La rueda del renacimiento. Muchos vestigios del conocimiento sobre la
reencarnación también se encuentran en la biblia. La Epístola de Santiago,
por ejemplo, advierte que nuestra lengua puede causar un «incendio» que
vuelve a poner en movimiento la «la rueda del nacimiento».
(3, 6)
El Teólogo N°2, actualizado en 20.8.2023
«Lo que el hombre siembre es lo que
cosechará»
¿Es esto realmente así? La
respuesta a esta frase sería en todo caso una clave para la propia vida,
para poder entender y poder cambiar todos los sucesos de la misma.
También Jesús de Nazaret y los cristianos de los primeros tiempos conocían
esta «ley de Siembra y cosecha».
Según esto, una siembra germina en esta vida, en el Más allá o en una vida
terrenal posterior. Para esto el hombre recibe mucha ayuda, por ejemplo,
innumerables llamadas de atención y advertencias que le ayudan a evitar un
infortunio.
Jesús dijo sobre encarnaciones pasadas: «Cuando
contempláis vuestra imagen y semejanza, os alegráis; pero cuando veis
vuestras propias imágenes hechas antes que vosotros – ¿cuánto podréis
aguantar?» (Evangelio de Tomás,
vers. 84)
La meta del camino cristiano es poner fin a las encarnaciones en el cuerpo
humano y el retorno de todas las almas y seres humanos a su Hogar eterno.
Contenido:
1ª
parte: Siembra y cosecha, reencarnación
No existe ningún «misterio de Dios»
Una regla básica de la física
Sobre el momento y la
forma de la muerte
La palabra
profética
Vestigios
del pasado
¿En qué Dios creo?
Sobre el
Cristo crucificado
Reconocer las
causas
Vida pasada, vida actual,
vida futura
De lo que hablan los
sacerdotes
Advertencias
Cuando alguien se
enreda en sus pensamientos
Escuchar su propio interior
Sobre
el sufrimiento de los animales
No
existe un Dios que castiga
Sobre el llamado
pecado original
Ningún sacerdote puede
liberar de los pecados
Sobre el
papa
Solicitud
de perdón por el actuar eclesiástico
Reconciliación
El karma de los sacerdotes y curas
Libro de la vida, película de la vida
2ª parte: Siembra y cosecha; reencarnación en Jesús de Nazaret, en la biblia y en el cristianismo originario
La lucha por la verdad
Reencarnación en
Orígenes y s. Agustín
Reencarnación en el cristianismo originario
El vaso con el
«brebaje del olvido»
Reencarnación en la biblia
Jesús
sobre la «sustituciones del cuerpo»
¿Vidas
anteriores o pecado original?
Del nacido ciego
Job
Como la biblia fue
acomodada
¿Ojo por ojo, diente
por diente?
Jesús enseñó la ley de
Siembra y cosecha
«Por sus
frutos los reconoceréis»
El
Periodista:
La fe
católica y la protestante luterana no conocen la reencarnación. Usted fue pastor
evangélico luterano y cree ahora en le reencarnación ¿Cómo sucedió esto?
El Teólogo:
Yo quise vivir como cristiano y
seguir a Jesús de Nazaret, y al comienzo creía que la enseñanza de una posible
reencarnación no era cristiana. Como estudiante de teología, y más tarde como
pastor, me hice cada vez más consciente de cuán grandes eran las tensiones y
contradicciones entre la enseñanza luterana y la de Jesús de Nazaret, como lo
conocía de la biblia. Durante algún tiempo traté de hacer coincidir ambas cosas,
pero un día me encontré frente a la disyuntiva: O luterano o cristiano. Así
decidí dejar mi profesión de pastor y poco después me retiré de la Iglesia.
Hoy vivo y trabajo en una comunidad cristiana originaria, cuyo propósito es vivir según los Diez Mandamientos y las enseñanzas del Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret.
Con el correr
del tiempo, también llegué a conocer los escritos, sobre Jesús y el
cristianismo originario, fuera de la biblia. Según esto también Jesús y los
primeros cristianos sabían de la reencarnación. La meta del camino cristiano es,
sin embargo, que las almas de los seres humanos no reencarnen una y otra vez
nuevamente en cuerpos humanos, sino que regresen de vuelta «a casa» – a ese su
hogar que ellos abandonaron un día. Esto está en contra de más de una enseñanza
oriental, donde se pretende como meta la disolución de todas las formas. Allí
también se cree que un alma humana puede reencarnar, por ejemplo, en un animal o
en una planta. Según el cristianismo originario, la enseñanza de la
reencarnación de un alma humana solo es posible en un nuevo cuerpo humano; aún
cuando el alma humana se cargaron considerablemente en una o más encarnaciones y
no se agotan cerca su potencial espiritual
El
Periodista:
La posibilidad de la
reencarnación se legítima como una consecuencia lógica de otro principio más de
fe, que dice: «Lo que el hombre siembre es lo que cosechará». Según esto la
«cosecha» de esta vida puede ser la consecuencia de una vida anterior. Y lo que
se siembra en esta vida puede, bajo ciertas condiciones, brotar en la próxima
vida o en vidas posteriores. ¿Esta creencia está así correctamente planteada?
El Teólogo: Sí. Pero sembrar y cosechar sucede también dentro de una sola vida terrenal. Fundamentalmente creo que no existen las casualidades. Yo creo que todo lo que se nos viene encima tiene una causa.
El Periodista:
¿Tiene consecuencias prácticas
esta fe?
El
Teólogo:
Sí. Por ejemplo, en la vida hay
situaciones que causan dolor. Yo me pregunto entonces: ¿por qué me sucedió esto
a mí? Y: ¿qué puedo cambiar para que esto no se vuelva a repetir? Si entiendo
ciertos acontecimientos de mi vida, como efecto de determinadas causas
establecidas por mí mismo, entonces logro conocerme mejor y me hago responsable
de todas las situaciones de mi vida. Los siguientes pasos son: Hacer lo mejor de
esto e iniciar cambios. Esto, en esta forma generalizada, suena como algo muy
sencillo. Pero aquel que tiene alguna experiencia con esto, sin embargo
sabe que ha conseguido un positivo enfoque de vida arduamente
El
Periodista:
Existen
ahora también situaciones de vida y destinos muy distintos. Unos viven con
holgura económica, otros deben luchar a diario por supervivir. Uno se siente
feliz, el otro miserable. Esta manera de vivir, de la cual usted acaba de
hablar, ¿vale para todas las situaciones?
El Teólogo: Si no fuera así, uno debería preguntarse ¿Si no soy yo el responsable de mi destino, entonces quién? ¿Puedo culpar a otros? ¿O a Dios? ¿O a una oscura fuerza del destino?
El
Periodista:
Muchas
personas piensan así. Otros hablan de un «misterio de Dios». Como respuesta a la
pregunta del por qué, se dice a veces que no hay una respuesta definitiva.
El
Teólogo:
Es en ese sentido como lo he
escuchado en las Iglesias. Allí muchas cosas se le atribuyen a un «misterio de
Dios». Según esto, para ciertas situaciones se pueden encontrar por cierto
causas humanas; pero a veces se trata de aquello a lo que se denomina un
«misterio insondable». La superación de una necesidad o de un golpe del destino
es relacionado muchas veces con un acto externo, por ejemplo, con los llamados
«sacramentos» o ceremonias. Solo en raras ocasiones se hace mención al camino
místico hacia Dios en su propio interior, hacia un Dios que está presente en
todas las formas de vida y que no tiene secretos. Él nos ayuda también en cada
situación.
El
Periodista:
¿Usted ha
vivido algo así?
El
Teólogo:
Yo lo sé
por mis propias vivencias y también lo he escuchado de otros que sufrieron cosas
peores que yo. Hablando en forma más simple, siempre me hice consciente: en todo
lo negativo siempre hay un contenido positivo, en todo está la presencia de
Dios. Así siempre he encontrado el camino para dar los pasos y salir de las
situaciones negativas.
El
Periodista:
Aplicar
en todas las situaciones de la vida la «ley de Siembra y cosecha», encontrar lo
positivo en todo lo negativo, y con la ayuda de Dios superar una y otra vez la
vida – es algo que suena tan simple, como si se tratara de una regla básica de
las ciencias naturales.
El Teólogo: Es algo simple. La ley de Causa y efecto la encontramos también como aquel principio de acción y reacción en la física. Cada acción produce una reacción, y cada acontecimiento ha sido accionado por un hecho anterior. En esto no se pierde energía. Lo que es demostrable con simples experimentos de la física, también vale en el ámbito de nuestros pensamientos y sentimientos, porque éstos son igualmente energía. También pensamientos y sentimientos pueden ser entendidos como efecto de causas anteriores y al mismo tiempo como nuevas causas que nuevamente producen efectos.
Este
simple conocimiento es parte de la enseñanza cristiana. En la biblia, en una
espístola de Pablo, se dice incluso textualmente: «No
os engañéis; Dios no deja que se burlen de él. Pues todo lo que el hombre
siembre, eso también es lo que cosechará»
(Epístola a los Gálatas 6, 7). En otras palabras: Lo que alguien hace, tiene
consecuencias. Y visto desde la otra perspectiva: Todo lo que a uno le sucede es
una consecuencia de lo que antes ha causado.
El
Periodista:
¿No
existe el peligro de que alguien que vive según este principio se desespere de
sí mismo o que constantemente piense que lo que hace es malo?
El Teólogo: Si fuera así, él entonces malentendería algo. Aquel que sigue este camino de forma consecuente, aprende primero a comprenderse y no se condena a sí mismo. E incluso es más feliz que antes cuando ha trabajado las causas que le llevaron al «infortunio» y no las vuelve a repetir. Solo aquel que se responsabiliza de sus errores los puede deshacer paso a paso. Si alguien no tiene «autoestima», o se siente disminuido, también se puede hacer la pregunta: ¿Quién le ha quitado su «autoestima» y su «sensación de ser valioso»? ¿No fue en último término él mismo? Para Dios todos son igualmente valiosos, y cada uno recibe las mismas ayudas. Aquel, por ejemplo, que constantemente se hace conciente «Dios me ama» o «Yo soy el hijo o la hija del Todopoderoso», en él o ella también crece la consciencia de su propio valor. A partir de esta autoestima ya no es difícil reconocer los errores y debilidades aún existentes. Los próximos pasos son entonces: encontrar las raíces y «purificarlas» y proponerse un nuevo y positivo «programa de vida» y hacerlo real poco a poco. Él que así procede, desarrolla cada vez más las cualidades que también se corresponden con su inmensa valoración interna. A mí me da mucha alegría cuando de esta manera me hago cada vez más libre. Las dificultades se originan, debido a que, la mayoría de las personas quieren mantener muchas cosas negativas y finalmente su Ego. A esto, por ejemplo pertenece la soberbia o el deseo de ejercer poder sobre otras personas o algunas pasiones problemáticas. Que sin embargo, no libera, y que vuelve a producir sufrimiento. También sucede muchas veces que uno vacila: Por un lado se quieren descubrir los trucos y ser libre, y otras veces no.
El Periodista:
Cuando usted dice: «De Dios
cada uno recibe las mismas ayudas», ¿no se expone así al reproche de pronunciar
bellas palabras que después no resisten la confrontación con la realidad?
El Teólogo: Para muchos Dios es un «ser externo», y siempre esperan ayuda desde afuera. No obstante, Dios también está dentro de nosotros y en todas las formas vivientes, y muchas veces la ayuda viene también desde dentro. Se puede encontrar entonces una respuesta cuando alguien está dispuesto a preguntar por la solución del problema o bien por el siguiente paso a dar en la situación correspondiente. El Consejero y Ayudante está dentro de nosotros.
De esto, sin
embargo, nadie puede convencer a otro. Siempre se trata de aplicar esta regla de
vida a sí mismo y no a otros.
El
Periodista:
¿Por qué no a otros?
El
Teólogo:
Si alguien piensa sobre como
actúa la ley de Siembra y cosecha en otros, entonces a mí se me plantea la
pregunta sobre el motivo que tiene para hacerlo. ¿Habrá quizás curiosidad y
sensacionalismo detrás de ello? ¿O juega quizás incluso un papel el cinismo?
El Periodista:
Un motivo también podría ser ayudar al prójimo.
SOBRE LA HORA Y LA FORMA DE LA MUERTE
El Teólogo:
Sí, ¿pero como es posible esto?
Como vicario evangélico luterano durante mi formación como pastor, fui responsable una vez de un funeral. Una mujer joven, y ya en los últimos momentos de su embarazo, fue asesinada durante un asalto; también el niño en el seno materno murió. ¿Qué causó esto en las personas afectadas? ¿Cómo podían seguir viviendo después de ello? ¿Y cuánto me afectó todo a mí mismo? ¿Estaba yo realmente en condiciones de ser un interlocutor compasivo para parientes y amigos?
La mujer y su asesino se conocían. Pero según lo que se pudo averiguar, y lo que yo sabía, ella no le había hecho nada, lo que habría podido establecer una relación con el asalto. El hombre enmascarado quería el dinero, según declaró, y se transformó en asesino cuando la mujer lo reconoció detrás de la máscara.
En ese entonces yo aún no conocía la «ley de la Siembra y cosecha», y también las declaraciones de los parientes y amigos de la víctima mostraban que ellos tampoco pensaban en esa dirección.
¿Cómo se puede ayudar a todos los participantes? Una apreciación al respecto: Si se parte de la base de que el alma de la asesinada sigue viviendo en el Más allá, ¿sería una ayuda para ella si los parientes y amigos en la Tierra caen en la desesperación o el odio y no pueden salir de este estado?
Entretanto conozco a personas que han sufrido un golpe del destino y para los cuales el saber de la ley de Siembra y cosecha y de la reencarnación constituyó un verdadero consuelo, aún cuando no sabían en detalle cuáles eran las causas de lo que les acaeció.
El padre de un
niño discapacitado me dijo un vez que él se habría desesperado si no hubiera
podido creer que este destino tenía una causa y un sentido. Así aceptó mejor la
tarea que la vida le impuso, y creció interiormente con ella.
El
Periodista:
¿Un golpe del destino tiene que
ver entonces con una vida anterior?
El Teólogo: Si las causas de las situaciones actuales no fueron sentadas en esta vida, entonces lo han sido en una o varias vidas anteriores. Las causas o «lo que hemos introducido en nuestro interior», en nuestra alma, nos arrastran hacia ciertos lugares y hacia determinadas personas. También el momento del nacimiento y de la muerte, y cómo éstos se producen, tienen que ver con nuestras vidas anteriores. Las condiciones de vida entre medio también tienen que ver con la meta que p. ej. se ha propuesto un alma en el Más allá para su próxima vida. Con esto vale: ¿Aprovecha ella la oportunidad para ser de corazón más feliz y hacer más felices a otros, o añade a su existencia nuevas causas negativas y aumenta con esto el complejo del sufrimiento?
El Periodista:
¿Se pueden predecir sucesos en
la vida de una persona?
El Teólogo:
La vida se desarrolla según
determinadas premisas, a decir, lo que uno ha introducido en su propio interior,
la propia «siembra». Pero el ser humano siempre tiene varias posibilidades para
decidirse. Por esto sin duda se pueden mostrar posibles desarrollos, pero
sucesos individuales no se pueden predecir. Porque ninguna persona puede saber
de antemano qué decisión tomará otra. Y también visto retrospectivamente, como
ser humano uno apenas puede captar por qué una determinada muerte se ha
producido de esta manera y en este momento, y por qué el destino no ha tomado
otro camino. Tan amplias y diversas pueden ser las relaciones que están en
juego.
El Periodista:
Si el ser humano muchas cosas
prácticamente no las puede captar, ¿de dónde sabe usted sobre este tema?
El Teólogo: Una gran parte fue manifestada por el mundo espiritual a través de un profeta. Los profetas de los tiempos antiguos y de hoy día podrían ser un tema para una publicación extra de esta revista (ver El Teólogo N° 20). Como teólogo reproduzco con mis propias palabras lo escuchado. Hasta que he llegado a esto, primero he sometido todo a prueba durante varios años, de manera que a esto he añadido posteriormente mis propias experiencias.
Como estudiante de teología, desde un momento dado no creí más en verdaderos «profetas de Dios» y en revelaciones. Teología, dicho en palabras simples, era para mí el estudio del pensamiento humano sobre Dios. Para mí solo existían distintas imágenes de Dios, con las cuales se podían tener determinadas experiencias. También Jesús de Nazaret, según mi creencia de entonces, tenía solo una manera determinada de comprender a Dios, con la cual pudo ayudar a muchas personas. Sin embargo, sobre Dios mismo, para mí que con esto no se había dicho nada. Durante mis estudios yo me sentía como una persona que pensaba de forma materialista, porque solo me parecía cierto lo que estaba frente a mis ojos, y «ser cristiano» y «ser ateo» no era necesariamente para mí una contradicción.
Pero la persona de Jesús de Nazaret me ocupaba constantemente. También tenía respeto por determinadas cosas de las cuales no entendía nada. Si me movían, buscaba una explicación satisfactoria y comenzaba a probar esto y aquello. De esta manera, la realidad que existía detrás del mundo visible se me fue acercando más.
No obstante, de lo que hablo aquí proviene en gran parte de «conocimientos espirituales» de que he oído y no de una visión interna de mundos invisibles. En este sentido solo soy un «teólogo», como otros compañeros de profesión también, y doy a conocer algunas informaciones tal y como yo mismo las he recibido. En relación a esto quiero referirme, entre otras cosas, al libro Esta es mi palabra – Alfa y Omega. El Evangelio de Jesús. La manifestación de Cristo, que el mundo no conoce, Würzburg 1991, https://editorialgabriele.com/
El
Periodista:
¿Cómo se puede hablar de una
revelación, «que el mundo no conoce»?
