tampoco aquí de una condena eterna.
No hay ningún lugar de castigo definitivo
Y en Marcos 9, 48 es tomado el final del libro de Isaías (66, 25), donde el profeta en relación al rescate de cadáveres, usa una imagen. La escena se compara con un "gusano retorciéndose", de estas personas que no llegan al "telos" = "meta". Es decir, evidentemente no se ve dónde termina este gusano formado por innumerables "irreligiosos", pegados uno al otro. O el significado que aquí no está claro, se refiere al alma del impío que es comparada con un gusano que no muere. El fuego no sería dominado = no se apagaría = no decrecería, por lo tanto no se apagaría, una figura mientras tanto ya conocida. Los afectados, entonces siguen viviendo bajo estas crueles condiciones. Pero tampoco aquí se hace una declaración, que el destino de aquellos que así sufren, sigue desarrollándose. Precisamente en el antiguo testamento la percepción del seol le es ajeno, el concepto filosófico católico del tiempo que se prolonga hasta la eternidad. Para ello en Lexikon zur Bibel, publicado por Fritz Rienecker, Wuppertal 1988, bajo la palabra "infierno" se puede leer claramente: "Seol y Hades no significan el lugar definitivo de castigo …, sino el reino de los muertos, el inframundo", lo que ya fue expuesto arriba con el ejemplo.
Cristo tiene las llaves del Hades
La palabra "Hades" al igual que "Gehena", aparecen en aquellas partes que en alemán fueron traducidos como "Infierno". Esta palabra por ejemplo, es usada en la historia del hombre rico y del pobre Lázaro, como ya se expuso arriba. Ya que a los lectores contemporáneos también les era conocida la palabra "Hades" de la mitología griega, se entiende casi por si mismo, que aquí no se puede tratar de una "condenación eterna". Pues si un coetáneo de habla griega escucha la palabra "hades", entonces le vienen enseguida a la mente las conocidas asociaciones del oscuro inframundo y el grito de los allí errantes, para la salvación. A esto cabe que Jesús, según la palabra profética en Revelaciones 1, 18 dice: "Y tengo las llaves del Hades." Y no para finalmente cerrarlo y no dejar salir a nadie, como lo enseñan las Iglesias. Si no – en caso necesario, continuamente – bajar al hades y mostrarle al hombre el camino de salida. ¿Y como traduce Martín Lutero esta parte? Jesús tendría, según Lutero: Las llaves de la muerte y del infierno". Sin embargo hades no es infierno.
Finalmente hay que mirar un poco más de cerca la palabra "aionios" = eternidad. Según la interpretación eclesiástica, en esta palabra está incluida la idea del tiempo alargado hasta el infinito, aún cuando se han complementado otros significados. Sin embargo, aquí de antemano se puede decir: Literalmente "amonios" significa, "perdurar por un Eón", o sea por mucho tiempo, a ser "durante un Eón", "duradero por una era", o [simplemente] "una vida humana", pero no una eternidad. Y así sufren a la izquierda del Juez del Mundo según Mateo 25, 46, sin embargo durante mucho tiempo pero no "eternamente" en el sentido de "imperecedero". También esto es reproducible si por ejemplo, uno piensa en la culpa de los dictadores, que en la guerra han llevado a la muerte a ciento de miles de personas. O en la culpa de santos de la Iglesia quienes, bajo la pretensión de la "infalible verdad" han llevado a innumerables personas hacia el error y la desesperación y le han quitado la oportunidad de sus vidas. La extinción de esta culpa y sus consecuencias y desesperaciones demora justamente "una era", pero en algún momento habrá concluido, aún cuando el tiempo es inimaginablemente largo. Solo sádicos eclesiásticos quieren sobre esto, dictaminar una "eternidad", que nunca acaba.
Y así arde también en el "lago de fuego" en Revelaciones 20, 10-15 "eis tous aionas ton aionon" o sea, "de Eón en Eón" respectivamente "de generación en generación". Muy interesante es el hecho de que esta añadidura, que en las Biblias alemanas es traducido como "de eternidad en eternidad", falta en varios antiguos manuscritos – una señal que aquí hubo revisiones eclesiásticas.