El
Teólogo:
Muchas personas no aplican la
ley de Causa y efecto en sus vidas ni tampoco saben algo de la posibilidad de la
reencarnación. Muchas veces se encuentran confusos frente a su destino, sin
sospechar dónde se puede encontrar la pista con la cual pueden superar esta
vida y finalmente encontrar una vida más feliz y satisfactoria en el presente y
en el futuro.
El
Periodista:
¿Esta huella para vencer la
vida lleva hacia el pasado?
El Teólogo: El pasado se muestra tarde o temprano nuevamente en el presente, si este no ha sido superado. Determinante es entonces el presente.
El Periodista:
¿Que significa esto en concreto?
El Teólogo: Si yo sé que para todo lo que hoy me llega existen causas en mi pasado, entonces esto es una ayuda para no caer en ira, recriminaciones o en autocompasión. Así, bajo ciertas circunstancias, tomo consciencia de partes de mi pasado aún no superadas que han contribuido a mi actual situación de vida, y de este modo tengo la posibilidad de corregir un comportamiento erróneo anterior.
Por principio he hecho la
experiencia de que si no encuentro mis propias causas, por lo menos puedo
encontrar una «parte» que puedo «purificar», de manera que nuevamente pueda
seguir avanzando. Si otros semejantes también están involucrados y tienen
posiblemente una gran parte de culpa en esto, entonces vale encontrar la propia
parte de la culpa. Perdonar lo que se refiere a la parte de culpabilidad de
otras personas, es otra tarea.
El Periodista:
¿Esto tiene que ver algo con la
creencia en Dios?
El Teólogo: El camino hacia Dios va siempre a través del prójimo, en tanto hago las paces con él, por ejemplo, perdonándolo.
Quién no conoce
la ley de Siembra y cosecha o no la quiere aplicar, puede llegar a situaciones
en las que en lugar de eso responsabiliza a Dios por el mal y ya no puede creer
en él. Y si esta situación se consolida o empeora, posiblemente se creará más
negatividad. Y el afectado muchas veces cae en la resignación o la
desesperación. No es necesario que esto llegue tan lejos si alguien conoce y
aplica la ley de Siembra y cosecha. Jesús sabía de esto y también s. Pablo,
quién redactó algunos de los libros de la biblia. Jesús no habló de un «misterio
de Dios», como lo hacen hoy en día las Iglesias.
El
Periodista:
¿Si no existen «misterios», ¿por qué Dios permite dolor y miseria?
El
Teólogo:
Porque Dios no interviene en la
voluntad del hombre. La voluntad de Dios es, por el contrario, el que a todas
las criaturas les vaya bien y vuelvan a ser felices como fueron cuando él los
creó como seres puros. Para esto, a Sus hijos «caídos», los seres humanos,
primero quiere llevarlos a que se reconozcan en sus actitudes, para que den la
vuelta y cambien, es decir, limpien sus cargas, o sea, «lo pecaminoso». Dios nos
ayuda con esto, nosotros nos acercamos más a él y así nos va mejor.
El
Periodista:
Según sus palabras, la ayuda de
Dios también puede llegar desde el interior. ¿Entonces porqué hay tantas
personas que no sienten dentro de sí una ayuda divina, sino que principalmente
desesperación, aunque, por ejemplo, estén rezando continuamente?
El Teólogo: Esto depende de si por lo menos les resulta por algunos momentos sosegarse un poco en su interior. A veces son solo sutiles sensaciones, de lo cual se forman palabras e imágenes que muestran o esbozan el siguiente paso. Muchos no permiten que les llegue la ayuda de Dios. Ellos siguen girando con sus pensamientos y emociones en su pantano humano y en echar la culpa a otros. También Dios no siempre ayuda así como quisiéramos y no toda ayuda viene de Dios.
Al respecto me
vienen a la memoria informes donde aparentemente Dios habría ayudado a que
alguien tuviera negocios exitosos, mientras que otro fue asesinado, a pesar de
que quizás había rezado poco antes a Dios. En un Dios que puede hacer este tipo
de diferencias, no puedo ni quiero creer. El Dios en el cual confío no hace
diferencias y él ayuda en asuntos «grandes» y «pequeños». Las supuestas
diferencias están basadas exclusivamente en la persona misma.
El Periodista:
Usted acaba de hablar de un
destino dramático. ¿Qué les dijo usted aquella vez a los parientes de la mujer
asesinada? ¿Y que diría usted ahora de forma diferente, en caso de que volviera
a encontrarse en una situación como esa?
El
Teólogo:
Yo pienso que lo mejor es que
en una despedida como ésa hablen personas del círculo de parientes, amigos o
conocidos, en caso de que lo quieran y estén en posición de hacerlo. Pero en
nuestra sociedad generalmente habla solo un pastor u otros oradores. Aquella
vez, cuando era vicario, comparé el destino de la joven mujer con Jesús de
Nazaret, quien murió inocente en la cruz y ya moribundo expresó: «¿Dios mío,
Dios mío, por qué me has abandonado?» De esta manera quise consolar,
transmitiendo más o menos según el sentido: «Tampoco a él le fue mejor»…
El
Periodista:
Las palabras de Jesús en la
cruz impresionan a muchas personas.
El
Teólogo:
Estas palabras de Jesús en la
cruz son como un símbolo de la situación de las personas que han abandonado a
Dios y que sufren bajo este «estar abandonadas por Dios». Por eso se repite a
menudo estas palabras. Algunos tienen la esperanza de que mientras con más
énfasis se pueda transmitir el sufrimiento de Cristo, poniéndolo en relación con
el el sufrimiento que hay en el mundo, tanto más pronto se podría dar consuelo o
la sensación de que a pesar de todo Dios está cerca. O por lo menos se busca
tener una comunicación con él, aún cuando en el fondo se tiene la sensación de
que él nos ha abandonado. Eventualmente también se dice que el mismo Dios fue
torturado, atormentado o asesinado. Y el que sufre trata de identificarse con el
supuesto sufrimiento de Dios. Si además de esto la persona que sufre cree en la
resurrección, esto es algo como un destello del que surge un poco de luz dentro
de la situación. Pero con ello la desesperación no desaparece.
El Periodista: Yo estoy pensando en las distintas representaciones del Jesús atormentado en la cruz.
El Teólogo:
Para muchos esto es como el
espejo del propio sufrimiento y se identifican con ello. O bien creen que este
hombre los comprende o los podría comprender.
El Periodista:
¿El Jesús atormentado puede ayudar a que a uno de nuevo le vaya mejor?
El Teólogo:
Si alguien profundiza en el sufrimiento de Jesús, entonces incluso esto puede
llevar a que su propio sufrimiento se agrave. En una casa vi una vez colgando
una figura del Jesús crucificado. Sobre este llamado «crucifijo» su dueño había
puesto su propia sangre, de manera que su sangre se transformó en la sangre de
la figura de Jesús. A menudo cuando le iba mal, miraba esta figura y buscaba
consuelo en la oración. Con un comportamiento tal uno se expone al peligro de
que el propio sufrimiento se consolide y que solo con mucho trabajo sea posible
liberarse de ello. Hoy esta figura de Jesús me parece un símbolo de aferrarse al
sufrimiento, a pesar de que existe un camino de salida. De algunas personas se
dice incluso que después de un cierto tiempo su cuerpo habría sangrado en
aquellas partes donde los clavos atravesaron el cuerpo de Jesús de Nazaret.
Posiblemente esto es una forma más extrema de identificación.
Pero Jesús hace tiempo que ya no cuelga como moribundo en la cruz. Él vive y quiere que vivamos con él y seamos felices.
Por esto la cruz con el cuerpo moribundo o muerto, el crucifijo, es un símbolo de muerte que simboliza inconcientemente una supuesta derrota del hombre de Nazaret. Frente a esto, un signo de vida sería una cruz brillante sin cuerpo.
La buena
nueva de la fe cristiana no tiene nada que ver con esto, de que a otro le haya
ido tal vez peor que a uno mismo. Y tampoco consiste en que algún día me vaya al
Cielo, si creo que Jesús se fue allí. La cuestión es: ¿Estoy entonces realmente
en el «Cielo»? ¿O dónde estoy entonces? La esperanza de que algún día todo
sufrimiento podría ser borrado sin que nosotros tengamos que aportar algo, es
peligrosa.
El Periodista:
¿Por qué?
El
Teólogo:
Porque bajo ciertas circunstancias eso
impide encontrar en uno mismo las causas de las experiencias que se han tenido
con el sufrimiento, así como el trabajar en uno mismo. De este modo existe el
peligro de que el sufrimiento permanezca e incluso aumente si las causas siguen
teniendo efecto. Esto también tiene validez después de la muerte. El hecho de
morir no trae consigo una liberación del sufrimiento del alma. La muerte no nos
quita nada y tampoco nos da nada. En el Más allá todo sigue en el lugar donde
terminó aquí.
El Periodista:
¿Qué es entonces la «buena
nueva»?
El
Teólogo:
El hecho de que
somos hijos amados por Dios y de que con la fuerza de Cristo podemos salir paso
a paso del sufrimiento, mientras nos reconozcamos a nosotros mismos, sobre todo
lo que se encuentra en el subconsciente, en tanto nos arrepentimos, perdonamos y
pedimos perdón, enmendamos algo hasta donde sea posible, y no volvemos a cometer
los errores antiguos. A esto se le puede llamar «pruificación». Si yo le hago
daño a alguien con palabras o hechos, entonces pido perdón con palabras. Si
sucedió con pensamientos o sensaciones, pido perdón a través de Cristo en
pensamientos y sensaciones.
El
Periodista:
Usted dice que Cristo ayuda.
¿Cómo fue esto con él mismo? ¿Fue él quien causó su propio sufrimiento?
El Teólogo: Esto sería un mal entendido. Jesús no fue combatido y asesinado porque había producido anteriormente causas negativas, sino porque nos quiso ayudar a volver a encontrar el camino hacia Dios, o sea que él llevaba en sí un mandato divino. Esta tarea chocó con la resistencia de los sacerdotes y teólogos de aquel entonces. El ejemplo de Jesús no se puede transferir sin más, a nosotros.
El Periodista:
Tal vez
también otros sufren porque llevan consigo una
tarea divina.
El
Teólogo:
Jesús habló sobre esto en un
determinado contexto. Él dijo por ejemplo: «Bienaventurados los que son
perseguidos por causa de la justicia»
(Sermón de la Montaña, Mateo 5, 10).
Así se puede preguntar: ¿Quién de nosotros es perseguido «por causa de la
justicia»? ¿Quién sigue de esta manera a Jesús? A mí no me corresponde juzgar
esto. Para muchas personas el sufrimiento tiene ciertamente otras causas y la
posibilidad consiste en encontrar dichas causas y subsanarlas en vez de huir de
ellas y sentirse actuando en el papel de mártir.
El
Periodista:
¿No se les hace muy difícil a
muchas personas creer que haya causas propias producidas por uno mismo?
El
Teólogo:
Tampoco para mí fue fácil. En
cada situación tuve que trabajar esto una y otra vez, a veces con luchas
internas y superando mis propias fronteras. Pero siempre estuvo presente la
ayuda para avanzar un paso. Jesús enseñó: «Saca primero la viga de tu
propio ojo, y después podrás procurar sacar la astilla del ojo de tu hermano.» (Mateo
7, 5)
El Periodista:
Si las causas provienen de
vidas anteriores, la mayoría de las personas no las conoce.
El Teólogo: Muchas veces sospechan algo. Lo que fue o pudo haber sido una actitud errónea anterior que aún no ha sido superada, se muestra nuevamente en nuestros pensamientos y sensaciones actuales, quizás ahora son otras situaciones de vida que antes.
A través de muchas encarnaciones se
han dado numerosas posibilidades de cómo los hilos de la ley de Causa y efecto
pueden estar entrelazados. De todos modos nos ayuda el conocimiento de que nada
sucede por casualidad y arbitrariamente. Por esto siempre puedo partir de mis
propios pensamientos y sensaciones y hacerme consciente de que en toda situación
está la ayuda de Dios.
El
Periodista:
Quisiera recordar nuevamente el
caso de los «deudos» del ejemplo mencionado antes. ¿Qué les respondería
usted hoy, a la pregunta del «por qué»?
El Teólogo: Nadie puede dar respuestas a otro a la pregunta del por qué, ya que están en uno mismo, en las propias sensaciones, sentimientos y pensamientos.
Cada
persona puede encontrar otras respuestas a una determinada pregunta, ya que su
carga del alma es diferente. De este modo cada uno puede encontrar su
respuesta. Y nadie ha de dejarse influir por la enseñanza de que se trata de
un «insondable misterio de Dios». Esta creencia puede permanecer toda una vida
en el estómago sin que pueda ser digerida, y con esto muchas personas pueden
derrumbarse.
El
Periodista:
¿Qué significa «siembra y
cosecha» en este caso? ¿Son entonces culpables, por ejemplo, los doctores de la
Iglesia, o lo son las personas mismas ?
El Teólogo: El que no aprovecha la oportunidad de la vida, dicho en forma simple, él mismo es responsable por ejemplo, de que acepte las leyes de la Iglesia.
Además, estas enseñanzas fueron alguna vez desarrolladas por alguna persona, y quién sabe qué papel jugó alguien en esto. Al fin y al cabo los sistemas de enseñanza de la Iglesia se mantienen vivos debido a que determinadas personas creen en ellas y dan dinero para esto, en forma de impuestos eclesiásticos, subvenciones y donaciones. Cada uno puede preguntarse por qué quiere mantenerse sujeto a esto, o si la razón o sus sensaciones no dicen otra cosa.
La ley de Siembra y cosecha, de todos modos no conoce ningún «chivo expiatorio», sino que pesa y sopesa exactamente a cada participante, su parte: al maestro que ha dado la enseñanza y al creyente que la ha seguido.
De que
existen diferentes participaciones se hace notar en las palabras de Jesús, quién
le dijo a los teólogos y escribas:
«Mas ¡ay de vosotros,
escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante
de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren
entrar.» (Mateo 23, 13)
El
Periodista:
Si en la
ley de Siembra y cosecha a cada uno le corresponde su parte, entonces esta ley
sería justa. ¿Es esto realmente así?
El
Teólogo:
En relación a esto la pregunta más
importante para mí es otra. ¿El sufrimiento de otros me importa o me deja
insensible? Y en cuanto a la justicia, nosotros nos percatamos muchas veces solo
de una muy pequeña parte de la vida y yo a diario aprendo cada vez más a pensar
en grandes relaciones. A esto también pertenece el conocimiento de que la vida
nunca termina. El último respiro de una persona en este mundo es el primer
respiro del alma en el Más allá. La vida continúa. Al producirse la muerte, el
alma abandona el cuerpo y sigue viviendo por ejemplo, invisible para el hombre,
en los mundos del Más allá. De esta manera, p.ej. el alma de un asesinado sigue
viviendo, y una de sus tareas principales podría ser perdonar al autor del
crimen. Qué camino elige el elma en el Más allá, si p.ej. desea o elige un nuevo
cuerpo para una siguiente encarnación y con que intención, es dejado bajo
ciertas condiciones a su arbitrio. Ella también dispone de muchas posibilidades
de decisión en el Más allá. De esto depende también cuándo se hará consciente de
su propia culpa y de cómo ella, dicho en palabras simples la «purificará».
El Periodista:
¿Todo esto pueden ser
también palabras junto al sepulcro?
El Teólogo: Yo nunca quisiera convencer a alguien de mis creencias. Es un asunto de sentido común, de entender al prójimo en su situación momentánea y de encontrar las palabras que le sirvan para seguir adelante.
Fundamentalmente aprendí cada vez más, decir o escribir lo que también he realizado en mi vida respectivamente, aprendo a decir donde aún no es el caso.
Un sacerdote siempre se expone al
peligro de hablar sin llenar las palabras con un contenido interno, porque su
responsabilidad laboral es tener que hablar en determinadas ocasiones. Además,
la profesión de pastor o sacerdote, Jesús de Nazaret no la instituyó.
El Periodista:
En las Iglesias es
entendido como una forma especial de llamamiento cristiano.
El Teólogo: También yo comencé estudiando teología, porque quería trabajar para Cristo. Desde el punto de vista de las Iglesias la profesión de sacerdote está pensada como una tarea para toda la vida. Pero sin embargo, a partir de un tiempo determinado no logré aunar la profesión con el seguimiento de Jesús de Nazaret. Jesús no habló de esto en ninguna parte, que deseaba una Iglesia con teólogos que trabajan como sacerdotes y pastores. De lo contrario: Los teólogos de aquellos tiempos llamados «escribas», fueron los más acérrimos enemigos de Jesús de Nazaret. Jesús se ganaba la vida como carpintero. Tampoco Pablo se dejaba pagar como se dejaban pagar los teólogos por un «servicio espiritual», sino que trabajó como fabricante de carpas y de alfombras (ver también Hechos 18, 1-3; 20, 34; 1ª carta a los Corintios 4, 12; 1ª carta a los Tesalonicenses 2, 9).