Asimismo existe un texto ambiguo en la parte de la gehena en Marcos 9, 43-48, igualmente una señal de revisión. Variantes de textos que difieren entre si, son indicios de que aquí ya no está expuesta la enseñanza original, y quien sabe que cosa se ha cambiado anteriormente y que ya no se puede comprobar mediante críticas de texto o literal. El hecho aquí también es: Un "lago de fuego" ya es suficientemente cruel. Un "lago de fuego" que arde "de Eón en Eón" como dice la añadidura es otro incremento más. Sin embargo en si, no es una "condena eterna".
En varias partes donde en alemán se traduce como "Condena" (por ejemplo Filipenses 1, 28; Revelaciones 17, 11), aparece la palabra griega "apoleia", lo que acertadamente se puede traducir como "perdición", "hundimiento". Pero tampoco aquí se habla de una duración eterna, de manera que el dogma eclesiástico tampoco se puede basar en esto. Algunos exegetas eclesiásticos exponen para esto Juan 17, 12 como un fundamento para la condenación eterna. Según esto Jesús dice, ninguno de los apóstoles "se pierde", excepto el "hijo de perdición", con lo cual se refiere a Judas. El juego de palabras ya aparece en el texto griego: Ningún "apoleto" exceptuando al "hijo de la apoleia", así el texto original. Pero como dicho: Ni en el sentido de la palabra griega, como tampoco en el sentido en alemán, "hundimiento" o "perdición" es igual a hundimiento o perdición por todos los tiempos. Otra reflexión en relación a Judas: En las nuevas revelaciones del siglo 20 dice, Jesús habría perdonado a Judas. Esto no se puede comprobar, pero sí es perfectamente imaginable. Concuerda con Jesús, quién incluso mientras sufría terribles tormentos en la cruz, rezó la casi increíble frase: "Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23, 34) ¿Y no sería presumible que Jesús, en otra parte habría pronunciado otro rezo para judas o quizás lo habría incluido aquí?
Y finalmente una mirada a la parte que dice en Daniel 12, 2, según lo cual los hombres "duermen debajo de la tierra", para luego resucitar a la "vida eterna" o para la "vergüenza eterna". Aquí una palabra es interesante. Literalmente dice: "Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados", o sea no todos como debería ser, según la enseñanza de la perdición de la Iglesia. Esta visión profética entonces no puede describir la posterior enseñanza eclesiástica. Además, la palabra hebrea "eternidad" que aquí se emplea "olam", tiene otro significado similar al griego, que la interpretación eclesiástica occidental de la palabra "eternidad". En el hebraico, según el diccionario científico Handwörterbuch für das Alte Testament von Wilhelm Gesenius, Berlin/Göttingen/Heidelberg 1962, [Diccionario para el Antiguo Testamento] quiere decir: Era (ver Eón), tiempo oculto; tiempo desconocido; tiempo previo; tiempo primitivo; largo tiempo.
¿Resumiendo, qué se puede decir? El conocido teólogo evangélico Fritz Rienecker no se atreve, fiel a la confesión de su fe evangélica, aseverar aquí una "limitación en el tiempo" según los hechos aquí descritos. Pero "un tiempo ilimitado" tampoco se puede aseverar, como arroja esta investigación. Desde luego no puede ser excluido, que uno u otro redactor bíblico haya pensado en una ilimitación, como también se encuentran de otro modo cosas en la Biblia, que de cierto no pueden ser originarios del dios que enseñó Jesús (ver Como el diablo hizo estragos en la Biblia). Pero de un infierno eterno no se habla, específicamente en ninguna parte. Con un examen más preciso de las partes bíblicas se concluye, que una enseñanza de un tiempo ilimitado de la condena, visto en general no es bíblica. O sea que también al que cree en la Biblia, le es posible usando el corazón y el entendimiento, llegar a otra conclusión. Que teólogos eclesiásticos como Fritz Rienecker no les gusta contradecir a sus Iglesias, es comprensible. Sin embargo, también Fritz Rienecker admite en el Lexikon zur Bibel [Diccionario para la Biblia], bajo la palabra "Hölle" [infierno]. "Como el imperio, en el cual reina Satanás, el infierno no aparece en ninguna parte en la Biblia."