Comparado con el
sencillo mensaje de Jesús de Nazaret no es necesaria ninguna «teología». También
veo el trabajo del «teólogo» en desenmarañar el enredo del mensaje cristiano
causado por la teología. Porque si las palabras de los teólogos no corresponden
a la verdad, o sea que las personas estén mal enseñadas, entonces éstos teólogos
cargan con un fardo que algún día se les va ha hacer muy pesado. A este
sufrimiento se le llama «ablación».
El Periodista:
¿Qué entiende usted por
«ablación»?
El Teólogo: Muchas causas no repercuten de forma inmediata o después de un tiempo corto, a veces se demoran por largo tiempo. Hay un conocido proverbio: «Los molinos de Dios muelen lentamente». Alguna vez una culpa se puede activar ya aquí; o en el Más allá si no se ha purificado a tiempo y no pudo ser correspondientemente recompensada, esto es entonces la «ablación». El ser humano padece o «carga» entonces con el sufrimiento que ha causado a otras personas, por ejemplo por desinformación.
Naturalmente que se puede pedir perdón, pero la posibilidad no fue aprovechada de poder adelantarse a la acción y eventualmente no tener que sufrirla. ¿Y es tan fácil encontrar el arrepentimiento si se está atormentado por fuertes dolores, y si se siente como «víctima» del destino?
Tampoco en el Más allá
es tan fácil como en la tierra de encontrarse con otra alma con la cual hay que
arreglar alguna cosa. En la tierra puedo contactar con mi prójimo mediante los
medios técnicos como aviones o teléfonos, de forma mucho más rápida que en los
siglos anteriores. Como alma en el Más allá estoy entre «similares», es decir
entre aquellos que tienen un estado de conciencia y programas parecidos. El
desarrollo o la evolución son más lentos.
El Periodista:
De esto no he escuchado
nada en las clases de religión. Las Iglesias en sus dogmas y en sus enseñanzas
nos hablan de la «resurrección de los muertos en el último día» y de una
diferenciación entre aquellos que van al cielo y los que van al infierno. ¿Cuál
es su posición?
El Teólogo: ¿Es justo si a algunos les espera un 100 % «blanco» y a los otros un 100 % «negro» y esto para toda la eternidad? ¿Qué clase de dios es aquel que ya no quiere o no puede reaccionar frente a los gritos de dolor y de auxilio de sus hijos cruelmente atormentados por toda la eternidad?
Esto me hace recordar por ejemplo, cuando los superiores de la Iglesia en acontecimientos en los campos de concentración en la Alemania nacionalsocialista han callado, o cuando mayoritariamente callan frente al diario vivir de los animales en los mataderos o laboratorios de investigaciones. Pero esto no tiene nada que ver de como yo he experimentado a Dios.
Si existiese un lugar
de la eterna lejanía de Dios sin una posibilidad de retorno, entonces el
poder de la lejanía a Dios sería más poderoso que el amor de Dios. Con este
tema se evidencian notoriamente las Iglesias: Lo que allí debe ser creído es al
final una creación dividida para siempre, con humanos respectivamente, almas que
en la tierra fueron católicos y protestantes creyentes y algunos más, que pueden
vivir en la llamada gloria y con muchos otros que deben encontrarse
eternamente en un lugar de tormentos sin fin. El Dios creador que nos mostró
Jesús de Nazaret, no ha enseñado algo así. Él es otro Dios que el dios de las
Iglesias. Él le da la mano a cada uno de sus hijos aquí y en el Más allá, y cada
uno puede salir más tarde o más temprano, del infierno que él mismo se ha creado
y esto depende de cada uno.
Algo al margen: La palabra «aionios» nombrada en solo algunas partes de
la biblia, en relación a la perdición o a la gloria, significa un período largo,
un «Eón», pero no una eternidad en el sentido de infinito. Y la otra
palabra usada en la biblia para esto, «asbestos», también puede ser traducido
como inconmensurable. (Una detallada discusión sobre este tema en
«El
Teólogo Nº 19»,
No existe una condenación eterna – tampoco en la biblia.)
El Periodista:
Algunas
personas toman su destino en la tierra como una especie de «infierno». Y otros
ven el sufrimiento y la alegría como algo equiparadamente repartido en su vida,
sin que por ejemplo, hayan tenido grandes golpes del destino.
El Teólogo: Ellos dicen «sin que se hayan producido grandes golpes del destino». ¿Pero que eventualmente puede producirse?
Una siembra, madura lentamente hasta la cosecha. Y antes de que se pueda cosechar se puede observar el crecimiento de la siembra. Referido al hombre significa: Antes de que se produzca un golpe de destino, el hombre es advertido varias veces para que pueda evitar a tiempo, mediante la purificación, posibles acciones de una mala siembra.
También los pequeños sucesos nos
pueden ayudar y guiarnos hacia nuestras causas, si vivimos atentos el día. Si
nos reconocemos en las situaciones del diario vivir, si entendemos las
advertencias y sacamos de ellas las consecuencias correctas, entonces no
tendremos que sufrir un determinado destino, o bien podemos evitar una parte de
este.
El
Periodista:
¿Qué son
por ejemplo, estas advertencias?
El Teólogo: Siempre hemos de estar atentos cuando algo nos molesta o irrita por ejemplo, el comportamiento de nuestro prójimo. La irritación proviene de uno mismo. El mensaje es: Independiente de lo que se halla en el prójimo – si realmente se ha comportado negativamente o si yo he introducido algo negativo en su proceder: Aquello por lo cual yo me irrito me «corresponde» a mi, por esto también podemos decir a esto «analogía». La pregunta decisiva es: ¿Dónde me comporto así o de forma parecida como mi prójimo, eventualmente también solo en «pensamientos»?
Si en mí no se encontrara lo mismo o algo parecido, entonces en cualquier situación podría permanecer interiormente más sereno y con la fuerza interna hacer lo correcto. De otro modo la situación me irritaría y me sacaría del equilibrio. Esto puede ser una posible advertencia.
Con este
ejemplo podemos entender también lo que quiso decir Jesús de Nazaret, cuando
advirtió:
«¿Por qué miras la astilla que
está en el ojo de tu hermano y dejas de ver la viga que está en tu propio ojo?»
(Sermón de la montaña, Mateo 7, 3)
El comportamiento del prójimo es entonces la «astilla», que nos indica nuestra
viga.
El
Periodista:
¿Si
reconozco la viga, pero no tengo la fuerza para sacarla?
El
Teólogo:
Para la
viga que reconozco hoy, también me es dada hoy la fuerza para sacarla si lo hago
de inmediato, o bien en el mismo día y no lo aplazo, o simplemente lo dejo
correr. Esta fuerza la podríamos llamar «la energía del día».
El
Periodista:
Por
ejemplo yo me sentí molesto con cierta persona ¿Cómo encuentro ahora mi propia
viga?
El Teólogo: Entonces me pregunto por la razón de mi enojo. Un ejemplo: Quizás es el deseo no cumplido de ser tomado en serio por esta persona o de recibir su atención. Entonces puedo invertir la pregunta: ¿A quién no tomé en serio o no le di la atención adecuada? ¿Y por qué? ¿Se me ocurre una solución a esta situación? ¿Cómo la puedo «solventar» y cambiar mi proceder en el futuro?
Finalmente puedo – referido a la situación original – seguir preguntando: ¿Por qué me era tan importante ser considerado en esta situación? ¿Qué hay detrás? ¿Quizás celos? ¿O el miedo de perder la atención o la aceptación de esta persona? ¿Por qué este miedo? ¿En qué aspectos me hice tan dependiente de esta persona?
Así voy llegando a la raíz de mi comportamiento. ¿Lo puedo purificar y proponerme una nueva meta? Por ejemplo: En Dios soy libre. O: Yo le doy a mi prójimo, pero no espero nada de el.
Si en un momento posterior vuelve el enojo, entonces me paro y pienso mentalmente: «¡Alto! ¿Qué me he propuesto?» En este momento me calmo. No reacciono con recriminaciones, sino que trato de comprender al prójimo. La experiencia muestra: La relación se mejora progresivamente.
Yo he purificado mis propias
debilidades, la viga. Entonces también puedo ayudar a mi prójimo para que
reconozca y pueda purificar sus debilidades, la astilla, si el quiere y así se
llega a una relación más profunda.
El
Periodista:
Con este ejemplo, una
contrariedad me ha enojado e interiormente me ha puesto muchas cosas en
movimiento. ¿Todo con lo que me encuentro diariamente o lo que me mueve, tiene
un significado más profundo?
El Teólogo: Siempre depende de uno mismo. En diversas situaciones no necesitamos hacer interpretaciones, pero sí percibimos algo en nuestro entorno, entonces el vuelo de un pájaro nos puede transmitir un mensaje o mover algo dentro de nosotros.
Junto a esto existen muchos pensamientos, que a lo largo del día nos llegan constantemente y luego vuelven a desaparecer sin que nos agitemos, entonces no tiene sentido analizarlos.
Por el contrario hay muchas personas que no sufren esto porque sobreinterpretan situaciones, sino que están embotados y perciben muy poco de lo que los rodea.
Por ejemplo, si algunas pequeñas
advertencias las pasamos por alto, que es un aviso de algo
circunstancial que se está acercando, entonces las advertencias se pueden hacer
más intensas, eventualmente producirse los primeros efectos. Yo pienso por
ejemplo, en un accidente automovilístico menor, del que alguien se salvó sin
lesiones, solo con leves daños materiales y un susto. La cuestión decisiva es la
pregunta del «por qué» del accidente.
El
Periodista:
¿Muchas veces fue solo por
estar desconcentrado?
El
Teólogo:
Si cierto,
también la desconcentración tuvo su causa. ¿Dónde estaba con mis pensamientos?
¿En qué acabo de pensar? ¿Quizás tiene que ver con la causa más profunda del
accidente? No es bueno dejar rienda suelta a los pensamientos.
El Periodista:
¿Entonces
los pensamientos juegan un papel esencial?
El
Teólogo:
Sí. Con
alguien que por ejemplo tiene miedo al fracaso, ya solo por este pensamiento se
puede presentar un fracaso, porque constantemente he irradiado imágenes de
fracaso como causa, sin preguntar el «por qué» y cambiarlo mediante la ayuda de
Cristo.
El
Periodista:
¿La
importancia de los pensamientos, también se enseña en las Iglesias?
El
Teólogo:
Las enseñanzas eclesiásticas dirigen la conciencia del hombre hacia las
apariencias o a lo prevaleciente, los «sacramentos» y ceremonias, a la escucha
de sermones, a la «sola fe», a la una u otra «buena obra». En la Iglesia
evangélica protestante se enseña especialmente que Cristo murió por todos
nuestros pecados y nosotros nos salvaríamos solo por la fe. Esta enseñanza
impide muchas veces que las personas observen con mayor atención la vida
cotidiana y de este modo, paso a paso, acercarse más a Dios. Entonces,
bajo ciertas circunstancias no pueden llegar al fondo del problema y tener la
ayuda de Dios. En muchas situaciones del día a día no es percibida. Así muchas
personas sufren con el destino que nunca les debió haber llegado.
El
Periodista:
Si alguien
se encuentra con un infortunio, muchas veces se dice «Es la insondable voluntad
de Dios».
El Teólogo: Con esto, Dios siempre ha tratado de hacerse oír y de poder evitarnos una adversidad. Nosotros solo hemos de tomar en serio la palabra de la «viga y de la astilla" del Sermón de la Montaña de Jesús y observarnos en las situaciones diarias. El día nos proporciona muchas ayudas.
Quien en vez de trabajar esto, se hace muchos pensamientos teológico-intelectuales puede llegar fácilmente a enredarse en sus pensamientos. Su conciencia se encuentra en peligro de embotarse y apartarse de las experiencias vivas divinas del día a día.
También para esto se me ocurre un ejemplo: Cuando una vez atropellé sin querer, a un gatito con mi auto, en esta situación sentí como nunca el sufrimiento del animal. El gato aún se movía algo antes de morir, yo quise ayudar pero no sabía cómo.
En muchas otras situaciones no me había
apenas percatado del sufrimiento de otros. ¿Y ésto no tiene que ver con los
enmarañados pensamientos que se pueden anidar en el hombre?
El Periodista:
El accidente
con el gato, ¿también pudo haber sido una advertencia?
El Teólogo: Sí. Yo también me podría preguntar, por ejemplo: ¿A quién más podría «arrollar»? ¿Otros animales? ¿Personas? ¿Acaso le toca a uno mismo algún día, si no se reconocen las advertencias y se hacen las correcciones?
Pero no todo lo que
trae el día tiene que ver con algo negativo. Los avisos de la vida cotidiana
también nos ayudan por ejemplo en lo positivo, para ir encontrando el mejor
camino para nuestra vida. Todo nos habla. Antes de ciertas determinaciones por
ejemplo, suceden ciertas cosas o tenemos conversaciones cuyo contenido nos
facilitan la determinación.
El Periodista:
Sobre
esto hay quien pregunta por la «voluntad de Dios».
El Teólogo: Dios siempre nos deja la libertad de decidir. Él no decide por nosotros y tampoco nos da en una situación concreta, una decisión «correcta». Dios quiere que vivamos según sus mandamientos y Él nos ayuda a encontrar nuestros motivos, para que nosotros podamos tomar una decisión y para que también desde su motivación, esté en concordancia con sus Mandamientos.
Yo pienso en ciertas preguntas. Si alguien se casa con una determinada persona, o no; qué profesión elige; si prefiere vivir en el sur o prefiere trasladarse al norte o se queda donde está. Nosotros mismo decidimos, pero sin embargo Dios nos ayuda en esto. A veces vienen impulsos que podemos captar en nuestro interior, si antes nos calmamos y nos orientamos a Dios.
¿Estoy entonces alerta y dispuesto a reconocer esto, diferenciarlo de influencias negativas y sacar las conclusiones correspondientes? Entonces siempre puedo vivir mejor según la palabra de Dios.
Dios no quiere que en el camino hacia Él
vayamos por otros caminos. Pero igualmente está con nosotros, aunque tomemos
otros caminos.
El Periodista:
Si he
entendido bien, se trata de una «guía» en el interior en determinadas
situaciones, donde situaciones exteriores pueden ayudar a descubrir éstos.
Una segunda pregunta en relación al
gato: ¿Cómo es el caso con los animales? ¿También para ellos vale la ley de
«Siembra y cosecha»?
El Teólogo: En el sufrimiento de los animales, y en lo que se refiere a los animales en si, no se trata de la ley de «Siembra y cosecha». Los animales al contrario del hombre, no han sembrado negativamente, sino que muchos quedaron impregnados, tal como son hoy día, por el comportamiento negativo del hombre, por ejemplo agresiones. Esto se ha desarrollado de esta forma por lapsos de tiempo inimaginablemente largos entre otros, con las mal denominadas «fieras».
De esta manera el cruel sufrimiento
de los animales en laboratorios de ensayos, en la crianza masiva de animales, en
el transporte de animales, en un entorno contaminado, en las cacerías y también
en accidentes, todo es atribuible directa o indirectamente a causas humanas. Y
esto también podría ser un mensaje de lo que alguna vez, estas causas no
expiadas podrían venir a los hombres como efecto. ¿Sómos realmente conscientes
de lo que les hacemos a los animales?
El
Periodista:
¿Pertenecen a esto las causas que vienen a los hombres, también las enfermedades
que causa el consumo de la carne?
El Teólogo: La ley de Siembra y cosecha también vale para nuestras costumbres alimenticias, de modo que desde el punto de vista de los animales se podría decir: «Vosotros los humanos nos habéis puesto enfermos, ahora os coméis nuestras enfermedades». Para hombres que se alimentan de los cuerpos de otros hombres, existe la palabra «caníbales». Así a las personas que comen animales, ¿se las podría llamar también «caníbales»?
En el orden de la Creación, en todo caso esto no fue previsto. Según la crónica de la Creación, el hombre es vegetariano (Génesis 1, 29-30). En la biblia esto cambia después del diluvio. Supuestamente este cambio también proviene de Dios. En caso de que en esta relación a «temor y miedo» «sobre todo animal de la tierra» es dicho por el hombre (Génesis 9), entonces esto no suena como un «permiso de Dios», sino como un «ay» sobre los humanos.
Y este
«sí»,
así unido al consumo de carne no sería de ningún modo una «voluntad divina»
sino un «Ay divino». Cada vez más personas renuncian al consumo de carne porque
saben que todo sufrimiento que producimos a los animales recae sobre el hombre,
según su parte. Y debido a que los hombres se hacen cada vez más sensibles al
dolor de los animales
(compare "El
Teologo N° 7", Jesus y los primeros cristianos fueron amigos de los animales).
El
Periodista:
En la
biblia se dice además sobre Dios, en relación a esta parte:
«Porque ciertamente demandaré la
sangre de vuestras vidas ...»
(Génesis 9, 5)
El Teólogo:
La palabra demandar
(vengar) hace notorio que en la biblia se le ha atribuido a Dios varias palabras
y pensamientos de los hombres. Dios no es un Dios vengador y no demanda sangre.
Es la ley de la causa y de la acción que «reclama» la cosecha, si la siembra
antes de brotar no es corregida. A esta ley no se le escapa una gota de sangre
que han derramado personas y tampoco ningún pensamiento de venganza.
El Periodista:
Partamos de la base que
la «ley de Siembra y cosecha» tiene validez y sin embargo, ni esta norma y sus
efectos no son dadas a conocer al hombre ni cómo se trata con esto. Entonces
muchas cosas siguen igual como están. Bajo ciertas condiciones esto es un
circuito constante, y siempre con los mismos o similares problemas …,
El Teólogo: … los que en algún momento pueden acumular un grave infortunio del destino, aquí en la tierra o en el Más allá.