En relación a esto,
naturalmente muchos feligreses eclesiásticos señalan que, "su" pastor tampoco
cree en la condenación eterna, por lo cual como simple creyente tampoco tendría
que creer en esto. Pero lo segundo es falso. A esto hay que aclarar que pastores
individuales vienen y van y que por razones contingentes muchas veces se
consiente esto, a pesar de que contradicen la declaración de fe de la propia
Iglesia. Con esto se quiere mantener firme a los feligreses. La profesión de fe
sin embargo, sigue valedera y permanece, y es tanto para la Iglesia
católica-romana como también para las grandes Iglesias evangélicas inamovible y
firme, y dura Más allá de las circunstancias temporales – independientemente de
lo que algunos pastores o curas opinen. A menos que algún día sea prescrito, lo
que en la Iglesia católica-romana no es posible, porque con esto la propia
enseñanza de la infalibilidad llevaría al ad absurdum. Los simpáticos pastores,
que entonces no creen en la enseñada condenación eterna, son considerados como
perdidos respectivamente y posteriormente como herejes condenados.
Una alternativa a esta enseñanza eclesiástica puede ser esquematizada en pocas frases: "Lo que el hombre siembre, esto también cosechará." También literalmente dice en el nuevo testamento (Pablo, Gálatas 6, 7). Por lo tanto no existe ningún estado eclesiástico definido, eventualmente con una pieza intermedia "Purgatorio", sino una cosecha de una siembra. Y si la cosecha corresponde de forma exacta a la siembra, entonces esta cosecha es justa. Y si una culpa, de toda gravedad imaginable, también tiene un determinado límite, entonces análogamente a esto, también la penitencia, respectivamente el efecto de este hecho. Y un dios bondadoso siempre muestra un siguiente paso, aún cuando el camino de salida de esta tribulación, se puede demorar mucho tiempo. Y para que no se llegue a esta aflicción, porque asimismo es muy grave, Jesús enseña en el sermón de la montaña (Mateo 5, 25-26): "Ponte pronto de acuerdo con tu adversario, mientrastanto estés con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado a la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último centavo."
No se puede
decir de forma más clara: Tú saldrás. Sin embargo tú también primero debes pagar
hasta el último centavo. Y como que esto se puede demorar mucho tiempo,
reconcíliate lo antes posible. Y luego dice (5, 44): "Amen a sus
enemigos, bendigan a los que les maldicen … para que sean hijos de su Padre que
está en los cielos."
Esto
evidentemente, es el camino más rápido de todo infierno autocreado. Un eterno
suplicio, como es expuesto en los dogmas de las Iglesias, lo concibieron
presumiblemente clérigos enfermos y sádicos, y algún día estarán contentos y
agradecidos, si aquello, que otros deben sufrir, según la imaginación de
aquellos, no los alcance. De esta manera también los teólogos pueden, más tarde
o más temprano, abandonar este lugar que concibieron en su imaginación sin
límites para millones y miles de millones de personas de otras creencias. Y así
ciertamente se hará verdad, lo que Jesús de Nazaret había dicho sobre los
teólogos, cuando los profetizó a los escribas de su tiempo:
"De
cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al
Reino de Dios"
(Mateo 21, 31). Sin embargo, en algún momento, cuando hayan vuelto, también
los hombres de las Iglesias y teólogos – evidentemente como los últimos –
encontrarán el camino de regresa a Dios.
Revista "Der
Theologe", editor Dieter Potzel, edición Nº 19:
No existe una condenación eterna,
tampoco en la Biblia, Wertheim 2005, citado según
theologe.de, edición del 7.8.2022 |
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