Si alguien tapa y niega
esta regla entonces aparecen en su lugar eventualmente, el «insondable juicio de
Dios», o los «misterios de Dios» o el soportar, rezar o los lamentos en el
sufrimiento –sin posiblemente poder encontrar una razón para esto. Con esto
también es más difícil tomar su vida en sus manos y poder cambiar lo negativo en
positivo.
El Periodista:
Usted habla constantemente de
«regularidad», es decir, de una «ley». ¿En las enseñanzas eclesiásticas existe
la palabra «evangelio»¿ Qué es entendido como «buena nueva»? ¿Qué tiene que ver
esto con la «ley»?
El Teólogo: La palabra «ley» ha recibido, especialmente por la enseñanza de Lutero, desgraciadamente un sabor residual negativo. Ahí en relación a Pablo, se diferencia entre «ley» y «evangelio». Esto lo puedo explicar de forma resumida para aquellos a los que les interesa verlo más de cerca: Básicamente en la religión evangélica protestante. En relación a la «ley» sería «en realidad» «una enseñanza divina que enseña lo que es justo y agradable a Dios y castiga todo lo que es pecado y contrario a la voluntad de Dios». (Escrituras de la confesión evangélica, fórmula de la concordia, epítome V)
Adjunto a la «ley» se está relacionando con una aparente «ira de Dios». Así dice: »La ley señala solo la ira y severidad de Dios, la ley nos acusa y nos indica cuan terriblemente querrá castigarnos los pecados, con condenas temporales y eternas …» (Confesiones evangélicas, Formula de la concordia, apología IV)
Y frente a esto se habla de un »evangelio». »El evangelio en su sentido estricto es la doctrina que enseña lo que el hombre debe creer a fin de que obtenga de Dios el perdón de los pecados; esto es, debe creer que el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, ha cargado sobre sí la maldición de la ley y ha expiado por completo todos nuestros pecados, y que solo por medio de él nos reconciliamos con Dios, obtenemos perdón de los pecados mediante la fe, somos librados de la muerte y de todos los castigos del pecado, y por fin recibimos la salvación eterna.» (Fórmula de la concordia, epítome V)
Con esto se le enseña
al hombre que solo la fe descrita en Cristo sería la única forma de guiar al
hombre de regreso a Dios, lo que yo en muchos aspectos lo considero como una
desinformación muy peligrosa.
El Periodista:
¿Su opinión es por
ejemplo, cuando se habla de un dios iracundo y castigador como aquí en la
declaración de fe evangélica protestante?
El Teólogo:
Sí. Dios no castigó ni
castiga, y tampoco nunca fue ni es iracundo en el sentido humano de que podría
irritarse como un ser humano. Pero sí existe una seriedad divina.
El Periodista:
¿Si esto es así,
entonces lógicamente tampoco puede ser cierto que una ira de Dios tiene que ser
expiada?
El Teólogo: La enseñanza del «cordero del sacrificio» Cristo, con el cual una supuesta ira de Dios fue expiada, es también solo una concepción humana. Jesús quiso conjuntamente con los hombres construir el Reino de la Paz en esta tierra. Se transformó en el «cordero del sacrificio» cuando los hombres lo abandonaron. De parte de Dios la redención no fue planificada como un suceso sangriento, porque en su mundo no corre sangre. Dios tampoco castiga a nadie. No puede castigar, ya que en Él no hay castigo. También una Ira de Dios, como se enseña en las Iglesias, no existe y nunca existió. Esto son concepciones de las mentes de hombres separados de Dios.
Solo existe la seria lucha de Dios por el hombre, que por la voz profética ha sido expresada en palabras fuertes y a veces filosas, cuando antes las palabras suaves no daban resultado. Ejemplos buenos se encuentran en muchas palabras de profetas en el «Antiguo Testamento», pero también en los «ayes» (lamentaciones) de Jesús sobre los escribanos y fariseos (Mateo, capítulo 23).
En vez de descubrir en las palabras menos hermosas el amor de Dios, despertar y regresar, muchas personas prefieren interpretar una supuesta «ira de Dios» en estas palabras. Ellos creen en «castigos divinos», en vez de reconocer en sucesos negativos el autocastigo humano en la «ley de Siembra y cosecha».
Esta ley, vista así,
contiene también la justicia en que se basan todos los acontecimientos sobre la
reencarnación. Junto a esto está el amor y la misericordia de Dios que nos apoya
en cada momento, para encontrar la salida de lo negativo. Esto, bajo ciertas
condiciones, no funciona de hoy a mañana, sino que se necesitan mayor o menor
cantidad de pasos, de manera que podemos hablar de una evolución de regreso
hacia Dios.
El
Periodista:
Si usted
habla de una «evolución de regreso a Dios», entonces tiene que haber existido
también una evolución inversa desde Dios. ¿Cómo se puede uno imaginar esto?
¿Cómo, por ejemplo, se llegó a esa «ley de Siembra y cosecha»? ¿Dios la creó?
El
Teólogo:
No, Dios no
la creó. Llegó por los seres humanos, que como seres espirituales libres en el
«cielo» ya no quisieron vivir según las leyes de Dios y que abandonaron su
patria original.
El
Periodista:
En la biblia
se habla de un pecado.
El Teólogo: Esta evasión del orden de Dios fue el intento de asentar una segunda creación junto a la ya creada.
En la historia bíblica del «pecado original», una historia con muchas imágenes y símbolos, aparece esto como la tentación de querer «ser» «como Dios». (Génesis 3, 5)
La tentación
consiste en no vivir para la alabanza y en honor de Dios, sino de querer
representarse a sí mismo, ser el mismo creador de un mundo propio, vivir para su
propio honor y para este fin entrar en competencia con otros. Con esto se habría
quebrado la unidad de la Creación. El comer determinadas frutas en contra de la
orden de Dios, como se relata en la biblia, puede ser visto como un símbolo,
como alguien que se sale de esta unidad con Dios, para crear un nuevo segundo
orden. La posibilidad de esta manera de actuar está fundamentada en la
«libertad» de las criaturas, lo que también es visto así en las enseñanzas de
las Iglesias. Esta libertad habría sido aprovechada hace mucho tiempo por una
parte de estos seres espirituales en el «Cielo», para cambiar el orden divino y
crear un contra ordenamiento. Esta «rebelión» fue una primera causa que produjo
una correspondiente acción negativa. Con el correr de este «caso» se añadieron
más causas y efectos. Por esto la «ley de Siembra y cosecha», puede ser también
denominada como «la ley de Causa y efecto» o como «ley de la causalidad». El
estado de este desarrollo se hace notar en el estado en que está este mundo.
El Periodista:
Usted hasta
ahora ha respondido a todas las preguntas y usted también invoca en sus
respuestas las revelaciones de Cristo que, según sus palabras, nos ha sido dado
por la palabra profética. ¿En estas revelaciones se habló sobre todos los
temas, o algunas preguntas quedaron sin respuesta?
El Teólogo: Las revelaciones desencadenaron la promesa de que Jesús había dado, según las palabras del Evangelio de Juan: «Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu la de Verdad, él os guiará hacia toda la verdad.» (Juan 16, 12-13)
Todo lo esencial está revelado. Y
el mensaje actual de Cristo activó igualmente objeciones como lo hizo el mensaje
de Jesús de Nazaret hace 2000 años. Y así también fue durante todos los años
desde entonces.
El
Periodista:
¿Qué
quiere decir con «objeción»?
El
Teólogo:
Si
nuevamente
me uno
con el Padre Nuestro y la petición «venga a nosotros Tu reino», entonces esto
también se puede ver así: Que el Cielo venga a la Tierra. Sin embargo, hay
fuerzas que quieren impedir esto y que quieren mantenerla tal como se formó como
consecuencia del «pecado original»: Con el dominio de personas sobre otras
personas, con el arriba y el abajo, con la explotación de la Creación para fines
egoístas y otras cosas más. Resumiendo: Con todo lo negativo, que algunos
aprovechan para sus propios fines y provechos.
El
Periodista:
Si con
este tema me recuerdo de la enseñanza de la Iglesia: En los dogmas y en los
credos, como ya lo hemos hablado, se habla también de la condenación, infierno o
eterna lejanía de Dios. la Creación, según esto, quedaría eternamente dividida.
El
Teólogo
Según esta enseñanza esto sería así. Y con la amenaza de la eterna lejanía de
Dios, muchas personas fueron intimidadas, atemorizadas y hechas dependientes del
aparente ofrecimiento de salvación de la Iglesia.
El Periodista:
¿Cuáles
son los ofrecimientos de salvación de la Iglesia?
El
Teólogo:
Hablando
de forma sencilla, la fe «correcta» y la participación en acciones eclesiásticas
presuntamente instituídas por Dios, los llamados sacramentos, en los que estaría
actuando Dios. Entre estos, por ejemplo, el perdón de los pecados. Según la
creencia de la Iglesia, las personas son redimidas de sus pecados por
sacerdotes o pastores. Pero esto no es posible. Jesús tampoco quiso que sus
seguidores fuesen teólogos, sacerdotes o pastores.
El
Periodista:
¿Que
sucede en estas acciones?
El Teólogo: En la Iglesia católica existe la formulación «Este mismo Dios perdone a través de mí a los pecadores», se refiere al sacerdote. La palabra «pecador» suena humilde. ¿Pero qué hay detrás de esta formulación? ¿Y qué cuadro resulta si se incluye la indulgencia? La indulgencia vale como: «La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados ya perdonados» (Catecismo de la Iglesia católica). Detrás de estas palabras se esconde primeramente la teoría eclesiástica de que una culpa ya puede estar extinguida por el sacramento de la penitencia realizado por la Iglesia.
La siguiente pregunta sería entonces, cómo deben ser tratadas las posibles repercusiones. También aquí la Iglesia se adjudica el mandato imperioso, aparentando de poder disponer de forma «autoritaria», del «tesoro de la vindicación de Cristo y de los santos» sobre la dispensa o exención parcial de «condenas de pecados», y esto incluso sería posible para fallecidos en el Más allá, cuyo camino de depuración sería acortado.
El actuar eclesiástico en el «sacramento de la penitencia» recibe un espaldarazo gracias a que dice: «La confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo la única fórmula ordinaria para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia, a no ser que una imposibilidad física o moral excuse de este modo de confesión.» (Ordo poenitentiae 31, Catecismo Nº 1484)
En estos temas, como en muchos más, las Iglesias nombran a «Dios» e «Iglesia» en un solo hálito, lo que es una iniquidad y un mal uso del nombre de Dios.
El Periodista:
La
creación de la Iglesia evangélica protestante comenzó en el siglo XVI con la
acometida contra las indulgencias de la Iglesia católica. ¿Qué sucedió con esta
controversia por la «penitencia»?
El
Teólogo:
En la
Iglesia evangélica protestante de hoy en día se tiende a tolerar mas la
indulgencia, lo que se ve en las reacciones sobre la indulgencia del año del
jubileo 2000. Y también en la Iglesia evangélica protestante permaneció la
reivindicación autoritaria de los pastores en este ámbito. Varias veces al año
he participado como pastor evangélico por ejemplo, en las llamadas «confesiones
colectivas», y con esto sucedió lo siguiente:
Primeramente rezaba como pastor en voz alta unas palabras preparatorias que
terminaba con la pregunta a los presentes: «Frente al santísimo Dios pregunto a
cada una de vosotros: ¿Confiesas, que te hiciste culpable, y que te arrepientes
de tu culpa? ¿Anhelas el perdón de tu culpa en el nombre de Jesucristo? ¿Crees
también que la remisión que te adjudico es la remisión de Dios, entonces
responde: Sí».
Los participantes responden en voz alta con un «Sí», a lo que yo como pastor
continúo: «Así como vosotros creáis, así os sucederá. Con la fuerza del mandato
que el Señor ha dado a su Iglesia, os declaro libres, emancipados y redimidos:
Vuestra culpa os es perdonada. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo».
Los participantes contestan «Amén» y el pastor dice entonces: «¡Idos en
paz!».
El
Periodista:
En
las palabras pastorales se habla de un «mandato» que le es dado a la Iglesia
para actuar de este modo. ¿Quién le ha dado este mandato a la Iglesia?
El Teólogo: En las Iglesias se dice, Jesús de Nazaret. Pero no existe ningún mandato u orden de Jesús de Nazaret para actuar así. A lo que se refieren las Iglesias es el llamado «poder por la llave» que le fue dada, según sus enseñanzas. Como base para esto sirven las palabras de Jesús a Pedro: «Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos». (Mateo 16, 19)
Lo que le dijo Jesús en forma específica a Pedro, es una normalidad general, que cada uno puede aplicar a su vida, igualmente Pedro, y que Jesús le pudo haber dicho a cualquiera. Por esto en el evangelio de Mateo en unas líneas más adelante, dice: «De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.» (Mateo 18, 18)
Aquí no se habla
de sacerdotes y tampoco de una Iglesia, tampoco se habla de Pedro, sino Jesús
habla de la ley de Siembra y cosecha, y con la palabra «Cielo» se refiere, en
este caso, al Más allá. Las palabras de Jesús explican que la vida prosigue en
el Más allá: Las personas que se atan a algo en esta vida, que se cargan
con faltas, que los cautivan, también como almas en el Más allá, estarán atadas
a estas cargas. Pero lo que es desatado en la Tierra o sea, lo que es
purificado, de esto también estará purificado el hombre como alma en el Más
allá. Esto es el significado de la palabra de Jesús. La ley de Siembra y cosecha
entonces no sufre ninguna interrupción con la muerte del hombre. La vida sigue y
eventualmente desemboca en una o muchas nuevas reencarnaciones.
El
Periodista:
Esto es algo diferente según la interpretación de esta palabra por las Iglesias.
La Iglesia católica ha cambiado incluso esta palabra de Jesús por el poder del
papado.
El Teólogo: Jesús no habló de un papa y tampoco de un «Santo padre» en la Tierra. Al contrario, en la biblia dice: «Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos» (Mateo 23, 9).
Jesús el Cristo,
no quiso ningún papa y tampoco le ha dado poder a ninguna persona sobre otra, ni
terrenal ni espiritual. En el ámbito «terrenal» los humanos deben ponerse de
acuerdo en su convivencia mediante reglas. Y respecto a lo espiritual, Cristo le
ha entregado a cada uno las «llaves del reino», esto significa: Reconocerse con
Su ayuda en la ley de Siembra y cosecha, arrepentirse y pedir perdón, perdonar y
no volver a cometer lo negativo reconocido y purificado, con su propio esfuerzo.
El Periodista: ¿Cuál es entonces la función del papa, si Jesús no lo deseaba?
El Teólogo: Un papa es un pregonero de dogmas y de sofismas teológicos, que ha cambiado, falsificado y dado la vuelta en lo contrario las sencillas palabras de Jesús. Y es el líder de una poderosa institución que con sus dogmas y escenificaciones finalmente ha llevado al hombre al error y lo atemoriza. Un papa se deja honrar por los creyentes como un supuesto representante de Cristo. Pero seguro que él no es su «representante», ya que Cristo está «representado» en cada uno de nosotros, en nuestro interior. El hijo de un carpintero no necesita a un papa vestido de púrpura y seda, y cada uno puede darse una respuesta si quizás necesita el servicio de una institución como esa. Jesús fue un hombre del pueblo y no de la Iglesia. Y aquel que lo sigue, igualmente sigue siendo un hombre o una mujer del pueblo: Él no reivindica ser algo especial o llegar a ser algo especial, y Él no pone en escena malabarismos de culto y tampoco ceremonias a medida de los medios, donde se celebra a personas imperfectas o se las declara santas. Además, un seguidor de Jesús no adorna su cabeza con distintos tipos de sombreros puntiagudos o gorros, o lleva como señal del seguimiento de Jesús como hombre trajes femeninos y zapatos especiales de color rojo.
Según la enseñanza eclesiástica, en la actualidad [2023] deberían encontrarse 265 papas en el «cielo» o estar de camino hacia él, lo que para muchos sería una razón para evitar ese lugar. Si se parte de la reencarnación, seguramente que allí habrían muchos menos papas, ya que alguien que una vez fue un papa quisiera serlo de nuevo.
El
Periodista:
¿Usted ha
pedido perdón por el hecho de que como pastor aún había actuado según la
enseñanza de la Iglesia sobre la confesión y la penitencia?
El
Teólogo:
Yo por
ejemplo he pedido perdón en pensamientos a todas las personas que han
participado en las «confesiones» de las cuales yo fui responsable. Yo no se
cuántas personas creían entonces equivocadamente que habían sido perdonadas con
esto por cosas que aún no habían sido perdonadas.
El
Periodista:
¿Usted puede
aclarar esto algo mejor?
El Teólogo: Puedo contar un ejemplo para esto: Supongamos que alguien tiene sentimientos de culpabilidad frente a su pareja de la cual se divorció. Ambos ahora siguen caminos diferentes, pero muchas cosas del pasado aún no han sido purificadas, eventualmente reproches hacia el otro se superponen al reconocimiento total de la propia culpa. Con sentimientos encontrados ahora esta persona participa en «confesiones colectivas». A esta persona no se le enseñó que una culpa por ejemplo puede ser perdonada, y también es perdonada por el afectado. De esto la expareja puede estar eventualmente muy lejos aún. En la confesión eclesiástica, el pastor declara en nombre de Dios a una parte de la pareja «libre, emancipada y redimida». Esta ahora quizás cree en esto y considera el asunto como depurado. Posibles remordimientos los suprime en su interior así como eventualmente sentimientos más profundos sobre su parte de la culpa. Él ya fue perdonado por Dios. Mientras tanto su pareja se carga cada vez más y agrega nuevas causas negativas. En sus pensamientos y sentimientos aquel responsabiliza de esto cada vez más a su expareja, cuya culpa aparentemente ya fue redimida. Este ahora puede decir: Yo ya no tengo nada que ver con la vida de mi expareja, porque yo he sido perdonado, para mí el asunto está arreglado. En el Sermón de la Montaña Jesús habla de una situación parecida y dice: «Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, ve y reconcíliate primero con tu hermano y entonces ven y presenta tu ofrenda.» (Mateo 5, 23)
En el sentido de
la palabra esto significa: Si te quieres dirigir a Dios y sientes que tus
relaciones hacia otra persona no están bien, entonces ve donde este y arregla
esta situación. Estas relaciones sobre el perdón también están en el texto del
Padre Nuestro, como se reza en las Iglesias. «Perdona nuestras deudas, así como
nosotros perdonamos a nuestros deudores». Entonces cuando los hombres se hayan
perdonado entre sí, entonces puede ser quitada la culpa correspondiente. Dios
podría perdonarnos de inmediato después de un auténtico arrepentimiento y Él
también está dispuesto de inmediato para esto. Pero también depende de nuestro
prójimo. Porque Dios ama a todos por igual y también en nuestro prójimo está
Dios. ¿Cómo sería si alguien es perdonado completamente y por ejemplo ha causado
a propósito un daño a otro y luego reza «Dios perdóname»? ¿Aún cuando el
afectado en su infortunio no ha podido perdonar, y quizás por esto mismo se hizo
culpable? ¿Por ejemplo habiendo hecho algo malo, lo que sin ese infortunio que
le fue hecho antes no hubiese cometido? ¿Sería justo si a este, por su falta de
entendimiento no le fue perdonado mientras que quien la originó ya fue
perdonado? Las delicadas relaciones entre Siembra y cosecha no pueden ser
simplemente solucionadas por una ceremonia religiosa, o por una vivencia
religiosa de uno de los participantes.
El Periodista:
El que
quiere reconciliarse verdaderamente, ¿puede hacer algo para que el otro esté
dispuesto también para la reconciliación?
El
Teólogo:
Aquel que
se quiere reconciliar observa su propia parte de la culpa y la purifica sin
esperar que el prójimo también lo haga. A aquel que lo hace así, a este también
le ayuda Dios de muchas maneras. Y también ese que aún no está dispuesto para la
reconciliación siempre recibe ayudas e impulsos para poder llegar a la
reconciliación, no solo aquí, sino también en el Más allá.
El
Periodista:
La
reconciliación también llevaría a una mayor libertad interior.
El Teólogo: Es una oportunidad de hacerse más libre en el interior y poder marchar por nuevos caminos. Al revés: Con qué gran culpa pueden cargarse los sacerdotes cuando aparentemente absuelven culpas en nombre de Dios, sin que haya habido un auténtico arrepentimiento y sin que aún no se haya perdonado verdaderamente. ¿Quién puede mirar realmente dentro del prójimo? ¿Y con qué otra culpa puede cargarse aquel que ha elegido propiamente su cargo, y se ve a sí mismo como una especie de «intermediario» entre Dios y el hombre?
El Periodista:
¿Qué dicen
la Iglesia católica y la Iglesia evangélica respecto a esto?
El Teólogo: Según la enseñanza católica y evangélica protestante, primeramente es Cristo y no un pastor o cura el «mediador» (Catecismo de la Iglesia católica 1546; Confesiones evangélicas, apología XXI). Sin embargo: ¿no se comporta alguien exactamente como un «mediador» si él asiente ciertas acciones, por el poder de su cargo eclesiástico, como «actos de Dios»?
En la Iglesia católica se dice al respecto: «En el servicio eclesial del ministro ordenado es Cristo mismo quien está presente en su Iglesia … la Iglesia expresa al decir que el sacerdote, en virtud del sacramento del Orden, actúa ´in persona Christi Capitis`» (1548). O «El sacerdocio ministerial puede representar a la Iglesia porque representa a Cristo» (1553). Junto a la consagración episcopal, se le reconoce además «la plenitud del sacramento del Orden», por lo cual cada obispo también es calificado como «representante de Cristo» (hacen las veces del mismo Cristo) (1558).
También en el catecismo evangélico protestante se dice: «Mientras el titular del cargo administra la palabra y el sacramento, Cristo actúa a través de este. La apología, una escritura luterana de confesión de fe de 1531, dice que los pastores por ´la persona de Cristo por el llamamiento de la Iglesia, no evocan su propia persona como atestigua Cristo: ´El que os oye a vosotros, me oye a mí.` Cuando ellos ofrendan la palabra de Cristo, cuando ellos ofrendan los sacramentos, ellos los ofrendan en representación de Cristo`.» (Catecismo evangélico para adultos, Hannover 1975, 4ta edición, pág. 1164)
Al citar esta palabra de la
biblia la enseñanza de Jesús fue falsificada una vez más, porque Jesús nunca
habló de sacerdotes y pastores, sino que se refirió a todos sus seguidores. Pero
la Iglesia recoge sus palabras para una enseñanza de cargos que, por ejemplo,
también se emplea en los bautizos donde dice que Dios aparentemente bautiza por
intermedio del pastor –lo que en su contenido es comparable con la teoría de que
Dios estaría redimiendo los pecados a través del pastor.
El
Periodista:
¿Realmente
Dios actúa a través de las personas?
El
Teólogo:
Sí. Él
siempre actúa a través de nosotros, cuando hacemos su voluntad, pero esto no
tiene nada que ver con un acto eclesiástico.
El
Periodista:
¿En principio es posible que una persona en
el nombre de Dios le adjudique algo a otro, por ejemplo, un profeta?
El Teólogo:
Tampoco un profeta generalmente no confiere nada a otra persona, aunque este
sería posible. Con un profeta auténtico Dios habla por el «canal», el profeta y
el oyente pueden decidir si quieren aceptar la profecía o no.
No se puede ser profeta por voluntad humana, es decir, por propia decisión. Un profeta es llamado por Dios. Así como lo conocemos de muchos profetas en el llamado «Antiguo Testamento». El profeta de Dios tampoco guía a las personas hacia su persona o hacia una institución, sino que siempre las guía hacia Dios, respectivamente a Cristo, que vive en el mismo hombre, como en toda la Creación.
En una adjudicación como es
costumbre en las Iglesias, una institución eclesial nombra a determinadas
personas en base a su decisión profesional y capacitación teológica o religiosa,
como portavoces representativos para una aparente acción o palabra de Dios. Y
estas personas, generalmente ya como lactantes, son hechos miembros de una
institución eclesial.
El
Periodista:
Usted
habló en esta relación de la culpabilidad de los sacerdotes o pastores. ¿Pero
qué sacerdote o pastor es consciente de esta culpa?
El Teólogo: El sacerdote se puede preguntar por ejemplo. ¿Qué pasa si en el nombre de Dios aparenta perdonar algo, lo que todavía no está perdonado? ¿Alguien puede creer realmente con buena conciencia que la culpa que el sacerdote absuelve es «perdón de Dios»? ¿De dónde lo sabe? ¿No es esto un paralelo a la «historia del pecado original», donde el hombre trató de ser aparentemente como Dios»?
Mas de algún pastor podría decir
que él tiene que actuar así a raíz de su cargo. Pero por esto no puede cargar su
responsabilidad a otros y su cargo tampoco lo puede proteger. Él mismo ha
elegido su profesión. Y a cada sacerdote o pastor le será demandada su parte,
por la cual es responsable como persona cuando las personas son engañadas y por
esto han perdido la gran oportunidad de su vida.
El
Periodista:
¿Y cómo se
puede imaginar esto en forma concreta?
El Teólogo: Para quedarnos con este ejemplo nombrado, el «redimido» aparente más tarde podría eventualmente en el Más allá, remitirse al pastor si le llegaran efectos negativos de su expareja. El pastor lo habría perdonado en el nombre de Dios. El pastor ni siquiera se puede acordar de esta persona, porque en una sola «confesión colectiva» se juntaron más de 100 personas y recibieron de parte del pastor el «perdón de Dios» –cada uno en otra situación de su vida, la mayoría desconocidos por el pastor. ¿Cómo sería si un día se descubre que en la «confesión» y la «absolución» una de las partes de la pareja fue corresponsable si no se llegó a una real reparación y reconciliación entre los dos?
Y esto es
ahora solo un ejemplo. Bajo ciertas circunstancias un pastor, como es su
obligación profesional, ha «acogido la confesión». A esto por ejemplo se le
añaden las muchas predicaciones. Y por cada una de sus desinformaciones será
llamado a ajustar cuentas según la ley de Siembra y cosecha, conforme a su
participación.
El
Periodista:
¿Eventualmente por varias reencarnaciones?
El
Teólogo:
O en los mundos del Más allá …
El
Periodista:
… donde
pastores o sacerdotes según sus creencias después de su muerte entrarían en el
cielo.
El
Teólogo:
En algún
momento cuando ya no sean teólogos tozudos, sino cuando hayan llegado a ser
hijos de Dios y se hayan arrepentido y purificado de todo y sean perdonados
también por las víctimas. Posibles consecuencias por el sacramento de la
confesión son solo un detalle. Piense usted ante todo en los innumerables
crímenes de los jerarcas eclesiásticos que aún no han sido expiados, por ejemplo
en las ejecuciones de los disidentes; en las guerras religiosas; las cruzadas;
la caza de brujas; la persecución de los judíos, y que aún hoy se niega que los
animales tengan alma, que se permitan experimentos con animales, el asesinato de
animales y mucho más. En los reinos espirituales se manifiesta todo lo que hoy
todavía está oculto. Y todos los crímenes recaen tarde o temprano sobre
los responsables si no son perdonados a tiempo y compensados a tiempo y a esto,
según mi convicción, hay que agregar también el dolor que hemos causado a los
animales.
El
Periodista:
¿Quizás esta
sea una de las razones por la cual ya no se enseña en las Iglesias la ley de
Siembra y cosecha y el conocimiento sobre la reencarnación? ¿Entonces las
autoridades de las Iglesias también tendrían que enseñar que también ellas están
sometidas a esta situación, y que los innumerables crímenes de la historia de
las Iglesia, que aún no han sido expiados, todavía repercuten, si es que las
repercusiones ya no se han iniciado?
El
Teólogo:
Respondiendo
en general: Alguien que conoce la ley de Siembra y cosecha se va a comportar de
forma distinta a aquel que cree que bajo el manto protector de una gracia que
todo lo perdona podría escapar de posibles efectos.
El
Periodista:
Hay relatos
de personas que una vez estuvieron muy cerca de la muerte, pero que después no
murieron. En muchas narraciones se habla de una película de la vida. Frente a la
muerte, a los moribundos se les hacen presentes muchas situaciones de su vida,
como en una película en cámara rápida. ¿Se puede decir que toda la siembra de la
vida se pone al descubierto?
El
Teólogo:
También al
retroceder la película de la vida existe nuevamente una gran oportunidad, tal
vez encontrando arrepentimiento y pudiendo pedir perdón. Tarde o temprano todo
será revelado. Cada persona es como si filmara su propia película y almacena en
ella lo que hace, dice, piensa, siente o percibe. En el Más allá esto se hace
visible, lo que en esta vida todavía puede estar oculto. Cosas esenciales son
también «anotadas» en el «libro de la vida». Este libro actúa como un
imán: Lo similar siempre atrae lo similar. Lo positivo es atraído hacia lo
positivo y lo negativo hacia lo negativo. Así también es posible conceptuar bien
la ley de Siembra y cosecha a partir de la lógica.
El
Periodista:
¿En el
magnetismo no atrae el polo positivo al negativo?
El
Teólogo:
Sí. En lo
espiritual existe una polaridad comparativa, a saber la atracción del polo
masculino al polo femenino. En la frase «lo similar atrae lo similar» no se
trata de este tipo de polaridad, sino por la mentalidad, es decir por el grado
de pureza de la carga del alma.
El
Periodista:
Si a alguien
se le viene encima algo negativo, ¿entonces en su libro de la vida hubo algo
negativo?
El Teólogo: Un registro negativo como uno positivo actúa como un imán que atrae nuevamente algo parecido. Si en mi vida sucede algo negativo, entonces en mi libro de vida, en mi alma había registrado un aspecto negativo. Entonces ahora sufro lo que ya fue inscrito en mi libro de vida, es decir, en mi película de vida, porque se lo había hecho a otro y no lo había purificado. De esta manera actúa al mismo tiempo la justicia.
Con esta figura se puede sintetizar claramente la ley de Siembra y cosecha y sus consecuencias. ¿Aumento la carga si por ejemplo en mi sufrimiento hago recriminaciones contra otros? ¿O purifico el imán causante haciéndome consciente: Qué me sucedió hoy y qué he hecho a los demás? A veces siento en mi mundo emocional lo que está escrito en mi alma. Yo no necesito saber si esto proviene de una o varias reencarnaciones anteriores.
Para aquel que quiera seguir a Cristo, en esta situación vale lo siguiente: Yo puedo pedir ayuda a Cristo. Cristo entonces me apoya como un hermano, como una fuerza redentora interior. Esta es la misericordia que siempre me es ofrecida.
Pero también muchas personas que no saben nada de Cristo o no quieren saber nada de Él, tienen una relación con esta fuerza.
Para todo vale: si he reconocido algo negativo, la oportunidad consiste en purificar esto hoy. Si aprovecho esta oportunidad, entonces las páginas del libro de mi vida o los rollos de la película de mi vida se hacen cada vez más claros.
El Periodista:
En la segunda
parte de la conversación se trata principalmente sobre lo que enseñó Jesús de
Nazaret y los primeros cristianos referente a este tema. Pero primero la
pregunta: ¿Qué dicen las dos grandes Iglesias sobre la ley de Siembra y cosecha?
El Teólogo: A pesar de que la ley de Siembra y cosecha se encuentra en la biblia, e incluso verbalmente en La carta de Pablo a los Gálatas (6, 7), en las Iglesias esta creencia fue relativizada. Es decir: Ya no se enseña que esta frase sigue teniendo validez.
En vez de esto, la atención es dirigida hacia la «única» creencia o a los llamados «medios de piedad», o bien «sacramentos» o acciones eclesiásticas, como por ejemplo la confesión. Mediante una confesión eclesiástica, aparentemente sería quitado algo o todo, de una eventual cosecha negativa, sobre lo cual ya habíamos hablado.
El Periodista:
¿Y cómo es el asunto con el conocimiento de la
reencarnación?
El Teólogo: La base para esto fue proscrito de la creencia de la Iglesia en el año 543, durante el sínodo de Constantinopla y en el concilio de Constantinopla del año 553, después de que hubo disputas sobre esto.
En Constantinopla fueron «maldecidas» dos enseñanzas del «padre de la Iglesia», Orígenes (185/186-254), que son condición sobre la creencia de la reencarnación.
En estas enseñanzas se trata de …
1.) … la creencia de que el alma de un hombre existe antes del nacimiento de este.
2.) … la creencia de que alguna vez todos los hombres volverán a encontrar el camino de vuelta a Dios.
Orígenes, según las palabras de su seguidor Rufín, fue alguien que tenía el cuidado «de creer como verdadero solo lo que no se desvía de la tradición eclesiástica y apostólica» (Rufín en Peri Archon I, Praefatio 2). En el canon 9 del documento del sínodo de Constantinopla dirigido contra Orígenes, fueron quitadas algunas de sus enseñanzas de fe (Denzinger-Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum, Freiburg 1965, edición N° 34, 403 y 411 o bien Neuner-Roos, Der Glaube der Kirche in den Urkunden der Lehrverkündigung, Regensburg 1971, edición N° 13, 1992, N° 325 y N° 891). En vez de esto, la Iglesia impuso la enseñanza de que el alma es creada por Dios en el momento de la procreación y que una parte de la humanidad es condenada eternamente (por ejemplo Neuner-Roos, N° 895-899, entre otros, la enseñanza considerada «infalible« N° 896).
Aproximadamente 150 años antes, el patriarca de la Iglesia Teófilo de Alejandría había execrado a Orígenes, y más o menos a partir del año 397 comenzó a organizar la destrucción de sus aproximadamente 2000 escritos.
El «padre de la Iglesia» Jerónimo (345-420) relata por ejemplo cómo las tropas del patriarca atacaban a los cristianos originarios en toda Palestina y quemaban todas los escritos de Orígenes allí existentes (Epístola 86; según Sträuli, Origenes, der Diamantene, Zürich 1987, pág. 317).
Donde la Iglesia no tiene
objeciones cita a Orígenes en sus documentos, solo en el catecismo actual de la
Iglesia católica en 10 partes.
El Periodista:
¿Orígenes
también creyó en la reencarnación?
El Teólogo:
Sí, aún cuando en el concilio de Constantinopla
del año 553 ya no era tan conocido. Si no también habría sido condenado. El
seguidor de Orígenes, Rufín, admitió ya en el año 398 que había «amoldado» los
escritos de su profesor de acuerdo a los dogmas de la Iglesia, para protegerlos
del reproche de ser una enseñanza engañosa
(Praefatio).
Cuando en el año 1941 en Toura, Egipto del norte, se encontraron 28 hojas de papiro de un escrito original de Orígenes en griego –su comentario a la Carta de Pablo a los Romanos–, una comparación a ojos vista con un arreglo de Rufín, se obtuvo el siguiente resultado: «Una intervención personal profunda y amplia del texto.» (Jean Scherer, Le Commentaire d´ Origène sur Rom. III.5-V.7, Institut Francais d´ Archéologie, Kairo 1952)
Rufín incorporó, eliminó, simplificó y cambió cosas esenciales. Que esto también lo hiciera donde se trata de la reencarnación, es obvio.
A qué conclusión había llegado Orígenes, sobre esto informa un texto que –como era de esperarse– falta en Rufín, pero que es mencionado por Jerónimo. Allí escribe Orígenes sobre el hombre: «Con esto cambia su cuerpo tantas veces como cambia su hogar en su descenso del cielo a la tierra.» (De Principiis I, 5, 3, citado según Orígenes, Vier Bücher von den Prinzipien, editado por Herwig Görgemanns / Heinrich Karpp, Darmstadt 1976, pág. 205)
En Jerónimo también se pueden leer las palabras del patriarca Teófilo, quién definitivamente había condenado a Orígenes: «Pero que significa si él [Orígenes] declara que las almas serían atadas repetidas veces a cuerpos y vuelto a ser separadas de ellos.» (Epístola 98, 11, citado según De Principiis I, 8, anexo I, pág. 279)
Que a pesar de todo aún se dude si Orígenes creía en la reencarnación, está relacionado con que algunas de las versiones actuales fueron formuladas cuidadosamente como pregunta, ya sea por el mismo Orígenes o por Rufín.
Un ejemplo: se debe «ver y estudiar con mayor profundidad si es posible o no, que ella [el alma] entra en un cuerpo por segunda vez …» (Comentario de Juan VI, 85 f.)
Si alguien puede demostrar ciertas condiciones, entonces según Orígenes «se concluye de esto forzosamente, que la existencia corporal no es original sino que entra en etapas temporales de la existencia … y esto sucede de forma continua». (Peri Archon IV, 4, 8)
La historia de Santiago y Esaú en Génesis 25, Orígenes la comenta como sigue: «Debemos suponer que él [Santiago] debido a sus méritos de una vida anterior … fue preferido ante su hermano» (Peri Archon II, 9, 7).
De forma general Orígenes aclara la posibilidad de «que alguien como consecuencia de algunos eventos de moralidad anterior ahora [en esta vida] se convierte en un recipiente del honor, y si no realiza lo que corresponde a un recipiente de honor, en otra vida será un recipiente del deshonor». (Peri Archon III, 1, 23)
Teólogos eclesiásticos que quieren negar la creencia de Orígenes, interpretan sus expresiones sobre vidas anteriores y posteriores de forma distinta. O referido exclusivamente al ama en el Más allá, o ellos opinan que él se habría referido a una vida antes del «estado original» anterior a la Creación, o bien a nuevas eras después del fin de este «tiempo mundial».
Distinto piensa el investigador suizo Robert Sträuli, quien aclara con un ejemplo la interpretación bíblica del conocido alumno de Orígenes, Didymos (313-398), «cuan elemental era entonces en la escuela cristiana de Alejandría el precepto del renacimiento como parte de la enseñanza cristiana». (Sträuli, pág. 229 ff; 312 f.)
De
lo que
Orígenes estuvo en contra es la migración (Metempsicosis)
de un alma humana en animales o plantas, lo que tampoco correspondería a la
enseñanza del cristianismo originario. Puesto que Orígenes fue combatido y
condenado por la Iglesia, como ya se dijo, solo existen unos pocos restos de su
obra.
El Periodista:
Yo creo que a muchas personas les sucede como a
Orígenes. A ellos les gustaría apoyar la enseñanza de la Iglesia, pero en la
búsqueda de la verdad encuentran algo muy distinto.
El Teólogo:
Sí. Por esto a la Iglesia le gusta referirse a
personas como
«el
padre de la Iglesia»
Agustín (354-430), quién se decidió por la fe católica, a pesar de que por
ejemplo, rezaba: «…
entonces dime oh Dios a mí, quien te
implora en ardiente rezo, dilo en divina misericordia si mi infancia ha seguido
a una vida anterior o si soy el mismo cuando he estado en el seno materno ...
Pero qué fui yo antes de ese tiempo, mi Gozo, mi Dios; ¿estuve en alguna parte o
fui alguien?»
(Confessiones 1, 6, 9 en la traducción de O. Bachmann, editorial Atlas
Colonia, pág. 9) Lo que le molestaba a Agustín de la reencarnación
es
que se podría pensar lo siguiente: en una vida dos personas son madre e hijo. La
madre muere y su alma se reencarna nuevamente en una muchacha. Después esta
llega a ser la esposa de su hijo (De Civitate Dei, X.30) – lo que es
absolutamente posible. Pero también la búsqueda de Agustín no concluyó con su
muerte terrenal.
El
Periodista:
¿Puede
usted profundizar de forma más detallada sobre lo recién hablado, de por qué el
conocimiento sobre la reencarnación pertenece a las bases de la fe cristiana?
El Teólogo: Este conocimiento se puede suponer en todo lo que enseñó Jesús, y muchos de Sus contemporáneos también lo tenían claro.
Para esto cito primeramente algunas líneas del libro Hermano Jesús – El Nazareno desde el punto de vista judío del conocido científico religioso judío Schalom Ben Chorin: «El pensamiento del renacimiento es, en el judaísmo de la época de Jesús, una creencia popular evidente … Así las personas consideraban a Jesús como un antiguo profeta que había regresado (Lucas 9, 8 y 19). En el Talmud se encuentran frecuentemente extraños apuntes que concluirían sobre la creencia de una migración del alma o una creencia en el renacimiento, como por ejemplo en la observación: ´Mordechai, este es Samuel`, aquí se quiere decir que el judío Mordechai, el tío de la reina Esther, fue el profeta Samuel renacido …» (dtv-Taschenbuch, München 1977, pag. 25)
Quien quiera poner en duda la capacidad del científico judío, puede objetar que el texto griego del evangelio de Lucas habla de una posible «aparición», o bien de una «resucitación» de una antiguo profeta, y sobre esto no se debe concluir forzosamente sobre la reencarnación. ¿Pero en qué sería diferente una «aparición» o «resurrección» en un cuerpo nuevo con una reencarnación? A menos que se explique de qué manera el cuerpo original descompuesto hace ya tiempo se haya vuelto joven y vigoroso. Sobre esto aún no se ha comprobado nada, pero el historiador judío Flavio Josefo también tiene conocimientos sobre huellas de la enseñanza de la reencarnación en los grupos de influencia de los fariseos o esenios. Además, Orígenes escribió sobre quién realizó estudios minuciosos sobre este tema, y que los judíos jerosolimitanos, con los cuales habló Jesús, habían creído en la reencarnación (Comentario de Juan VI, 73).
Así se puede resumir:
El conocimiento de la reencarnación era conocido dentro del ambiente de
Jesús, de manera que Él lo podía aceptar. Esto es también una de las tres
posibles explicaciones, dado que no hay tantas informaciones sobre este tema.
Una segunda explicación es que la tradición no correspondía a los intereses de
la Iglesia, por lo cual la mayoría de las testificaciones se conservaron fuera
de la biblia, en los llamados
escritos «apócrifos»
(= escrituras ocultas).
Porque una comunidad que quiere ayudar a que surja un Reino de la Paz, es decir,
un «Reino
de Dios»
en la Tierra, no debe perderse en especulaciones sobre la reencarnación, ni
dirigiéndose al pasado ni tampoco al futuro. Visto en general, las tres
explicaciones parecen razonables. Y a esto se le añade lo siguiente: Y por
supuesto Jesús aplica continuamente la ley de Siembra y cosecha (ver más
adelante, por ejemplo. «Jesús
enseñaba la ley de Siembra y cosecha»).
Y el hecho es que esta «ley
de Siembra y cosecha»
solo es cierta cuando se incluyen las vidas anteriores o posteriores. Sin
embargo, teóricamente podría ser solo la vida en el
«Más allá»,
pero para un delito cometido por una persona en el Más allá y no en una vida
anterior aquí, faltan indicios convincentes. O sea que de esto queda
también solamente la reencarnación, y este conocimiento, por consecuencia, es
básico. También esto estaba difundido en la Iglesia pre-medieval, como lo
documentan los ejemplos de Agustín y Jerónimo.
El
Periodista:
¿No fue
Jerónimo un participante
decisivo en la generación de la biblia?
El Teólogo: Sí. En su forma actual esta se originó en el tardío siglo IV cuando Jerónimo recibió del papa de entonces el encargo de confeccionar desde diversas versiones bíblicas una versión unitaria en latín. Este texto, la tal llamada Vulgata fue declarada por la Iglesia católica en el concilio de Trento (1545-1563) –o sea mucho más tarde– como «intachable». El papa Dámaso I, que la encargó en los años 366 y 367, después de sangrientos combates entre sus partidarios y sus contrincantes había conquistado el trono del papado. En un solo día se encontró a 137 muertos en una Iglesia, donde habían sido asesinados. Yo digo esto porque hay mucha gente que cree que la biblia fue inspirada por el «espíritu de Dios», sin saber que otros «espíritus» también estaban presentes en su creación.
Como papa, Dámaso I era conocido por su ostentación y sus «comilonas», cuando se dice «que su mesa opacaba hasta un banquete real». (Ammianus Marcellinus, Historia Romana 27, 3, 4, citado según A. M. Ritter, Kirchen- und Theologiegeschichte in Quellen, tomo 1, pág. 173)
A este papa
Jerónimo le escribió la siguiente carta:
«¿No habrá por lo
menos uno … que a mí, en cuanto tome este volumen (biblia) en la mano…, no me
califique a gritos de falsificador y sacrílego religioso porque tuve la osadía
de agregar, modificar o corregir algunas cosas en los viejos libros? Dos
reflexiones son entretanto las que me consuelan y me hacen cargar este odio: Por
un lado, que tú, obispo superior en rango a todos los demás, me has encargado
hacer esto; y por otro lado que, como también lo deben confirmar mis
calumniadores en versiones diferidas, es difícil encontrar aquí la verdad.»
(Evangelienrevision,Vorrede, MPG 29, Sp. 525 ff., citado según A. M. Ritter,
Kirchen- und Theologiegeschichte in Quellen, Band 1, pág. 181; más sobre este
tema en "El Teólogo N°14" – Jerónimo y el
origen de la biblia – ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira?)
El
Periodista:
El editor de
la biblia entonces no estaba convencido de la veracidad de la biblia.
El Teólogo: Jerónimo criticó a algunos de sus antecesores como «traductores poco fiables». También habla de «enmienda desmejorada de críticos de textos incompetentes» o sobre «agregados o cambios de copistas desatentos». (Revisión de los evangelios, prólogo)
Sin embargo, el «padre de la Iglesia» da aquí solo una mirada a la historia de la creación de la biblia «latina», pero también en los textos originales griegos existieron, en especial en los tiempos del comienzo, muchas revisiones y también remodelaciones. Como los evangelistas habían editado las fuentes que aquellos tenían a mano, se les llama también «redactores».
Resumiendo se puede decir: los textos bíblicos son la obra de la Iglesia oficial en formación, con sus dogmas que estaban en surgiendo.
Se dice que la «preocupación por la revisión de la traducción bíblica latina» es «el mayor mérito» de Dámaso I (Ritter, pág. 181). De este modo los textos contienen muchos puntos de referencia sobre la vida de Jesús, pero no tienen validez como fuentes históricas fiables.
Todas las antiguas testificaciones sobre la reencarnación lograron permanecer en el tiempo, a pesar de una enseñanza eclesiástica de desarrollo diferente. No sabemos todo lo que se perdió, lo que fue destruido o no transmitido. Pero evidentemente este tema tampoco era tan esencial para Jesús, así como otras preguntas.
El Periodista:
¿Qué es lo esencial para Él?
El
Teólogo:
Jesús se
refiere al Reino de la Paz
que está por llegar, el Reino de
Dios. Para esto se necesitan seres humanos que estén dispuestos a cambiar, a
hacer «penitencia», para que todo no solo se quede en palabras, sino que
las correspondientes acciones se hagan visibles. Por esto por ejemplo Él mismo
sana muchas enfermedades. También invita a las personas a que confien en Dios.
Esto es posible ya que Dios es un Padre amante que les ayuda en todas las
situaciones para que dirijan sus pasos hacia Él.
El
Periodista:
¿Qué papel juega en esto la reencarnación?
El
Teólogo:
Si el hombre
sigue a Jesús, tarde o temprano podrá salir de la «rueda del renacimiento».
Además, quien más allá de este conocimiento se ocupa mucho con el tema de
la reencarnación, corre el peligro de enredarse en especulaciones sobre vidas
anteriores o darse importancia con esto, en vez de aprovechar la oportunidad de
su vida. Solo importa esta vida, todo el resto es pasado. Ya que todo lo que no
fue purificado en vidas anteriores según la ley de Siembra y cosecha vuelve en
el momento oportuno para que esta vez sea purificado. Solo se necesita estar
alerta en esta vida. Jesús también enseñó en este sentido.
El Periodista: Algunas personas se dejan conducir a vidas anteriores mediante hipnosis y se prometen tener una vivencia interna en base a esta experiencia.
El Teólogo:
Yo sé de muchas experiencias negativas. El
conocimiento de vidas anteriores puede ser abrumador, puede distraer al hombre
del presente, incluso lo puede llevar a la desesperación si no es capaz
de dominar lo que puede surgir.
De esto habla Jesús en relación al retorno de un alma del Más allá a un nuevo cuerpo –parecido a como también el filósofo Platón– de un «vaso con la bebida del olvido». (Das Evangelium der Pistis Sophia, editado por C. M. Siegert, Bad Teinach-Zavelstein 1991, 2da edición, pág. 234)
El
pasado que está oculto le sirve a la persona de protección y le ayuda a
concentrarse en el aquí y el ahora. Lo
«pecaminoso»
es «olvidado»
temporalmente
y esto solo se hace consciente en la medida en que puede ser transformado.
El Periodista:
Pero esto no se dice así en la biblia.
El Teólogo: La mayoría de las informaciones sobre la enseñanza de la reencarnación las encontramos como ya fue mencionado en las llamadas escrituras «apócrifas», que no fueron incluidas en la biblia por la gran Iglesia en formación.
Esta palabra de Jesús proviene de un evangelio que se formuló en el siglo II, siendo más antiguo que los manuscritos conocidos de los evangelios bíblicos del siglo IV.
Otras informaciones o huellas en relación a la reencarnación las encontramos en los «padres de la Iglesia», cuyos escritos también son más antiguos que los manuscritos bíblicos, y con esto más cerca del cristianismo original. Muchos hablaban de una «refundición de las almas», por ejemplo Clemente de Alejandría. (alrededor del 200; Stromateis III, 13, 3)
A propósito, el alma necesita cierto tiempo para adaptarse al nuevo cuerpo y con el tiempo lo forma de acuerdo a la memoria de su vida anterior.
La
cuestión de si también se puede reencarnar en el cuerpo de un animal fue motivo
de mucha burla y disputa. El
«padre
de la Iglesia»
Justino (aprox. 110-165) niega por ejemplo esta pregunta, como también la
pregunta de si el alma después de su viaje al Más allá puede ver a Dios.
El Periodista:
La respuesta sería, si es que le entendí bien, que
la muerte no cambia en nada si alguien mira más o mira menos a Dios.
El Teólogo: Nosotros podemos comparar a la muerte con el sueño. También este tampoco nos acerca más a Dios y tampoco lo aleja más de nosotros. En comparación: El alma también abandona el cuerpo humano durante el sueño, pero se mantiene unido a este mediante una cinta plateada. Con la muerte esta cinta se separa y un retorno del alma a este cuerpo ya no es posible.
La cinta plateada o el cordón de plata también son
mencionados en la biblia. En Eclesiastés dice:
«Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes de que lleguen los
días penosos,
…
antes que se corte la
hebra de plata» (Biblia de catholic.net) (Eclesiatés 12, 1 y 6).
En el
Diccionario hebreo y arameo de W. Gesenius (Berlin 1962,
edición 17) la hebra de plata, también es explicada como «descripción
figurativa del hilo de la vida».
El
Periodista:
De la
biblia pasamos otra vez a los «apócrifos»: El evangelio de la Pistis
Sophia, del cual usted hace poco habló, no se vincula por los escritos
históricos eclesiásticos al cristianismo originario, sino al llamado «Gnosis»,
«conocimiento» en español.
El Teólogo: La Iglesia oficial en formación se limitó a los movimientos individuales, de los cuales varios se hacían llamar «gnósticos» y que también designaban a la enseñanza de Jesús como «gnóstica».
El cristianismo prístino es sin embargo algo distinto que la «gnosis». Los cristianos originarios eran un movimiento propio que siempre estaba en peligro de ser absorbido por la Iglesia. Pero donde se resistió a esto sucedía que la Iglesia encasillaba a los movimientos y grupos cristianos originales con los «gnósticos», a pesar de las considerables diferencias entre ellos.
Por ejemplo, la enseñanza cristiana originaria hace una diferencia entre el mundo material que se originó como consecuencia del «pecado original» y el mundo espiritual de los sistemas de enseñanza «gnósticos», según el cual existe un Dios creador del mundo material que no es idéntico con el bondadoso Dios de la redención. Además, los «gnósticos» a veces eran de pensamiento muy teórico y estaban algo alejados de este mundo. Los primeros cristianos frente a esto eran personas de pensamiento más práctico, natural y simple, que generalmente se ganaban el sustento con trabajos más realistas, como por ejemplo como artesanos.
Esto en relación al tema «gnosis». Aún otra palabra referente a los «apócrifos». En total para ellos significa lo mismo que para las escrituras bíblicas: En su contenido pueden haber aspectos cristianos como no cristianos o sea, tanto relatos auténticos como erróneos.
Además, para la fe cristiana originaria no incumbe
mayormente el conocimiento espiritual. Vivir de acuerdo a los Diez Mandamientos
y el Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret es el punto central, es decir la
forma de vida práctica.
El Periodista:
¿Qué
vestigios existen de la reencarnación o que restos de este conocimiento existen
aún en la biblia?
El Teólogo: Jesús de Nazaret confirma por ejemplo, según las palabras bíblicas, la creencia de las personas de aquella época de que Juan el Bautista era Elías reencarnado. Jesús dice según el Evangelio de Mateo. «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tenga oídos para oír, que oiga.» (Mateo 11, 14-15)
Más tarde surge
un nuevo diálogo sobre este tema: «Entonces sus discípulos le preguntaron
diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga
primero? Respondiendo Jesús les dijo: En verdad, Elías viene primero y
restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino y no le conocieron
sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre
padecerá de ellos.» (Mateo 17; 10, 11 y 12)
El
Periodista:
Las
enseñanzas de la Iglesia interpretan esto de otra manera. Según esto, la vida de
Juan sería comparable con la de Elías.
El
Teólogo:
Pero así
no lo dice la biblia.
En el recién nombrado «escrito manifestado»
Das ist Mein Wort
(Esta es Mi Palabra;
https://editorialgabriele.com/)
se explica a este propósito que no es Elías el que está encarnado en Juan,
«sino el espíritu de
Elías iluminó a Juan. El ser que estuvo en Juan en espíritu es un descendiente inmediato…».
El Periodista:
¿Hay mas referencias sobre la reencarnación en la
biblia?
El Teólogo: Sí. En la epístola de Santiago de la biblia se advierte que nuestra lengua: Puede imflamar la «rueda de la reencarnación» (Santiago 3, 6, compare con Eclesiastés 12, 6). Esta parte se puede interpretar como: Palabras malas pueden causar un gran «incendio», que el incendiario espiritual debe reencarnar nuevamente para reparar el daño. ¿Pero cómo es interpretada esta parte por las Iglesias?
En la traducción luterana de 1984 la expresión «trochos tes geneseos» (= «rueda de la generación», o bien, «rueda del nacimiento») ni siquiera es traducida y en vez de esto se reproduce con las siguientes palabras: «todo el mundo». La lengua podría, según la biblia luterana, encender «a todo el mundo» – una declaración monumental sobre la cual se podría reflexionar, pero a pesar de esto es una clara falsificación de la biblia. Si se compara la traducción de 1984 con la biblia luterana de 1965, nos encontramos con una sorpresa: Entonces la lengua había encendido «todo nuestro cambio», una falsificación algo más modesta en comparación a «todo el mundo».
En la traducción unitaria
luterana-católica, en esta parte por lo menos dice «la rueda de la vida».
Pero también esta traducción es falsa, porque simplemente cambia el aspecto del
«génesis», del «comienzo de la vida» por el nacimiento, como se lee en el texto
original griego. En una nota aclaratoria al pie de página el asunto se falsea
mas aún. Ahí dice con «la rueda de la vida» (o «el círculo del devenir»), «se
quiere referir a todo el transcurso de la vida y el entorno de la existencia
humana». De esta manera en la traducción unitaria se transformó
finalmente de «la rueda del nacimiento» en el «entorno de la existencia humana»,
lo que ya no corresponde al texto griego original. Finalmente aquí también
aparece como en Martín Lutero una falsificación del contexto. De distintas
formas los teólogos han tapado referencias sobre la reencarnación y por esto hay
personas que creen que el conocimiento de la «rueda del renacimiento» no es
bíblico ni cristiano, sino que fue tomado de religiones orientales.
El
Periodista:
Lo que a
mí me muestra el ejemplo de la traducción unitaria. Y a los más mínimos cambios
en la traducción puede suceder que los lectores le den otro sentido a las
palabras ¿Hay dDetrás de esto alguna intención?
El Teólogo: ¿Qué cree usted? ¿Quién está detrás de la Iglesia? ¿Y quien coopera allí consciente o inconscientemente? Yo mismo experimenté estas «pequeñas» alteraciones de la verdad cuando abandoné la Iglesia y muchos me querían perjudicar.
Con el ejemplo de la epístola de
Santiago por lo menos se puede comprobar lo que Lutero y la traducción
unitaria han hecho de las fuentes que tenían a mano. ¿Pero qué sucede con las
traducciones de los primeros siglos después de Cristo, las cuales hoy nadie
puede revisar porque algunas fuentes fueron destruidas o declaradas como «ya no
existentes»? ¿Con cuánto cuidado los teólogos eclesiásticos, que tuvieron
ciertas intenciones, han tratado este material? ¿Qué han hecho cuando esto no se
asemejaba a sus enseñanzas?
El
Periodista:
¿Existen
más vestigios en la biblia sobre la reencarnación?
El Teólogo: De la reencarnación se trata también eventualmente en la conversación de Jesús con el fariseo Nicodemo (Juan 3, 1-11). Esto lo explica en todo caso el investigador del arameo Günther Schwarz en el libro Das Jesus-Evangelium [El evangelio de Jesús] (München 1993, pag. 22 f.). El Dr. Schwarz investigó durante unos 30 años la lengua materna de Jesús y tradujo al arameo las palabras de Jesús transmitidas en griego, y desde allí nuevamente al alemán.
Otras huellas también se pueden encontrar sin un trasfondo de mayores especulaciones. Sobre el profeta Jeremías dice una palabra profética: «Antes que te formase en el vientre te conocí y antes que nacieras te santifiqué, te di por profeta a las naciones.» (Jeremías 1, 5)
Entonces el alma del hombre ya existe antes del nacimiento – una enseñanza de la biblia que fue condenada por la Iglesia católica (ver arriba La lucha por la verdad). Así se podría seguir preguntando: ¿Si el ser espiritual, el alma, ya existe antes del nacimiento, existe también antes de la procreación del cuerpo? Y si partimos de la exactitud de la biblia, una segunda pregunta: ¿No es más lógico que Dios llame a ser profeta a un «ser espiritual maduro» en otro mundo que durante la procreación de un cuerpo a un alma-bebé recién creada?
Dios, además, respeta el libre albedrío, de manera que Él necesita la aprobación del futuro profeta para su misión.
El proceso de la reencarnación de un ser espiritual en un cuerpo humano también esta documentado por el mismo Jesús de Nazaret cuando dice, «Antes que Abrahán fuese, Yo Soy» (Juan 8, 58). Y en un conocido himno del cristianismo originario se dice de Cristo:
«El cual siendo en forma de Dios (…) sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres» (Epístola de Pablo a los Filipenses 2, 6-7). Así la Iglesia en el año 451, en el concilio de Calcedonia, declaró como dogma que Cristo fue «verdadero Dios» y «verdadero hombre».
Si Él como Jesús de Nazaret fue
«verdadero hombre», ¿por qué entonces como un ser único de otro mundo habría
encarnado en un cuerpo humano, mientras que a las almas de los otros seres
humanos, en forma paralela al cuerpo y su «sustancia», se les formaría de
nuevo igual a la «forma del cuerpo humano»?
(Neuner-Roos,
N° 329)
Así lo enseña la Iglesia católica. Pero esto es una construcción ilógica.
Un
antecedente adecuado para lo que sucede en un alumbramiento es: Un ser
espiritual o un alma
«entra»
o se «desliza»
en un cuerpo humano y comienza a traspasarlo. El cuerpo es para el alma algo así
como un vehículo, con el cual se puede mover en el planeta Tierra.
El Periodista:
Entonces
Jesús
y Jeremías aceptaron sus misiones en el Más allá.
El Teólogo: Sí. Aunque en la biblia no se dice nada si el ser espiritual que estaba encarnado en Jeremías ya estuvo antes una o varias veces en la Tierra. En el caso de Cristo no fue así.
Una clara referencia sobre la reencarnación aparece en el libro bíblico de la Sabiduría. El redactor habla sobre si: «Yo fui un joven bien parecido y … como fui noble entré en un cuerpo sin manchas» (8, 20). Uno se puede preguntar: ¿Cuándo y dónde el hombre fue «noble»? ¿Y cómo «fue» entonces a la inversa, «alguien» cuyo cuerpo ya antes de nacer estaba manchado? Todo este contexto indica una reencarnación al igual que en otra parte del libro.
El convencimiento de algunas personas es descrita
ahí con las siguientes palabras:
«Nuestro
tiempo pasa como una sombra y cuando nosotros hemos llegado a nuestro fin no hay
vuelta, porque está inquebrantablemente asentado que nadie vuelve»
(2,
5) – así, entonces, el modo de pensar erróneo.
¿Cual
sería entonces el pensar correcto según el convencimiento del libro de la
«Sabiduría»?
Evidentemente que existe un retorno y que uno vuelve.
El libro de la Sabiduría es parte integral de las biblias católicas, en las
evangélicas protestantes pertenece a los
«apócrifos».
El Periodista:
Usted se refiere al llamado
«canon»
de la biblia o sea, el contenido de este libro acordado por la Iglesia. ¿Existen
fuera de la biblia más partes en relación a la reencarnación en los apócrifos?
El
Teólogo:
Sí, por ejemplo en el
Evangelio de Tomás, que fue encontrado en 1945 por unos campesinos cerca de
Nag Hammadi junto al río Nilo. Mientras tanto es considerado como el evangelio
más conocido fuera de la biblia. Allí dice: «Dijo Jesús: ´Cuando contempláis lo
que se os parece, os alegráis; pero cuando veáis vuestras propias imágenes
hechas antes que vosotros … ¿cuánto podréis aguantar?`».
El
Periodista:
¿Estas
imágenes se diferencian tanto de la «imagen» actual?
El
Teólogo:
Depende
qué contenidos del alma acuñan nuestra imagen actual. Posiblemente también
existan contenidos que se activan en un momento posterior o en una
encarnación postrera y que influencian nuestro aspecto. Esto también se altera
por determinadas experiencias de la vida.
En el ya nombrado Evangelio de Pistis Sophia, Jesús habla del «circuito»
(pág. 239) o de los «ciclos del recambio del cuerpo». (pág. 222)
Con una reencarnación una persona según Jesús «es retornada al mundo en
concordancia con el tipo de pecado que ha cometido». (pág. 186)
Por esto el alma obtiene un cuerpo «que está adaptado a los pecados cometidos»
(pág. 201). En este contexto, María, por ejemplo, pregunta por una persona
que «no ha encontrado arrepentimiento, a pesar de que ha completado sus
circuitos en el cambio de cuerpos». (pág. 227)
Detrás de esta formulación posiblemente está el conocimiento de que las reencarnaciones no pueden ser ilimitadas. En el Reino de la Paz, que alguna vez se construirá en la Tierra –sobre lo cual ya habló el profeta Isaías–, ya no se podrán encarnar almas con faltas graves (ver Esta es Mi Palabra. El evangelio de Jesús. La manifestación de Cristo que los verdaderos cristianos han llegado a conocer en todo el mundo, pág. 157).
Jesús aclara en
esta relación que el alma del afectado, distinto de como pensaba María, recibe
la oportunidad de una siguiente reencarnación, en la cual puede encontrar en la
Tierra el camino hacia el «Reino de la Luz». (pág. 228)
El
Periodista:
¿Se
conocen más detalles?
El
Teólogo:
Por ejemplo es interesante el
conocimiento de que algunas almas pueden purificar su culpa en una sola
encarnación. Así pueden haber pensado personas que por sus
opositores eclesiásticos recibieron el nombre de «carpócratas», de acuerdo al
nombre de un hombre llamado Carpócrates. Desgraciadamente solo se conoce la
transmisión irónica de su antagonista, el «padre de la Iglesia» Irineo, donde
aparentemente enseñaban que en la vida habían de cometerse todo tipo de pecados
para no tener que reencarnarse de nuevo – o sea, todo lo contrario a la verdad.
Las recriminaciones de Irineo se basan, según las palabras del escritor
religioso G.R.S. Mead «por lo visto en un total malentendido, si no es que
surgió de una maldad bien pensada» (G.R.S.
Mead, Fragmente eines verschollenen Glaubens [Fragmentos de un credo perdido],
Berlin 1902, S. 190).
Irineo también es considerado como un precursor de la posterior Inquisición, que
tiene en su conciencia a
millones
de víctimas, que antes de su ejecución fueron torturadas y asesinadas
brutalmente.
El Periodista:
¿Hubo en
los tiempos prístinos del tal llamado cristianismomuchos de estos combates?
El Teólogo:
Sí.
Mientras el espíritu profético en el joven cristianismo original fue acallado
paulatinamente por el desarrollo de la Iglesia oficial, desaparecieron también
las bases de la fe del cristianismo originario sobre la reencarnación. En el año
389, por ejemplo, se quemó la gran biblioteca de la antigüedad en Alejandría.
Monjes católicos de la Iglesia egipcia le prendieron fuego al templo «pagano»
adjunto de Serapis, y tanto el templo como también la biblioteca se quemaron con
sus valiosos documentos del cristianismo original.
En
relación a estos documentos, un ejemplo concreto: También fueron quemadas por la
Iglesia las Interpretaciones de los evangelios de Basílides, un hombre
que vivió en Alejandría en la primera mitad del siglo II, considerado por la
Iglesia oficial como «gnóstico», es decir como «hereje». Evidentemente existía
una conexión entre Basílides hacia el apóstol de Jesús Mateo, y a través de un
alumno de Pedro, Glauco, con Pedro
(Zeitenschrift N° 9/1995).
De las informaciones que no se perdieron, se hace claro que él sabía algo sobre
la reencarnación cuando escribe:
«Las personas sufren,
dice Basílides, por lo que hicieron en vidas anteriores»
(pág. 226), no
condicionadas por un «pecado
original», tal
como se enseña en las Iglesias.
El
Periodista:
¿Acaso
no es injusta la enseñanza del pecado original?
El Teólogo: ¿Cómo es si conforme a esta enseñanza ya como niño debo vivir en este oscuro poder y eventualmente sufro, aunque yo no lo he causado en absoluto? Esto pertenece a los «misterios de Dios» y por esta razón muchos se desesperan con este Dios o rechazan tener fe en Él.
El
Periodista:
¿El sufrimiento de los niños también es causado por vidas anteriores?
El
Teólogo:
¿Cómo sería
por ejemplo con un niño que llega con impedimentos físicos al mundo? Según la
enseñanza de la Iglesia, Dios habría creado «impedido» al niño, donde la forma
del impedimento de su cuerpo también correspondería a la «sustancia» de su alma,
que Dios la habría creado así
(ver Neuner-Roos,
N° 329). A otro niño Dios lo habría
«creado sano».
¿Qué
clase de dios es ese?, se podría preguntar uno aquí.
También Jesús y sus seguidores hablan sobre este tema, un ejemplo para esto se
encuentra en la biblia, en el evangelio de Juan, capítulo 9. Esta parte
demuestra que también los apóstoles de Jesús por supuesto presentían la
reencarnación. Allí dice:
«Mientras pasaba Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron
sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres para que haya
nacido ciego?» (Juan 9, 1-2)
Si un nacido ciego posiblemente lleve este infortunio porque ha pecado
anteriormente, entonces se parte de la base de que ha habido una vida anterior.
La respuesta que da Jesús, según Juan, dirige su atención no a una vida
anterior, sino a otra cosa. Según esto Jesús dice, ni este ni sus padres han
pecado, «sino para que las obras de Dios se manifiesten en él» (Juan 9, 3).
¿Serían posibles otras causas? ¿El alma de este hombre estaba dispuesta por otras causas a asumir voluntariamente este destino en la Tierra? ¿Estaba consciente que mediante su sanación serían glorificadas la «obras de Dios»?
En el libro Esta es Mi Palabra, la palabra de Jesús fue transmitida algo diferente a como en la biblia. Allí dice: «Qué importa si este ha pecado o sus padres, mientras que las obras de Dios sean manifestadas en él». Y Jesús explica aquí como sigue: «Vosotros no debéis mirar los pecados y no preguntar quién ha pecado. Nadie puede pagar por otro – a menos que él vino como alma expiatoria por otra persona a este mundo. Pero si hay personas que están unidas entre sí por un pecado, entonces todos son participantes en el pecado, por ejemplo, padres e hijo.» (Esta es Mi Palabra, pág. 612, https://editorialgabriele.com/)
La reencarnación no es tratada como tema principal, mientras que en la versión bíblica la parte de este conocimiento es oscurecida. Pero en la biblia tampoco se habla en contra de la reencarnación.
Ambas
versiones tienen en común: Jesús no satisface la curiosidad de los apóstoles y
los llama a no preocuparse por el «karma» de otros. «Las obras de Dios deben
ser desveladas», de esto se trata.
El
Periodista:
¿Qué se
quiere dar a entender con «alma expiatoria»?
El
Teólogo:
Aquí un
alma ayuda a otra a soportar su culpa de alma. También esta palabra de Jesús
aclara que las posibilidades en la «ley de Siembra y cosecha» son múltiples.
El
Periodista:
Jesús sanó
al que nació ciego. Pero tales milagros no los experimentaron la mayoría de las
personas.
El Teólogo: Si alguien no experimenta ningún llamado milagro, entonces le puede ayudar el conocimiento de las leyes espirituales.
Una mujer ciega, conocida mía, de adolescente se alteraba y durante años buscaba una explicación de por qué justamente ella era ciega. Con su entendimiento bien entrenado también preguntaba por la lógica que tenía esto. Y cuando escuchó por primera vez sobre la reencarnación, fue como una «liberación» para ella. Ella aprendió a aceptar su destino, a entenderlo y superarlo.
¿Y quién
sabe que pasará mañana? El sanado del que se cuenta en la historia también
estuvo ciego durante muchos años.
El Periodista: La enseñanza de la ley de «Siembra y cosecha» y de la ley de la «reencarnación», también parece ser más lógica que la enseñanza de un destino voluble y arbitrario, o de un dios «misterioso».
El
Teólogo:
Lo que importa son las consecuencias que
alguien saca de un credo determinado. Por esto nuevamente vamos a la aclaración:
No está de acuerdo con la fe cristiana si alguien por motivos personales
especula sobre vidas anteriores de su prójimo. Como cristiano le fue dada la
tarea de apoyar al prójimo en su situación y ayudarlo.
El Periodista:
¿Cómo es el asunto de
la historia bíblica de Job?
Allí no se habla de reencarnación ni de la ley de
«Siembra
y cosecha»,
ni tampoco de un «alma expiatoria». Job sufre según la biblia siendo inocente y
lucha contra su destino.
El Teólogo:
La misma biblia da una
respuesta a esto, el por qué sufre. Se permite que sea atacado y probado por la
oscuridad
(Capítulos 1 y 2). Es parecido a como con Jesús. Y en este libro la
reencarnación no se trata.
El Periodista:
¿Sufre en base a un
cargo divino, como ya lo hemos hablado en el caso de Jesús de Nazaret?
El Teólogo:
Esto es posible. Él en
todo caso es designado como «siervo» de Dios (ver Job 42, 7), lo
que indicaría un cargo. Y ya al comienzo del primer versículo dice: Él
«era hombre perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal» (Job 1, 1). En las enseñanzas
eclesiásticas se abusa de él como una especie de «testigo clave» contra la «ley
de Causa y efecto».
El Periodista:
¿Puede usted aclarar
esto un poco más?
El Teólogo:
En la totalidad del llamado «Antiguo
Testamento» vale la «ley de Siembra y cosecha», en el lenguaje científico
también se le llama a esto «relación
entrer el hacer y el suceder».
Aparentemente solo donde Job está, la ley no funciona. De esto los teólogos por
lógica han deducido que la conciencia del hombre en el resto de las escrituras
no habría estado lo suficientemente desarrollada. En donde los hombres creían en
la ley de
«Siembra
y cosecha»,
habrían vivido aún en relaciones previsibles simples y también habrían recibido
respuestas simples a sus preguntas. Job sería algo así como un precursor de la
modernidad, donde la ley de «Siembra
y cosecha»
ya no tiene arraigo, y el libro de Job sería con esto una especie de desarrollo
posterior de la
«creencia
del Antiguo Testamento».
¿Pero esto puede estar en lo cierto? «99
veces»
se menciona inequívocamente la ley de «Siembra
y cosecha»
en el Antiguo Testamento, solo en un caso no. Y así también se acerca a la
realidad.
«99
veces»,
las correlaciones son claras, aparentemente una vez no. Job no sufre
evidentemente –como los demás– por un comportamiento equívoco. Él sufre a base
de ataques que persiguen la meta de hacerlo caer, para que se dirija contra
Dios. El fondo de la cuestión es: Aquel que está del lado de Dios, puede ser
probado por la oscuridad. Situaciones como estas pasaron con auténticos
mensajeros de Dios y por esto este único relato sobre Job tiene un lugar al lado
de los otros
«99».
No es una testificación contra los otros «99»
ejemplos.
El Periodista:
Muchos teólogos dicen que muchas cosas de la biblia son fábulas o entendibles
solo
simbólicamente,
por ejemplo como «Satanás»
negocia con Dios sobre estas pruebas de
Job.
El Teólogo:
También yo aprendí en mis estudios que la
«verdadera»
historia de Job fue posteriormente encuadrada en un
«marco
de fábula».
Este «marco»,
sin embargo, contiene realmente la explicación concluyente de que se trata de
una prueba a Job. Si se dice que el marco no es original, sino una fábula, y fue
agregado posteriormente, entonces se vuelva a abrir la puerta para nuevas
especulaciones teológicas de un supuesto
«misterio
de Dios»
en el auténtico relato sobre Job.
Otros teólogos tratan de atribuir el sufrimiento de Job a causas sociales o políticas, lo que naturalmente se podría considerar.
El marco bíblico en todo caso, explica: Aquel que se decide por una vida según
los Mandamientos de Dios, puede ser probado por la
«oscuridad».
El Periodista:
Este ejemplo muestra cómo los intereses del
teólogo o del lector de la biblia pueden influir sobre la interpretación.
¿Existen otros ejemplos de este tipo?
El Teólogo: Algunos interpretan una determinada parte de la biblia en forma totalmente contraria de lo que encuentran otras personas. Pero muchas veces basta una lectura cuidadosa para entender lo que dice.
Para esto quiero citar a Jesús de Nazaret. Cuando Pedro durante la detención de Jesús lastimó severamente con su espada a un acompañante de los sacerdotes, Jesús sanó la herida y advirtió a Pedro: «Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen la espada, por la espada perecerán» (Mateo 26, 52). Así esta parte está correctamente transmitida (Biblia Reina-Valera).
Con esto Jesús
recuerda a Pedro la ley de Siembra y cosecha. El que mate con la espada a otro
según la ley de Causa y efecto –en esta u otra vida– será muerto por la espada.
A menos que el hecho sea purificado a tiempo.
El teólogo Martín Lutero invierte el sentido en lo contrario, y hace de esto una
«ley de la espada», una exhortación de Jesús al Estado para que imponga
la pena de muerte.
Según Lutero la palabra de Jesús «sea entendida como en Génesis 9, 6:
´El
que derramare sangre` etc. [esta sangre será derramada nuevamente por el
hombre]. Con esta palabra sin duda Jesús se refiere a aquella parte, y aquella
sentencia quiere incluirla y confirmarla [nuevamente].»
(Die weltliche Obrigkeit und die Grenzen des Gehorsams, en: Edición de
bolsillo de Lutero, tomo 5, Berlin 1982, pág. 112)
Como fundamento de su enseñanza, Lutero reproduce esta parte del evangelio de
Mateo en una traducción distinta. Donde él dice, a saber:
«El
que tomare la espada, este debe morir por la espada»
¿Qué
es lo correcto? En el texto original en griego es futuro, lo que en la regla se
traduce como
«morirá»
o
«morirán»
[(«será
muerto»
o «serán
muertos»);
morirá = wird sterben, será muerto = wird getötet, en el idioma original
alemán]. Si
la palabra
«debe»
fuese la palabra correcta, entonces en el imperativo griego esto se podría
expresar mejor e inequívocamente. Pero este no se encuentra allí.
El Periodista:
Pero Lutero incluso dice que es
«sin duda»
se ha de entender así como él lo interpreta y él
también siente que su dilucidación está confirmada por el Antiguo Testamento.
El Teólogo: Aquí él igualmente tergiversó el sentido. También en la forma verbal hebrea en Génesis 9, 6 existirían dos posibilidades de traducción. La posibilidad más remota suena: La sangre «podría … ser derramada» (El hebraico «Jussiv» como expresión de deseo). La posibilidad más acertada es: La sangre «será derramada» («Imperfecto» hebraico), o sea, aquí también está presente la ley de Siembra y cosecha.
Por esta traducción se decide también en la obra científica estándar para traducciones el Diccionario manual hebraico y arameo de Gesenius (Berlin/Göttingen/Heidelberg 1962).
El «imperfecto» hebraico involucra también: expresa el aspecto de lo incompletado, de lo duradero; de lo que se está creando. Esto cabe aquí en forma exacta: En el momento del asesinato, para el asesino comienza a correr el tiempo según la ley de Causa y efecto. Aún el efecto «no se ha completado», pero la causa actúa en forma «duradera» y «traerá» tarde o temprano el efecto, si no se ha purificado. En lo incompleto yace la posibilidad del arrepentimiento, el pedir perdón y la reparación. Lo importante aquí es que el alma que sigue viviendo en el Más allá perdone a su asesino.
Mientras que la manera de la acción de la ley de Siembra y cosecha puede ser
reproducida hasta en estas finezas por el texto hebraico, Lutero se decide por
la otra posibilidad y con esto por un sentido totalmente distinto, y en su
traducción va más allá de la meta. Del balanceado
«podría
ser derramada»
donde él se
transforma en un exigente «deberá
ser derramada».
Este no es el texto bíblico. Esto es de Lutero, lo que en la biblia se
interpreta como su exigencia por la pena de muerte.
El
Periodista:
Entonces
no deja de ser importante en qué biblia uno lee. ¿Se puede decir: Biblia no es
igual a biblia?
El
Teólogo:
Esto es
cierto. Pero en cambio la traducción unitaria luterana-católica tergiversa otra
parte en forma decisiva, que está correctamente citada por Lutero. Se trata del
5°. mandamiento.
El 5° Mandamiento dice: «No debes matar.» (Éxodo 20, 13)
En la traducción unitaria fue transformado en «No debes cometer asesinato» – evidentemente para dejar abierta una puerta trasera para una autorización eclesiástica, por ejemplo en la guerra.
La palabra
más fuerte «asesinar» por «matar» también se podría expresar en hebreo. De esta
posibilidad, duplicando la letra del medio de tres letras (forma hebraica
«Piel»)
el texto reproducido
en la obra científica estándar
Biblia
Hebraica Stuttgartensia,
no hace uso de esto, de manera que la traducción con «no
debes matar»
es acertada.
Esto significa: No matar, sin excepción.
El Periodista:
¿Entonces las
traducciones
falsificaron la biblia?
El Teólogo: Ya Lutero se quejó de que es «una obra dificultosa obligar que los relatadores hebreos hablen alemán. Cómo se resisten, … al igual que si uno quisiera obligar a un ruiseñor abandonar su melodioso canto y que imite al cucú, cuya voz monótona es aborrecible». (citado según Pinchas Lapide, Ist die Bibel richtig übersetzt?, Gütersloh 1986, pág. 19)
Pues no se trata de melodías
cambiadas. A esto se le agregan desvíos de alcance a causa de tradiciones y
traducciones según sea por ejemplo la conciencia del traductor. Además,
diferentes escrituras fueron falsificadas por sacerdotes y teólogos, las que por
ejemplo achacaban a Dios sus prescripciones para hacer ofrendas (ver también
«El Teólogo Nº 8» – Como el diablo hizo estragos en la biblia).
El
Periodista:
¿Cómo es
con el asunto de «ojo por ojo y diente por diente»?
El
Teólogo:
También
esta parte (Éxodo 21, 24) es una certificación de la ley de Causa y
efecto, pero fue reinterpretada como una autorización para la venganza y con
esto igualmente se falsificó el contenido. Esta teoría de la venganza también la
rechazan científicos judíos, e interpretan esta parte en el sentido de
indemnización y reparación en caso de daños corporales. El conocido filósofo
judío Martin Buber traduce en este sentido: «Prótesis ocular por ojo, prótesis
dental por diente»
(citado según Lapide, pág.
68). Martín Lutero aquí también usa «debe» en vez de «será»:
«Y
el que causare lesión en su prójimo, según hizo así le sea hecho: rotura por
rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro,
tal se hará a él … el que mate a un hombre, este debe morir.»
(Levítico 24, 19-20, Biblia Reina-Valera)
El
Periodista:
Martín
Lutero exige la pena de muerte y matanzas en contra de numerosos grupos de
poblaciones, entre ellos los disidentes, aún cuando estos fueran pacíficos.
El Teólogo: Y él se basa en su propia traducción bíblica (ver para este tema "El Teologo N° 1",¿Quién sigue a Lutero, y quién sigue a Cristo? y "Teologo N° 3", Así habla Martín Lutero – Así habla Jesús de Nazaret). Lutero, dicho en forma simple, exige un Estado «totalitario», el llamado «Imperio a la izquierda de Dios». Al lado debe existir un «Imperio a la derecha de Dios», que es representado por la Iglesia. Allí en el «Imperio a la izquierda», la ética, se dice lo que tienen que hacer los políticos. Según esta enseñanza la Iglesia puede «conducir» al Estado, aunque externamente estén separados el Estado de la Iglesia. Este precepto de Estado Lutero lo interpretó dentro de la biblia. Esto sería un tema para una edición de esta revista (ver Der Theologe Nr. 4).
Si
uno se decide por la traducción más
acertada
y correcta del «ojo
por ojo y diente por diente»,
entonces se reconoce la importancia: No es una exhortación al Estado para matar,
sino aquí se muestra también la ley de Siembra y cosecha:
«El que haya causado un
daño, así le será hecho …
el que matare a una persona, va a ser matado».
Sin depuración
de «será»
matado – a ser por la ley de Siembra
y cosecha.
El Periodista:
¿Cuál
fue la posición de Jesús frente a la ley de Siembra y cosecha?
El Teólogo:
También Él enseñó la ley de Siembra y cosecha
y naturalmente la mencionó en todas sus enseñanzas. Algunos ejemplos al
respecto:
En el Sermón de la Montaña, como es transmitido en el evangelio de Mateo, Él
dice entre otras cosas:
«No
juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis,
seréis juzgados, y con la medida con que midáis, seréis medidos.» (Mateo 7,
1-2; Biblia de R. y V.)
Con las sanaciones Jesús señala la relación a la fe del afectado y dice: «Hija, tu fe te ha salvado … ve y queda sana» (Marco 5, 34; Biblia de R. y V.). Es evidente que en Jesús hay una relación entre sanación y el perdón de los pecados. A un paralítico primero le perdona sus pecados y con esto también queda libre el camino para la sanación (por ejemplo Marco 2, 1-12). Y a otro que fue curado le dice: «Mira, has sido sanado; no peques más para que no te venga alguna cosa peor» (Juan 5, 14; Biblia de R. y V.). O en una parábola dice: «No saldrás de allí (la cárcel), hasta que pagues el último céntimo» (Mateo 5, 26). Aquí se trata de reconciliarse o de un acuerdo con el «acreedor», es decir, «adversario», antes de que llegue a esto.
Se podrían enumerar docenas de ejemplos donde Jesús explica la ley de Siembra y cosecha, siempre con nuevas variantes.
Después de un accidente con 18 muertos –una torre se había derrumbado– Jesús dice por ejemplo: las víctimas no son más culpables que el resto de los pobladores de la ciudad. Pero entonces añade: «Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.» (Lucas 13, 4-5)
Con otras palabras: Con los 18 de este momento se produjo un
efecto como destino, con los demás se aproxima un destino parecido, si no
purifican. Y así sucedió algunos años más tarde cuando en el año 70 Jerusalén es
conquistado por los romanos y miles de personas perecen.
El Periodista:
¿Se puede decir entonces que el desastre de Siloah
fue para muchos un aviso, una advertencia? ¿Y Jesús añadió al mismo tiempo su
interpretación?
El Teólogo:
Aquel que no fue afectado por la desgracia pudo
hacerse consciente del
«tiempo
de gracia»
que le fue regalado para orientar su vida según los Mandamientos de Dios y
sembrar una buena semilla en el «campo
de la vida».
En una parábola Jesús también compara su palabra con la siembra que cae en
distintos tipos de suelos. Según la calidad del suelo, ya sea un camino, un
terreno rocoso, ya sean espinas o una tierra buena, será la cosecha (por
ejemplo Marco 4, 1-20).
La calidad de la siembra determina entonces la cosecha. O expresado de forma diferente: los frutos de un árbol corresponden a la calidad del árbol. Jesús se refiere también a esto en el Sermón de la Montaña: «Todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. El árbol bueno no puede dar malos frutos ni el árbol malo puede dar frutos buenos.» (Mateo 7, 17-18)
La conclusión en referencia al hombre es: «Por sus frutos los reconoceréis.» (Mateo 7, 20).
Buenos frutos, o sea, buena
cosecha, indican el árbol correspondiente, es decir, una siembra
correspondiente, frutos malos igualmente.
El Periodista:
¿No habla Jesús de
«frutos»
para diferenciar entre profetas auténticos y falsos profetas?
El Teólogo: Esto vale para los profetas. También vale para todo el que se esfuerza en vivir como cristiano. Lo decisivo no es el conocimiento, sino la pregunta: ¿Cuál es el beneficio para mi prójimo?
Link:
Revista «Der
Theologe», editor Dieter Potzel, edición Nº 2: Reencarnación,
Wertheim (Alemania) 2006, citado según
www.theologe.de/reencarnación.htm, redacción del 20.8.2023 |
Los escritos de DER THEOLOGE (EL TEÓLOGO), en sus ediciones N° 3, 8, 70, 100 y 119 se pueden recibir gratis en lengua alemana, también en la edición impresa. Envíenos un e-mail con su dirección y recibirá dichos escritos gratuitamente. Pero nos alegraríamos mucho si nos ayudase financieramente: Cuenta corriente: Dieter Potzel; Código de identificación bancario (BIC): GENODE61WTH, Número internacional de cuenta bancaria (IBAN): DE06 6739 0000 0002 0058 08, Razón: "Der Theologe". Muchísimas gracias. (Costos propios aprox. 10,00 Euros) (Protección de datos) |